miércoles, 28 de septiembre de 2011

Capitulo 22: Mi Cómplice.


Siempre había fantaseado con como seria convivir con alguien que supiera mi naturaleza, mi monstruosidad. Y esa fantasía se estaba realizando, gracias a mi nuevo compañero y cómplice de refugio.

Seth parecía ser el compañero ideal. Alguien que se ahorra, y guarda para si, preguntas que podían no tener respuestas, o puede que las tuviera pero no de la forma que el quisiera oírlas.

Su sonrisa, de lado, estaba tallada en aquel rostro cobrizo, durante todo el día. Sus ojos oscuros vigilaban cada actitud mía, cada movimiento, y en ellos pude ver que su curiosidad, por saber el porque había huido, brillaba con tanta claridad, que hacia que sus ojos se vieran mas hermosos aun bajo la tenue luz de velas que nos rodeaba.

La cena, –al igual que el desayuno y el almuerzo-, fue servida en la misma pequeña mesa, adornada solo para dos, tiernamente. Y fue devorada en aquel silencio que nos rodeaba a ambos, en el que no parábamos de mirarnos uno al otro, esperando que alguno de los dos se decidiera a preguntar o comentar algo que diera inicio a una charla o debate. Pero ninguno lo hizo. Y el silencio siguió siendo nuestro invitado colado, hasta que el decidió hablar, con cierto aire de orden…

-Dormirás en mi cama.- se coloco de pie y levanto ambos platos, colocándolos en el lavaplatos. Me quede mirándolo por unos minutos, tratando de no caer en el doble sentido que había encontrado en sus palabras, despejándolas con un movimiento de mi cabeza.
-¿Qué hay de ti? ¿Dónde dormirás?- copie su acto y le pase los vasos, bandejas y cualquier otro utensilio que hayamos utilizado ambos.
-No te preocupes por mi.- abrió el grifo para comenzar a lavar. –Dormiré en el sofá que hay en la habitación.- me miro. –Es plegable.- sonrió. –Lo sacare para que tengas la habitación para ti y puedas tener algo de privacidad.
-No puedes hacer eso.- comencé a secar los platos que el lavaba y dejaba. –Si alguien decide hacerte una visita inesperada y ve que duermes aquí y en un sofá, creerán que hay alguien más. Y si descubren que estoy aquí, ambos estaremos metidos en un enorme lío.- comenzó a reír mientras seguía lavando. – ¡Y mas tu!- reí con el. – ¡No te rías!- lo golpee con el trapo y el salpico agua a mi rostro sin dejar de reír.
-¡Ya, ya, ya!- levanto sus manos en señal de rendición mientras yo secaba las gotas de mi rostro, riendo ambos. –Tienes razón.- sonrió. – ¿Qué propones?- pensé por unos minutos lo que iba a contestarle.
-Puedes quedarte en la habitación.- sonreí y deje el trapo a un costado, desviando mi mirada de el.
-¡No dejare que duermas en el sofá!- me miro fijo.
-Nunca dije que dormiría en el sofá.- sonreí. –Solo digo que puedes quedarte en la habitación y dormir en el sofá como deseas y quieres.- cerré el grifo mientras lo miraba por sobre mi hombro izquierdo.
-¡Bien!- cruzo sus brazos por sobre su pecho, sonriendo satisfactoriamente ante mi derrota.
-¡Bien!- imite su postura y sus gentos, y el rió. Ambos lo hicimos.

Luego de unos minutos de risas y de haber terminado de lavar y acomodar todo, me guío con una vela hasta la habitación; la deposito en un mueble y se giro hacia el armario para sacar mantas y frazadas, colocándolas sobre la cama, mientras yo acomodaba y separaba algunas almohadas para el.

Nada parecía demostrar que éramos unos desconocidos apunto de compartir una habitación. El no mostraba incomodidad alguna, ni nerviosismo, ni nada por el estilo. Y yo…estaba cómoda… extraño ¿no?

-Creo que necesitaras otra ropa para dormir.- me miro de reojo, sonriendo mientras se enderezaba y salía de la habitación.
-Estoy bien así.- mire mi ropa e hice un gesto de indiferencia.
-Ten.- regreso con una enorme camiseta oscura y un short corto. –Espero que te sirvan.- señalo el short. –Leah los dejos aquí hace tiempo.- sonrió de lado.
-Creo que será mejor que los guardes.- se los entregue haciendo un gesto de ‘no gracias’.
-Puedes usarlo. Al menos hasta que laves tu ropa.- lo extendió de nuevo hacia mí.
-No, gracias.- empuje su mano y sonreí. –Me quedare solo con la camiseta.
-¿Estas segura?- me observo de pies a cabezas y yo asentí. –Bien. Como prefieras.- rió un poco. –Utiliza primero el baño.- lo señalo.
-Ok.- sonreí y me encamine hacia el. Y una vez en el, me cambie, colocándome la enorme camiseta, la cual cubría partes de mis muslos, como un camisón largo, y dormir sin nada bajo de ella seria una locura. – ¡¿Seth?!- grite aun desde el cuarto de baño.
-¿Si?- contesto.
-¿Tienes unas tijeras?
-Si.- respondió. –Están en la caja que hay bajo el lavamanos.- busque la caja, encontrando en ella, la tijera. Y sonreí.
-¡¡Gracias!!
-¡¡De nada!!- dijo riendo un poco.

No era una diseñadora profesional ni nada por el estilo, pero si sabia improvisar y dejar volar mi imaginación. Y con ella podía realizar grandes cosas con tan poco, como mi Jens por ejemplo, el cual estaba tan pegado a mis piernas, que lo sentía como si fuera una capa mas de mi piel y eso me estaba matando –no literalmente, claro-. Por lo que decidí quitármelo y, sin pensarlo mucho ni importarme como quedaría, corte las bocamangas, formando un short. Mi propio short.

“¡Perfecto!”, pensé mientras admiraba mi obra maestra, colocándomelo. “¡Y muy cómodos!”.

Al salir, Seth estaba desplegando el sofá y se quedo mirándome en cuanto pase por su lado derecho, directo a la cama.

-Creo que no necesitare convencerte.- rió un poco, rascándose su cabeza.
-Te dije que estaría bien.- me senté sobre la cama mirándolo. –Ya puedes utilizar el baño.- sonreí.
-Bien.- sonrió mirándome detenidamente por unos minutos. –Te sienta bien mi camiseta.- se giro y salio de la habitación hacia el baño.
-Ehmm… gracias.- sentía mis mejillas arder ante su cumplido mientras desaparecía. Y mientras sonreía y me ponía de pie para acomodar mi pelo en una coleta, note que no había terminado de acomodar su improvisada cama-sofá. Por lo que decidí hacerlo yo. Y lo hice, en un solo movimiento rápido. Era lo menos que podía hacer después de todo lo que el estaba haciendo por mi. Y al terminar, me recosté en la cama, acomodándome en ella de espaldas hacia donde se recostaría Seth.

Pasaron unos 10 minutos y oí a Seth salir del cuarto de baño, encaminándose hacia la habitación. Pero al llegar al sofá –ahora acomodado para que solo descansara- se detuvo.

Pude sentir su mirada en mi y tampoco hizo falta que me girara para saber que estaba sonriendo, porque lo estaba.

Se encamino en cuatro pasos pausados hacia el mueble, en el que se encontraba la vela aun encendida, sin dejar de mirarme.

-Gracias.- susurro tiernamente mientras soplaba la vela y volvía hacia el sofá-cama.
-De nada.- susurre en medio de la oscuridad, sonriendo, sin voltearme a mirarlo, dejándome absorber por el cansancio que aun rondaba en mi cuerpo.

El sueño fue el mismo que el de las dos últimas noches.

Aquel enorme lobo blanco seguía tomándome por sorpresa y repitiendo, en mi rostro, las mismas palabras. Pero ahora sonaban poco amenazadoras, como si fueran más una confirmación ante mi realidad, mi nueva realidad.

¿Seria posible eso? ¿Seria posible que este sueño, y el de mi primera noche en casa de Billy fueran eso? ¿Una confirmación?

En el momento en el que el lobo blanco me atacaba, desperté al sentir las manos de Seth en mis hombros, mientras yo sostenía con fuerza sus antebrazos en defensa ante el supuesto atacante de mis sueños. Y antes de que pudiera decirle nada, un aullido resonó cerca de la casa.

Solté sus antebrazos mientras el me sonreía y soltaba mis hombros, llevándose su dedo índice derecho hacia sus labios, reproduciendo el inconfundible y clásico gesto de silencio, mientras se enderezaba y giraba un poco hacia una cajonera, sacando de ella una libreta y un bolígrafo.

Mientras me acomodaba en la cama, sentándome, el escribía…

-<<Es Jacob>>- su letra reflejaba nerviosismo, pero era prolija y clara. -<<Ha estado llamándome desde hace horas>>- me entrego la libreta, mirándome fijo y sin dejar de sonreír.
-<< ¿Y porque no te fuiste en el primer llamado?>>- mi letra también reflejaba nerviosismo, pero no se debía por el hecho de que Jacob estaba cerca de la casa, sino por tener a Seth cerca mío y sentir su calor corporal muy cerca de mi cuerpo.
-<<Quería esperar a que despertaras de tu sueño>>- me miro fijo sin entregarme aun la libreta. -<<No paraste de moverte en la cama toda la noche>>-
“¿Noche?”, pensé mientras leía y mire la luz que se colaba por las cortinas que cubrían la ventana de la habitación, recordando que en cuanto me recosté estas no estaban cerradas, por lo que deduje que Seth las había cerrado. Volví mi mirada hacia el, algo apenada por haberlo preocupado y gesticule en silencio con mis labios ‘lo siento’. -<<No te preocupes>>.- sonrió mientras escribía. -<<Lo que me preocupa ahora es como evitar que Jacob te vea en mis pensamientos>>.- me entrego la libreta y en cuanto lo leí mi sonrisa desapareció, dando mas leña al fuego de mi preocupación. Y mientras nos mirábamos, tratando de encontrar una salida a este nuevo desafío, el silencio nos envolvió a los dos, trayendo con él, el latir de dos corazones bombeando sangre y de respiraciones agitadas. Pero también trajo algo más…

-
“¡Seth! ¡Sal ahora!”- un aullido acompaño al momento de las palabras, como si fueran una sola sintonía.
-
“Debe haberse dormido con música”.- “¡Leah!”, pensé. Mis ojos se fijaron en la ventana y luego en Seth.

Aquello que estaba oyendo no eran palabras expresadas en voz alta, eran pensamientos. Estaba oyendo sus pensamientos. Los pensamientos de Jacob y Leah.

Este nuevo descubrimiento, esta nueva habilidad, dibujo en mi rostro una sonrisa histérica y nerviosa, mientras volvía a mirar a Seth. Pero en él solo sembró mas preocupación, tanto que sus manos tomaron las mías, en insistencia de que le dijera lo que estaba pasando conmigo en ese momento.

Libere mis manos de las manos calientes de Seth, tome la libreta y el bolígrafo y comencé a escribir en letras grandes…

-<< ¡PUEDO LEER SUS PENSAMIENTOS!>>- lo mire sonriendo, mientras él leía y volvía a mirarme. En su rostro cobrizo y hermoso se comenzó a dibujar aquella sonrisa que creí que no volvería a aparecer, por culpa de la preocupación. Tomo la libreta y el bolígrafo, y escribió.
-<< ¡ESO ES GRANDIOSO! ¿Y que están pensando? ¿Es solo Jacob?>>.- tome la libreta y escribí mientras negaba con mi cabeza ante su ultima pregunta.
-<<Leah esta con el. Y creen que te dormiste escuchando música>>.- el sonrió y señalo su reproductor mp3 sobre la pequeña mesa de luz que había a los pies de la cama, y yo sonreí, volviendo a mirarlo.
-
“Entrare por el”.- pensó Jacob. Tome a Seth de los hombros, empujándolo hacia la puerta de la habitación sin hacer mucho ruido que alertara a Leah. Me gire por la libreta mientras él me miraba fijamente, algo sorprendido por mi reacción y fuerza.
-<< ¡ENTRARA A LA CASA POR TI!>>- escribí en letras grandes y se lo enseñe, colocando la libreta muy cerca de su rostro para que lo leyera. Me miro fijo y, sonriendo, dio un paso al costado, quitándose su camiseta y despeinándose un poco para dar la impresión de que estaba durmiendo. Tuve que desviar un poco mi mirada de el para no ruborizarme, e inconcientemente, la fije en la mesa de luz donde se encontraba su reproductor mp3 y, en ese momento, la luz de mis ideas locas se prendió. Me moví rápidamente y en silencio hacia la mesa, tome el mp3 y volví hacia Seth, entregándoselo. Él solo sonrió y gesticulo un ‘gracias’ mientras se colocaba los audífonos.
-
“Quédate aquí. Me desharé de el en unos minutos”.- pensó claramente sin dejar de sonreír. Yo solo asentí sonriendo, feliz de que a el no le molestara mi nuevo y extraño don.
-¡Seth!- grito Jacob, entrando a la casa. Me sobresalte al oír su voz. Seth sonrió un poco más y, luego, se puso serio mientras abría la puerta de la habitación y salía al encuentro con Jacob.
-¡Wow! ¡Jacob! ¿Qué haces aquí?- Seth era buen actor. En su voz reflejo cansancio con un leve y corto bostezo.
-Tu hermana tenía razón. Te quedaste dormido con música, de nuevo.- Jacob sonaba cansado también. Y preocupado.
-Lo siento. Es que no tuve una buena noche…- otro bostezo fingido. Me sentía apenada al saber que, en parte, era verdad y todo por mi entupido sueño. – ¿En que puedo serte útil?
-Necesito que estés alerta, en caso de que veas o notes algo raro en esta zona.- Jacob estaba serio, su voz lo reflejaba. –El chupasangre nuevo cree que Row aun esta en Forks.- podía oír sus paso pesados y sus suspiros constantes cuando me nombro. Lo había lastimado al huir sin despedirme, sin decirle nada. Y eso solo hacia sentirme pero conmigo misma.
-Han estado muy activos, últimamente.- en la voz de Seth se iba haciendo presente la seriedad y cierto aire de ¿celos? ¿Enojo? – ¿Cuándo podré regresar a la manada?- y ahora su vos era seria y dura.
-Leah cree que aun necesitas mas tiempo para despejar tu cabeza.- era la primera vez que escuchaba la voz de Jacob llena de pena y lastima. ¿Pero porque? ¿Qué estaba pasando con Seth? ¿Por qué estaba alejado de su madre, de la manada y de sus amigos? El sonido de un libro siendo depositado duramente sobre la mesa, hizo que prestara mas atención en la charla privada, dejando para después las preguntas.
-¡Leah no tiene ni la mas minima idea de lo que necesito!- Seth estaba enfurecido. – ¡Ella no decide por mí!- dijo duramente, mientras un gruñido se oía. Era Leah, quien estaba atenta, como yo, a la charla entre su hermano y Jacob. –Además… tarde o temprano necesitaran de mi ayuda… Necesito volver a la manada, Jake. Necesito distraerme y…
-¿Qué es esto?
-¿Qué?- murmuro bajo Seth, sin entender.
-¡Esto! ¿Dónde encontraste esto?- instintivamente mire hacia la cama y note que el diario de mi padre no estaba. -¡Seth, contesta! ¿Dónde lo encontraste?
.Ehmm…cerca del río.- contesto dudoso.
-¿El que esta atravesando el camino?- oí como Jacob se acercaba a Seth a pasos gigantescos.
-¡Si, si! ¿Por qué?- Seth no tenía ni idea de lo que era. No había tenido la oportunidad de contarle nada. – ¿Qué es?- oí como se lo arrebataba de las manos de Jacob y comenzaba a pasar velozmente las hojas.
-Es el diario de Joshua Uley. Padre de Sam y de…
-Row.- dijo Seth, algo sorprendido.
-Si.- susurro Jacob y luego rió irónicamente. –El chupasangre de Fred tenía razón. Row aun esta en Forks. Esto lo confirma.
-¿Y que pasara ahora?
-La seguiremos buscando. Puede que este cerca de aquí, tal vez en las montañas.-
“No te imaginas cuan cerca esta”, pensó Seth y no pude evitar sonreír. – ¿Estas seguro que quieres volver? Aun puedes tomarte más…
-Estoy muy seguro.- afirmo Seth. –No necesito más tiempo.
-Ok. Tu primera labor es permanecer aquí, estar atento por si ella aparece.- oí como ambos se encaminaban al porche. –Ella no te conoce en forma humana, por lo que es posible que te pida ayuda si te encuentra aquí.-
“¡Por favor! ¿Tan estupida la crees?”, pensó Seth y robo otra sonrisa de mi rostro. –Tu otra labor será leer esto. Puede que nos diga algo sobre algún sitio aquí, en Forks, donde ella pueda ir.
-No era esto lo que tenía en mente. Pero…
-Créeme, preferirías quedarte aquí y hacer esto, que estar con nosotros.- Jake palmeo el hombro de Seth. –Si descubres algo en el diario o…
-Si ella aparece te llamare.- interrumpió Seth.
-Estaré atento a tu llamado.- dijo Jacob mientras lo oía correr.

Me senté en el suelo, sintiendo como la culpa iba apoderándose de mi. Culpa por herir a Emmett, Jasper y Fred, culpa por la preocupación con la que ahora cargaba Jacob y culpa por involucrar a Seth en esto.

Estaba arrastrando a todos en mi desdicha de ser lo que era, poniéndolos en peligro constante. ¿Y para que? ¿A quien mas tenia que arrastrar en esto? ¿Quién mas se involucraría en mi defensa, dejando atrás su vida?

Las manos de Seth me tomaron por sorpresa, mientras las sostenía y despejaba mi rostro oculto en ellas. Mirándome fijamente a los ojos.

-Tranquila… Ya se fueron.- con su mano derecha, corrió un mechón de mi rostro y sonrió tiernamente. Sus ojos aun estaban fijos en los míos y su mano izquierda sobre las mías.
-¿Por qué lo haces, Seth?- susurre sin dejar de mirarlo. – ¿Por qué me ayudas?
-Porque se lo que es que otros tomen decisiones por ti y que no puedas escapar de ellas.- dijo seriamente sin dejar de mirarme. –Ven… necesitas tomar aire.- me tomo por los hombros, colocándome de pie junto con el. –Y creo que también necesitas alimentarte… tus ojos están algo oscuros.- sonrió de lado y tomo mi mano derecha y me arrastro con el fuera de la habitación.
-¿A dónde vamos?- pregunte al tiempo que trataba de no tropezarme y sin poner resistencia.
-Ya lo veras.- dijo riendo y sin soltar mi mano.

Al salir de la casa, el día soleado cegó mis ojos. Era otro atípico día calido en Forks. La tierra bajo mis pies desnudos estaba caliente, la brisa era fresca y el cielo mostraba su celes típico y sin rastros de nubes en el.

Era un hermoso día.

Seth aun sostenía mi mano mientras me guiaba y corríamos através del bosque, -el cual mostraba su hermoso compose de verdes y marrones-, hasta llegar a un prado enorme, ubicado a los pies de las montañas.

Una brisa pasajera trajo el aroma de unos ciervos y mi garganta ardió, produciendo en su interior un siseo. Seth se giro para mirarme y, sin soltar mi mano, sonrió un poco mientras se acuclillaba. Copie su acción y lo mire fijo.

-
“Que tengas un buen provecho”.- pensó mientras me miraba fijo. –“Tomate el tiempo que necesites”.- soltó mi mano y se movió un paso hacia la izquierda para darme lugar.
-Gracias.- susurre. El asintió y me regalo una última sonrisa.

Era la primera vez que cazaba sola. Y no lo había hecho desde la última vez que estuve con Fred.

Como una leona, me moví entre los árboles y arbustos, asechando a mi presa. Y cada ves que la brisa corría, me traía el aroma de los ciervos, haciendo que mi garganta ardiera de deseo y sed por aquella sangre.

Mi victima se encontraba a unos tres metros de mí. Y solo me tomo un minuto saltar sobre ella, romper su cuello con un brusco movimiento de su cabeza y dejar caer su cuerpo muerto sobre el pastizal, mientras los demás ciervos huían ahuyentados.

Solo me basto otro minuto para que mi lado menos humano –mi lado vampirico- saliera a la superficie y se hiciera presente, mientras me arrodillaba y acercaba mi boca al cuello de aquel cuerpo inerte y sin vida que yacía frente a mi, succionando si limpia y aun caliente sangre de el, solo para calmar el fuego que la sed producía en mi garganta.

Y vaya que lo hacia.

Una vez satisfecha y sin rastros de fuego en mi garganta, me enderecé y gire al tiempo que oí a Seth salir del bosque a mi encuentro. Pero al mirarlo, note que sus ojos estaban clavados en el cadáver que yacía a mis espaldas.

-No tienes porque ver esto.- dije algo apenada y avergonzada, mientras limpiaba mi boca con mis manos para sacar cualquier rastro de sangre.
-Tranquila. No me molesta.- me miro y sonrió, acercándose a mí. –Solo estoy sorprendido. Eres muy ‘certera’ a la hora de alimentarte.- rió un poco. –Yo, sin embargo, soy muy desordenado y sangriento a la hora de cazar.
-¿Me estas queriendo decir que te alimentas de ciervo?- di un paso hacia el y sonreí incrédula ante sus palabras.
-Como lobo, si.- me miro fijo. –Aunque, para serte sincero, hace mucho que no cazo como lobo.- reí un poco. –Ven, hay un arroyo cerca de aquí. Ahí podrás lavarte.- miro mis manos llenas de sangre y se giro para guiarme el camino.

Seguir su caminar no era complicado –al menos no después de haberme alimentado-, mientras el silencio volvía a ser nuestro compañero poco deseado.

Seth caminaba a unos pasos mas adelante, siendo el guía, y solo se giraba, de vez en cuando, para asegurarse de que estuviera aun allí.

Leer sus pensamientos tampoco resulto difícil. Estos gritaban en su cabeza, mostrándome mi asecho y casería, mostrando el antes y el después de mi ropa llena ahora de sangre, y enseñándome el cambio que produjo la sangre en mi. No pude evitar sonreír cuando note que pensaba en el brillo de mis ojos y, esto, hizo que mis mejillas ardieran de la vergüenza.

-Llegamos.- se detuvo de golpe, colocándose sobre su costado izquierdo para dejar que viera el lugar. El cual era hermoso.

Una pequeña cascada caía de uno de los costados de la montaña y formaba un pequeño arroyo de agua cristalina y fresca. Los árboles se inclinaban, como si trataran de ocultar aquel lugar. La brisa, fresca y ligera, traía a mi rostro junto con ella pequeñas gotas de agua. Y para coronar aquel mini paisaje privado y oculto del mundo, un arco iris se posaba, de lado a lado, como una corona de bienvenida.

No podía evitar sonreír ante la hermosura de aquel lugar, ni tampoco moverme rápido y llegar a un costado de la cascada, colocando mis manos bajo el agua fría y cristalina, quitando la sangre de ellas y mojando mi rostro.

Seth se sentó a la orilla del arroyo, en una piedra y me observaba mientras sonreía.

-Esto es hermoso.- camine hasta el, sin dejar de ver la cascada ni de sonreír.
-Me alegra que te guste y… ¡Ey!... ya no tienes sangre en tus manos.- las señalo sonriendo.
-¡Lo se!- me senté a su lado y reí un poco. –Gracias.- susurre mirándolo fijamente. –Por todo.
-No tienes porque agradecer.- sonrió. Y nos quedamos mirándonos por unos minutos, hasta que saco el diario de mi padre, que estaba oculto bajo su remera. –Lamento ser aguafiestas pero…- hizo una mueca de pena y me miro. –Necesito saber que es lo que dice.- lo coloco en mis manos suavemente. –No sin antes pedirte permiso para leerlo.
-Aun no lo he leído.- murmuré mientras miraba el diario en mis manos. –Y no tienes porque pedirme permiso.- se lo entregue mirándolo seria. –Jacob te dio una orden y deberías cumplirla.
-Si. Lo se. Pero nunca esta de más pedir permiso.- sonrió de lado. Necesitaba calmarme. El no tenia la culpa de mi enojo conmigo misma por lo que era, ni tampoco por no saberlo.
-¿Puedo preguntarte algo?- lo mire al tiempo que exhalaba y me calmaba.
-Las que quieras.- sonrió ampliamente.
-¿Por qué Jacob te ordeno mantenerte alejado de la manada y de tu familia?- Seth bajo su mirada sin dejar de sonreír.
-No fue el quien lo hizo.- volvió a mirarme. –Fui yo.- se coloco de pie y comenzó a caminar. –Debemos regresar.- susurro sin mirarme.
-¿Por qué lo hiciste?- me moví rápido y me coloque frente a el, impidiendo que avanzara y sorprendiéndolo.
-Porque necesitaba olvidar cosas…- se acerco a mí sin dejar de sonreír. –Ciertos… momentos y hechos por los que pase.- sus pensamientos gritaban un nombre y, junto con ellos, la imagen de una mujer.
-¿Ashlyn?- susurre. El asintió, pasando por mi costado derecho. – ¿Qué sucedió con ella?- comencé a caminar a su lado, sin dejar de mirarlo.
-Falleció a principio de año.- su voz se lleno de dolor. Me detuve de seco, sintiéndome una completa insensible por tener que recordárselo.
-Lo siento.- le dije apenada. El se detuvo y me miro aun sonriendo.
-No te preocupes.- dijo. –Ya paso.- movió su cabeza en señal de que lo siguiera, mientras comenzaba de nuevo a caminar.
-¿Cómo se conocieron?- le pregunte al llegar de nuevo a su lado, tomándolo del brazo.
-Éramos compañeros en la escuela.- rió un poco. –Era la única amiga que tenia fuera de la manada. Y la única que, cuando faltaba, me pasaba los deberes del día.- me miro y suspiro. –Ella era muy especial.- susurro. –Un día, paseando por la playa, nos encontramos con Jasper y Edward.- volvió a mirarme. –Me dijeron, en secreto, lo que ella sentía por mi.- sonrió de lado.
-Que ella estaba enamorada de ti.- susurre sin dejar de mirarlo. El volvió a asentir.
-Y lo de su enfermedad.- susurro triste en un suspiro. –Ashlyn sufría de leucemia desde que tenía 4 años.- suspiro de nuevo. –Y el nuevo tratamiento no estaba dando resultado. Su cuerpo ya no aceptaba mas ayuda y se estaba dando por vencido.- su dolor, por recordar, se hacia cada vez mas presente. –Por lo que tome la decisión de pedirle que fuera mi novia.- sonrió de lado. Y no pude evitar devolverle una sonrisa. –No me separe de ella en ningún momento. Ni siquiera cuando ella falleció en mis brazos.- aquel dolor que Seth sentía por recordar, se había trasladado a mi, sintiendo que mis ojos se llenaban de lagrimas y que lloraría por aquella historia, por su historia.

El silencio nos acompaño a ambos, mientras seguíamos caminando, sin darnos cuenta de que estábamos en el camino que guiaba a su casa.

En mi cabeza aun giraba aquel gesto que había hecho feliz a Ashlyn. Y solo me hizo admirarlo aun mas como persona. Seth era un buen muchacho.

“No debió ser fácil para el”, pensé mientras aun lo miraba fijamente.

-¿Fue por eso que decidiste aislarte de todo y de todos?- el asintió.
-Así es.- me miro, mientras ambos nos deteníamos frente a la casa, colocándonos cara a cara. –No quería que la manada cargara con mi dolor y los recuerdos.- suspiro pesadamente. –Solo quería pasar el duelo solo, sin que se vieran obligados a pasar por lo que yo estaba pasando en esos momentos.
-Aun así, ellos te apoyarían.- lo mire a los ojos. –Entenderían tu dolor y…
-No, Row.- sonrió de lado. –Ellos nunca entendieron como es que estuve de novio con Ashlyn.- dio un paso mas hacia mi. –Nunca entendieron como es que, alguien como yo, estuvo de novio con una chica como ella sin que se produjera la imprimación.- pero antes de que pudiera preguntarle de que hablaba y que era eso de la imprimación, unas pisadas que provenían de adentro de la casa, hicieron que Seth y yo claváramos nuestros ojos en la entrada, esperando que aquella persona extraña saliera a nuestro encuentro. – ¡¿Quién es?!- grito Seth, mientras se colocaba delante mío como escudo.
-¡Tranquilo Seth!- su voz apaciguadora la reconocía. Tanto, que no hacia falta tener que leer sus pensamientos para asegurarme de quien era.
-¿Qué haces aquí Edward?- mi enojo se estaba haciendo presente. Y no solo se debía a que Edward nos sorprendió a Seth y a mí, sino que también se debía a que, si quería mantenerme oculta, debía ser más cuidadosa y estar alerta todo el tiempo. No podía dejar que me sorprendiera así. Pero ¿Cómo ocultarme aquí sin poner en problemas a Seth con Jacob? ¿Y sin que nadie lo supiera ahora que Edward estaba aquí?
-¿Edward?- repitió Seth, relajando su postura. Edward salio de la casa, deteniéndose en el porche.
-Hola Seth… Row…- su hermoso rostro tenia tallado una sonrisa de lado y brillaba por el rebote de los rayos UV. Brillaba como un diamante expuesto al sol. Seth me miro y pensó:
“¿Sabes lo que quiere?”, negué con mi cabeza al tiempo que mis ojos volvían a depositarse en Edward. –Solo vine a ayudarte con el diario de su padre, Seth.- contesto y se encamino hacia nosotros. –Me alegra que estés bien y saludable. Seth tuvo suerte de encontrarte sana y salva.- sonrió maliciosamente y pensó: “Si Jacob se entera que Seth te estuvo ocultando…”, negué con mi cabeza al tiempo que apretaba mis puños. Seth no tenia la culpa y lo que menos quería era que peleara con Jacob a causa mía. Edward suspiro pesadamente y miro a Seth, quien no entendía lo que estaba pasando. “Se que te preocupa su seguridad, lo veo en tus pensamientos. Seth no tiene la culpa de ser tan buen samaritano”, pensó.
-¡Ahhrg!- grite furiosa y me gire dándoles la espalda a los dos, cruzando mis brazos sobre mi pecho. – ¡¿Qué quieres que haga?!- mi voz estaba llena de enojo.
-¿Qué?- susurro Seth mirándome.
-Regresar a casa.- aun estaba tranquilo y seguro de lo que pedía.
-¡¿Para que?!- me gire a mirarlo furiosa. – ¡¿Para ponerlos en peligro?! ¡¿Para atacarlos?! ¡No!- grite. – ¡Rosalie tiene razón! ¡Soy un peligro para ustedes Edward!
-¡Rosalie no sabe lo que dice!- se acerco a mi un paso, pero Seth le impidió que diera otro paso mas, colocándose frente a el. Edward lo miro fijamente y suspiro. –Solo defendías tu postura.- volvió a mirarme. –Solo queremos ayudarte.
-¿Cómo?- me acerque a el, pero quedándome a resguardo de Seth.
-Hay alguien que puede ayudarnos a saber mas de ti.- sonrió amable. –El puede ayudarnos a tener, al menos, una idea de tus dones. Y de lo que eres.- en sus pensamientos resonaba el nombre de un hombre. Eleazar. ¿Pero quien era este y que podía hacer por mí que no hayan hecho ya los Cullen? Sintiendo mi derrota a flor de piel, tomo la mano de Seth y lo obligue a mirarme, asintiendo. Seth relajo su postura y me miro sin entender.
-Esta bien.- volví a mirarlo y note que sus ojos estaban clavados en como mi mano sostenía la de Seth. –Regresare. Pero con una condición.- Edward volvió a mirarme.
-La que desees.- sonrió de lado.
-No quiero oler ni beber sangre humana. Ni que me sigan si veo que no pueden ayudarme.- mire a Seth. –Prefiero llevar mi duelo sola.- le sonreí un poco y el me devolvió la sonrisa, entendiendo el porque lo decía, apretando mi mano y mirándola.
-Condiciones aceptadas.- dijo Edward.
-¿Lo juras?- lo mire seria.
-Lo juro.- miro directo a mis ojos. Y note en los suyos que no mentía. –Seth ¿puedes llevarla a casa?- lo miro sonriendo y este, luego de unos minutos de mirarlo, asintió sin decir nada.
“Los veré allá”, pensó Edward, mirándonos a Seth y a mi por varios segundos, encaminándose hacia el bosque y desapareciendo.
-Iré por mi moto.- susurro Seth, soltando mi mano y encaminándose al pequeño garaje. Me quede mirándolo mientras se alejaba.

Necesitaba saber mas sobre mi y este tal Eleazar parecía tener las respuestas. Pero mas que nada, necesitaba asegurarme de que Seth no se viera implicado en problemas por mantenerme aquí oculta.

Ya bastante había causado daño y preocupación, como para complicarlo mas metiendo en problemas a Seth con Jacob. El ya tenia suficiente con el dolor por la perdida de Ashlyn.

Luego de dos minutos, Seth apareció empujando una moto, acercándose hacia mí.

-¿Estas bien?- mire su rostro, serio y molesto.
-Contéstame una cosa.- dijo duramente, mirándome. Asentí mirándolo. – ¿Lo haces por mi? ¿Regresas a la casa de los Cullen solo por miedo a lo que Jacob pueda hacerme si se entera de la verdad?- sus manos apretaban el casco que tenia en sus manos.
-En parte si.- suspire y baje la mirada. –Y en parte, porque quiero saber mas de mi.- susurre. –No quiero seguir huyendo de lo que soy. Y menos lastimar a las personas que me han ayudado.- lo mire directo a los ojos. El asintió, relajando su enojo y, luego de unos minutos de mirarme, me entrego el casco, subiéndose a la moto.
-Sube.- ordeno. Y así lo hice.

El camino estaba despejado y la brisa –que golpeaba mi rostro debido a la gran velocidad a la que Seth manejaba- era fresca.

Me aferre mas a su torso caliente, tratando de hacer oídos sordos a sus pensamientos, que iban de preguntas como
“¿Quienes estarían allí esperándote?” a preguntas mas dolorosas como “Si huyes ¿vendrás a visitarme?”

-Lo haré.- susurre triste. Y Seth acelero mas la moto.

Al llegar a la casa Cullen, note que todo estaba en silencio. Todo menos el bosque. Jacob, Leah, Embry y Quil estaban en el, tratando de deliberar que es lo que hacia aquel vampiro de nuevo en Forks.

“¿De nuevo?”, pensé al tiempo que Seth detenía la moto en la entrada.

-
“Llegamos”.- pensó mientras oía como la puerta principal se abría. –Hola Emmett.- sonrió de lado mientras me bajaba de la moto y le entregaba el casco.
-Pequeño Seth… Row.- se detuvo a dos escalones y me miro sonriendo.
-Emmett.- lo mire apenada. Volví a mirar a Seth. –Gracias por traerme.- note que, a sus espaldas, Fred salía del bosque mirándome fijamente, pero no se acerco mas de lo que le permitían los árboles estar a cubierto. Aun lucia como la ultima vez que lo había visto. Hermoso y peligroso, con su sonrisa torcida y rostro que ocultaba la felicidad bajo un semblante serio.
-No tienes porque.- dijo Seth, entregándome el diario de mi padre. –Cuídate ¿si?
“Y ya sabes donde encontrarme si necesitas asilo”.- pensó. Y no pude resistir el impulso de abrazarlo. Y el hizo lo mismo.
-Lo haré.- le susurre. –Gracias por todo.- lo solté y me gire para enfrentar lo que me esperaba dentro, mientras que Seth ponía en marcha la moto, desapareciendo del lugar.
-Veo que has hecho nuevas amistades.- susurro Emmett en tono burlón mientras sostenía la puerta para mi, robando una leve risilla de mi rostro.
-Lamento lo de la otra noche. No fue mi intención…
-¡Oh, olvídalo!- sonrió. –No paso nada. Pero tendrás que enseñarme ese movimiento.- me encamine al living.
-Pagaría por ver eso.- Jasper se pudo de pie, mirándonos a ambos y sonriendo de lado. –Emmett es el mas lento en aprender.- miro a su hermano y luego a mi. –Tendrás que armarte de mucha paciencia.- asintió en señal de saludo.
-Jasper.- lo salude sonriendo un poco. –Lo…
-Ahórratelo.- dijo sin dejar de sonreír. Asentí y suspire, sintiéndome algo aliviada en ver que ninguno de ellos me guardaba rencor.
-¡Row!- Esme bajo las escaleras rápidamente directo hacia mi. – ¿Dónde has estado niña? Nos tenias muy preocupados.- me abrazo tomándome por sorpresa.
-Lo siento.- dije apenada, devolviéndole el abrazo.
-Lo importante es que estas aquí sana y a salvo.- sonrió tiernamente, tomándome de las manos. –Alice se pondrá muy feliz al saber que ya estas aquí.- mire a Jasper, quien no dejaba de sonreír.
-Ya lo sabe Esme.- miro a su madre adoptiva. –Fue por eso que fue de compras.- oí la leve risa de Emmett y la de Edward, quien apareció a la par de su hermano Jasper.
“¡Genial, ropa nueva y costosa para destrozar!”, pensé y oí a Edward volver a reír bajo.
-Veo que todos te dieron ya la bienvenida.- dijo Carlisle, bajando las escaleras todo sonriente, seguido por un hombre alto, pálido y de ojos amarillos, iguales a los de los Cullen, que no paraban de mirarme detenidamente.
“¿Vampiro?”, pensé y Edward me contesto: “Así es”. –Es bueno saber que estas bien.- tomo mis manos.
-Carlisle.- mis ojos estaban clavados en el nuevo integrante de los Cullen.

El silencio se apodero de todos, mirándonos unos a los otros, esperando a que aquel extraño hablara. Pero no lo hizo.

Bajo las escaleras en silencio, seguido por una mujer muy bella.
“¿Su esposa?”, pensé sin tener que mirar a Edward para saber que estaba atento aun a mis pensamientos.

-Estas otra vez en lo cierto.- contesto amablemente.
-Row, quiero presentarte a un buen amigo de la familia.- dijo Carlisle. –Eleazar Denali.- sonrió al extraño y este lo miro serio y algo asustado. –Eleazar, ella es Row Mcfilson, de quien te estuve hablando.- y otra vez el silencio.

martes, 6 de septiembre de 2011

Capitulo 21: Seth Clearwater.


Despertar me costo demasiado.

Mi cuerpo yacía, sobre la enorme cama matrimonial, tieso y poco movible. Sentia todo mi cuerpo agarrotado, como si un enorme camion me hubiera pasado por encima, dejando mi cuerpo pesado y adolorido. Pero sabia la causa de aquel dolor y cansancio extremo.

“¡Maldita sed de porqueria!”, pense mientras me esforzaba por solo sentarme.

Mi cabeza me deba vueltas, como si me hubieran golpeado en ella con tanta fuerza hasta dejarme inconciente.

Trate de enfocar mis ojos en la habitación, para poder descifrar que tanto habia dormido. Y al hacerlo, y ver que los enormes ventanales mostraban lo que parecia ser un atardecer algo oscuro por las nubes grises, me lleve la sorpresa de que habia dormido casi toda una tarde –considerando que lo sucedido con Fred fue por la mañana-.

Suspire y sonrei de lado, mientras me arrastraba hasta unos de los costados de la cama y así ponerme de pie. Pero mi cuerpo, por alguna extraña razón, temblaba.

“Solo espero que haya sido sangre pura y no combinada con algún calmante”, pense mientras suspiraba, algo molesta por el hecho, y me movía. Pero un pequeño dolor me detuvo y fije mis ojos en mi brazo izquierdo. Aun estaba conectada a la bolsa de sangre.

¡Agh!

Tuve que desviar la mirada para evitar volver a sentir el ardor que la sed producía en mi garganta. No quería tener que pasar por lo mismo otra vez. Pero tampoco permitiría que la maldita sed me atara y confinara a una cama de por vida. Por lo que tome la bolsa, llena aun de sangre humana, y, a duras penas y torpemente, me moví rápido hacia el baño, evitando apretar con fuerza la bolsa para no ensuciar la habitación con ella.

Caminar se me hacia difícil.

Mi cuerpo estaba débil. Y me agitaba el solo hecho de combinar la respiración con el caminar. Pero llegue a mi destino. Torpemente, claro.

Me pare frente al lavamanos, coloque la bolsa en el y tome aire profundamente, mientras la miraba.

“Tu puedes hacerlo… Tú puedes hacerlo… No necesitas de nadie para hacer esto… Puedes hacerlo… Puedo hacerlo”, me decía a mi misma, convincentemente, mientras controlaba el temblor de mis manos, que eran producidos al percibir el aroma de aquella sangre fresca y roja.

-¡Maldición!- susurre casi en un suspiro. – ¡Aquí vamos!

Volví a tomar aire y lo contuve en mis pulmones. Fije mis ojos en mi brazo atado a aquella bolsa, coloque mi mano derecha en la aguja y, sin pensarlo mas, tire de ella, sacándola de mi brazo y salpicando algunas gotas de sangre, mientras que la que salía por la aguja hueca se derramaba en el lavamanos.

Pensar que podía sentir dolor por aquello que acababa de hacer, fue la idea mas entupida de todas. Porque no lo sentí. Por suerte.

Agradecí que súper cuerpo curara mi herida tan rápido que no dejaría huellas en mi brazo. O al menos no de esa pequeña y diminuta herida.

Desvíe mi mirada de aquella sangre y la fije en el reflejo que mostraba el espejo frente a mí.

Mis ojos estaban algo oscuros y mi piel pálida. Lucia como si estuviera enferma. Realmente enferma. Tenia ojeras, un tanto oscuras, bajo mis ojos y mis labios, se mostraban algo azulados.

“¡Dios! ¡Que mal te ves, Row!”, bromeé internamente y sonrei. Y mientras seguí mirándome al espejo, y arreglando mi pelo enredado, un fuerte ruido se escucho en la planta baja, como si alguien hubiera cerrado con fuerza la puerta principal.

-¡¿Dónde esta?!- “¿Billy?” pense al oír aquella voz tan familiar. “¿Qué hace aquí?”
-Arriba, descansando. Aun no ha despertado.- dijo Carlisle serio. Al parecer nadie se habia percatado de que era todo lo contrario. Camine en un solo movimiento hasta salir del cuarto de baño y colocarme en el marco de la puerta de la habitación.
-¿Cómo esta ella? ¿Crees que se salve?- Billy se oía espantado y preocupado al mismo tiempo. ¿Pero porque? ¿Qué es lo que le habían contado?... “Jacob”, gruñí, internamente, molesta.
-Row esta evolucionando muy bien, Billy. Ella estará bien.- Carlisle aun seguía serio, pero, a diferencia de Billy, estaba tranquilo. Y seguro de sus palabras.
-¿Qué hay de la mordida?- la voz de Jacob relleno el minuto de silencio que habían dejado Billy y Carlisle.
-Hable con Fred, y la mordida fue hecha por unos de los estaba con el, el día del accidente.- respondió cordialmente.
-¡¿Y le creerán así como así?! ¡El fue el que la mordió!- escupió Jacob. Su enojo y furia eran en notables en voz, que no hizo falta tener que verlo para asegurar que sus manos ya estaban temblando de esa forma tan extraña, y que siempre se daba cuando el se enojaba.
-No mintió en ningún momento.- dijo Edward. –Jasper y yo estuvimos presente.
-Así es.- confirmo Jasper.
-El cree que se debe a su transformación, que aun Row no la a completado.- Carlisle intervino. –Y que el dolor que ella siente, se debe a que se niega a beber sangre humana.
-Entonces… ¿Qué haremos?- Jacob aun estaba furioso. – ¿La dejaremos morir solo porque ella se niega a alimentarse como verdadera sanguijuela?
-Es la mejor opción.- dijo Rosalie fríamente y segura de sus palabras. Oí varios siseos y un gruñido, el de Jacob.
-¡Rosalie!- Esme la regaño.
-No, Esme. ¡Sabes que tengo razón!- la oí levantarse del sofá. – ¿O es que se olvidan de lo que paso anoche?- “¿Anoche? ¿Qué paso anoche? ¿Qué hice?”, pense mientras trataba de recordar. Pero no podía. Mi único y último recuerdo era Fred, sosteniendo mis manos y diciendo “Todo estará bien”.
-¡Pudimos manejarlo! Nadie salio lastimado.- contesto fríamente Edward casi en un gruñido hacia su hermana.
-¿Qué sucedió anoche?- Billy corto la discusión entre Edward y Rosalie, formulando, por adivinación, la misma pregunta que me hacia yo.
-Intentamos darle de beber a Row sangre, ya que nos estábamos quedando sin provisiones.- contesto Carlisle. –Pero su intento de dominio sobre la sed la hizo entrar en un estado de pánico. Quisimos forzarla, cosa que fue mala idea, pero ella reacciono…- hizo una pausa. –violentamente.
-Tiro a Emmett por la ventana del tercer piso, y mordió a Jasper y a Fred.- mis piernas temblaron y camine hacia atrás, de espaldas, hasta llegar a tocar la cama. No podía creer lo que estaba escuchando. ¿Habia atacado a Jasper, Emmett y Fred?... “¡Oh, por Dios! ¡Los ataque!”, pense al tiempo que llevaba mi mano hacia mi boca. Un escalofrío recorrió por mi columna vertebral y temblé al sentirlo, bajando mi mano de mi boca a las sabanas de la cama, aforrándome con fuerza de ellas. Fije mis ojos en los ventanales y me encamine hacia ellos, buscando la confirmación de aquello que decía la rubia. Pero al llegar, algo se clavo en la planta de mi pie izquierdo y me hizo retroceder. Era un trozo de vidrio. Mi respiración se agito un poco y al aspirar pude percibir el olor a sellador, aun fresco. Y no pude evitar tocar el nuevo ventanal, que al parecer los Cullen habia colocado y reparado. Y en cuanto lo hice, los recuerdos llegaron a mi mente, tan claros y vividos, que volví a estremecerme. Lo habia hecho. Habia atacado y mordido a Jasper y Fred. Habia tirado a Emmett por el ventanal, cayendo este fuera del edificio.
-Ellos están bien. No les pasó nada.- gruño Edward.
-¡No por eso ella deja de ser un peligro para nosotros!- siseo la rubia. -¡¡Tu no puedes leer sus pensamientos, Alice no puede ver su futuro y Jasper es incapaz de controlar sus emociones!! ¡¡Sin eso solo nos pone en peligro!!
-Lamentablemente, Rosalie tiene razón. Y detesto tener que dársela.- susurro Jasper pesadamente. –Puede que su ponzoña no sea letal, pero sin la posibilidad de utilizar nuestros dones sobre ella, solo nos deja indefensos.
-¡Indefensos y a la mira de los Vulturis, de nuevo! ¡¿O es que también se olvidaron de ellos?! ¡¿Se olvidaron que vendrán dentro de poco a controlar el crecimiento de Nessie?!- hubo un silencio corto, hasta que oí unos pasos.
-Es verdad que no puedo verla a ella, pero si a los Vulturis y ellos aun no determinaron la fecha de su visita.- dijo Alice. –Y estaremos listos para cuando ellos lo decidan.
-¿Y si no lo logramos? ¿Qué? ¿Nos enfrentaremos con ellos por quien? ¿Por una desconocida? ¡¿Por un mounstro?!
-¡Ya basta Rosalie!- era la primera vez que oía a Esme levantar su voz. –Row es parte de nuestra familia ahora, al igual que de los Quileutes. Y la ayudaremos en todo lo que sea necesario.
-Estoy de acuerdo con Esme.- concluyo Alice. –Row a pasado por mucho y solo esta defendiendo su postura de no beber sangre humana. Al igual que lo hacemos nosotros.
-¡Defensa que hará que nos mate a todos! ¡Ella es incontrolable!
-¡Emmett, haz el favor de callar a tu novia rubio, o yo mismo lo haré!- gruño Jacob.
-¡Inténtalo, perro!- desafío Rosalie y oí varios pasos.
-¡Ya basta los dos!- grito Billy. – ¡Estamos aquí para solucionar lo de Row! ¡No para discutir!
-Billy tiene razón.- dijo Carlisle. –No debemos pelear entre nosotros. Row nos necesita.- y todo quedo en silencio. –Aun hay un tema más que resolver…

Camine de nuevo a la cama matrimonial y me senté, mirando hacia el ventanal nuevo.

Mis puños estaban cerrados mientras las palabras de Rosalie resonaban en mi cabeza, junto con las imágenes de mi ataque.

“¡Ella es un peligro!”… “¡Nos matara a todos!”

-¡Soy un peligro!- susurre para mi misma. Y mi pecho se cargo de angustia y dolor ante aquellas palabras.

“¡No puedo permanecer aquí!”, pense mientras me colocaba de pie. “¡No puedo poner sus vidas en peligro!”

Y no lo haría.

Mi mente era un caos entre los recuerdos de la noche pasada y las palabras de Rosalie. Y la decisión que estaba a punto de tomar, parecia se la salida mas rápida. La correcta para todos. Pero no la menos dolorosa.

Huir. Esa parecia ser mi salida y la solución de ellos. Huir. Irme lejos y sin mirar atrás, ni decir nada.

Ellos nunca lograrían encontrarme. Era inrrastriable, tanto para vampiros como para los lobos, y agradecí, con dolor y pesar, esa peculiaridad de mi monstruosidad.

Irme parecia ser la mejor solución para ellos. Evitaría que ellos rompieran sus lazos como familia, y evitaría su muerte por mano de los Vulturis… o por las mías. Y así lo haría.

Abrí el enorme ventanal, sin hacer mucho ruido y dejando entrar el aire fresco de un atardecer gris y frío, di varios pasos hacia atrás para tomar impulso, y, sin pensarlo demasiado, salte fuera del edificio, hacia el bosque oscuro.

Caer sobre mis pies descalzos, no produjo dolo alguno. El único dolor que sentia era el de mi pecho, por no poder despedirme y agradecerles por todo lo que hicieron por mi. Y pedir perdón, a Emmett, Jasper y Fred, por el daño causado.

Me gire y mire hacia la enorme casa, para darme con la realidad de que ninguno se percato de mi ausencia en el cuarto de arriba. Y me gire hacia el oscuro bosque para comenzar a correr, con mi pecho lleno de dolor y tristeza.

Las palabras de Rosalie aun resonaban en mi mente, aumentando mi velocidad. Era como si, aquellas palabras, fueran el carbón que alimentaba mi fuego para correr a mayor velocidad. Dejando atrás a los Cullen… a Jacob… a Billy… a todos.

Mis lágrimas comenzaron a caer y recorrer mis mejillas. Y no podía evitarlo. Saber que habia atacado a las personas, que todo este tiempo me habían ayudado, era como clavarles un puñal por la espalda. Traicionarlos. ¿Qué hubiera pasado si unos de ellos hubiese sido Jacob?

“No”, pense negando con mi cabeza para tratar de sacar esa idea de mi mente. “Nunca me lo perdonaría…buscaría la forma de matarme yo misma si eso llegara a pasar”

Correr no parecia calmar aquel recuerdo fugaz de la noche anterior, sentía que corría en círculos, por lo que me detuve para observar el lugar. Pero no estaba sola.

-Veo que ya te encuentras mejor.
-¿Qué haces aquí?- mi voz estaba llena de las lagrimas que contenía.
-Vine a buscarte. Aun debes recuperarte.- oí como se acercaba por detrás.
-¿Para que? ¿Para ponerlos en peligro atascándolos?- me gire y lo mire fijo.
-Nada nos paso anoche.- su voz era dulce y tranquilizadora, aunque no basto para lograr calmarme. Me acerque en un solo movimiento hacia el y destape su cuello, dejando al descubierto la herida causada por mi.
-¿Eso es nada para ti?- deje escapar las lagrimas y lo mire furiosa. Fred se sorprendió y levanto su mano para secarlas, pero corrí mi rostro, evitando que me tocara. Si lo hacia nunca me iría. Y no podía quedarme.
-Los Cullen pudieron controlar su deseo por la sangre humana… con el tiempo, claro… pero lo hicieron, Row.- tomo mi mano izquierda. –Tu también puedes.- negué con mi cabeza, sin mirarlo. –Si, si puedes. Porque no solo eres una de nosotros.- me obligo a mirarlo, y allí estaba, su rostro serio. Ese con el cual solo me miraba cuando estaba por revelarme algo. ¿Pero que seria esta vez?
-¿De que hablas?- susurre ahogada por el dolor.
-Hablo de que eres algo más que una simple vampira.- soltó mi mano y se coloco frente a mí sin dejar de mirarme. –Llevas en tus genes la licantropía.
-¡¿Qué?!- mi asombro ante aquello, me dejo petrificada, mirándolo fijo y sin poder ni siquiera articular otra palabra mas.
-Estuvieron hablando de eso.- miro hacia la dirección en la que se encontraba la casa Cullen. Yo aun no podía reaccionar. –Al parecer Carlisle y el viejo en sillas de ruedas lo sabían.- “¿Billy? ¿El lo sabia?”, pense y apreté mis puños. El suspiro y volvió a clavar sus ojos en mi. –Aunque debo reconocer y confesar que, en cierta parte, siempre lo supe.- mis ojos se clavaron en los suyos y volví a articular, casi ahogadamente, la misma pregunta.
-¡¿Qué?!
-Sabia que algo no andaba bien contigo.- abrió su chaqueta negra de cuero y metió su mano en la parte baja de su espalda, sacando un viejo diario oscuro. El diario de mi padre. –Mentí cuando dije que no abrí el gran sobre amarillo.- sonrío de lado. Tome el diario y lo mire, sin decirle nada. –Al parecer cada descendiente de un jefe o de alguien que haya pertenecido a la última manada, tiene grandes posibilidades de llevar, lo que tu padre nombra como “el gen Quileute”.- dibujo las comillas con sus dedos y se encamino hacia mi costado izquierdo. –Tu bisabuelo, Levi Uley, fue el ultimo jefe de la manada junto a Ephraim Black, padre de Billy Black y abuelo de…
-Jacob.- susurre y lo mire.
-Si.- sonrió de poca gana.- Según lo que le contaron a tu padre, solo los descendientes directos son portadores del gen. Aunque tu padre nunca creyó eso. Por lo que te dejo todo un listado de instrucciones en caso que seas portadora.- señalo el diario.
-¿Instrucciones?- aun no podía creer lo que estaba escuchando. Mire el diario, recordando lo insistente que se habia puesto Billy para que lo leyera.
-Si.- Fred suspiro. –Al parecer, la transformación se ve causado por otro ser.- me miro fijo y yo hice lo mismo. –Un vampiro.- luego de unos minutos de mirarnos, bajo su mirada y siguió caminando a mi alrededor. –Por lo que he llegado a la conclusión de que, si eres portadora del gen y al parecer lo eres, lo que estas experimentando, lo del dolor, los mareos y la sed extrema, se debe a que estas entrando en “fase”.- volvió a dibujar las comillas  y se detuvo frente a mí, de nuevo. –Es por esa razón que no permitiré que te vayas de aquí.- cruzo sus brazos sobre su pecho. Negué con mi cabeza, asimilando todo y lo mire seria y desafiante.
-No.- susurre. –Esta es una razón mas para que lo haga.- levante el diario colocándolo frente a su cara, mientras mis lágrimas recorrían mis mejillas. –Si lo que dice mi padre, y si lo confirma un ADN, debo hacerlo.- me gire y comencé a caminar. -¡No los pondré en peligro!- gruñí.
-¡No! ¡No permitiré que te vayas!- su mano sostuvo mi brazo, presionándolo con fuerza y evitando que huyera.
-¡Suéltame!
-¡No!- me acerco hacia el con fuerza y violencia. -¡Te quedaras aquí hasta que te recuperes! ¡Podrías estar muriendo y no lo permitiré!- comenzó a arrastrarme de nuevo hacia la casa. –Ellos sabrán que hacer contigo.
-¡Suéltame, Fred! ¡Ellos no pueden ayudarme! ¡Suéltame!- grite y forcejeé sin éxito de liberarme. –¡¡No quiero matarlos!!
-Si ese es el precio, que así sea.- susurro, presionando más mi brazo.
-¡¡¡No!!!- me libere y lo empuje lejos. Golpee su pecho y Fred salio despedido por el aire, chocando contra un árbol, el cual produjo un gran estruendo y cayo sobre el. –Lo siento.- susurre, siendo conciente que el me oiría. Y comencé a correr de nuevo, sin mirar atrás.

Sabia que Fred no habia sufrido daño ante aquel ataque. Pero eso no lo hacia menos doloroso. Ni para el, ni para mi.

Mientras corría a gran velocidad, atravesando el bosque nocturno y un ancho río, mis lágrimas recorrían en abundancia mis mejillas.

Esto ya era demasiado. Y Rosalie tenía razón. Era un mounstro.

-¡Un mounstro!- susurre entre lagrimas, sintiéndome abatida por el dolo de saber lo que realmente era. Pero más que nada, por el hecho que, siendo lo que era, solo ponía en peligro a cuantos se me acercaran.

Esta vez ya no corría, solo caminaba sin rumbo fijo. Sin mirar a mí alrededor. Y como forma simbólica de aquel dolor que sentía, la lluvia se hizo presente, tal vez solo para borrar mis huellas y mi rastro, aunque no hacia falta.

Todo el bosque estaba en silencio, siendo bendecido por aquella lluvia nocturna, mojándome a mí también. Y no me importaba.

Seguí caminando, aferrando el diario de mi padre a mi pecho, la única pertenencia que habia logrado traer conmigo –gracias a Fred-, sintiendo, por alguna extraña razón, frío. Por lo que decidí buscar algún refugio y así pasar mi primera noche sola.

Mientras caminaba, note que los árboles eran cada vez más escasos, por lo que deduje que debía de encontrarme camino a las montañas.

El aire hacia que me estremeciera, al golpear mi cuerpo empapado y mis pies embarrados. Por lo que apure la marcha, hasta que, a lo lejos, divise una vieja casa. Y decidí ir hacia ella.

Mis instintos estaban adormecidos por el dolo y el frío que recorrían mi cuerpo. Por lo que no lo oí llegar por detrás de mí y agarrar con sus fuertes mandíbulas mi remera y aventarme lejos.

Mi cuerpo dio contra un árbol y caí al suelo fuertemente, quedando algo mareada. Mi vista y la negrura de la noche, combinada con la extensa lluvia, no dejaba que divisara bien a mi atacante. Solo podía oír un gruñido y el latir de un corazón exaltado, bombear sangre.

-No me mates.- susurre débilmente, pero sin miedo en mi voz. Por alguna extraña razón, no lo sentía. Pero no estaba de más hacerle saber a mi atacante que no era una digna oponente y que solo quería que me dejaran en paz.

Mi atacante misterioso se quedo en silencio y desapareció en el bosque. Por lo que aproveche ese momento para colocarme de pie, pero no pude. Un horrible crujir salio de mis costillas y me obligo a permanecer en el suelo, quejándome del dolor.

“¡Genial, mas dolor!”, pense.

El frío volvió a estremecer mi cuerpo, haciendo que aquel dolor por mis costillas rotas, se incrementara. Mi respiración comenzó a disminuir a causa del dolor y el frío. Sabía que solo seria cuestión de tiempo para que ambos factores, dolor y frío, me hicieran desmayarme. Por lo que no pelee contra eso. Solo quería que el dolor se fuera.

Mientras me dejaba absorber por los primeros estados del desmayo, oí pisadas acercarse hacia mí.

-¿Quién es?- susurre. – ¿Quién anda ahí?- trate de moverme pero no pude. Y nadie contesto mis preguntas.

Mientras me retorcía y esperaba el ataque, de aquel o aquello que se estaba acercando a mí,  sentí como unos brazos se posicionaban bajo mi costado derecho, levantándome del frío y húmedo suelo.

-¡Aahh!- grite del dolor. Aquellos brazos se tensaron y me aferraron más contra un pecho desnudo y calido. Muy calido para estar bajo la fría lluvia nocturna. – ¿Quién eres?- trate de abrir mis ojos pero la lluvia, que caía en mi rostro, me lo impedía.
-Seth.- susurro y sentí como apresuraba sus pasos. Su voz era dulce pero con cierto tono de preocupación.
-¿Seth?- coloque mi rostro en su cuello. –Tengo mis costillas rotas.- susurre mientras ahogaba un quejido de dolor.
-Lo siento.- dijo el, al tiempo que oí como crujían lo que parecia ser unas maderas.

La lluvia dejo de golpearnos, y el ambiente cambio de frío a calido. Olfateé leños quemándose, un pastel de cerezos y café. Pero el olor que mas golpeo mi nariz, fue aquel distintivo olor de lobo.

Mi cuerpo estaba demasiado cansado como para pelear y huir. Por lo que me deje llevar por aquel desconocido llamado Seth, quien me deposito en lo que parecia ser una cama.

Pude oír como corría por la casa y, débilmente, abrí mis ojos para darme con el, de espaldas, buscando frazadas de un armario. Las coloco encima de mí y se encamino a mi costado derecho.

-Necesito ver tú…- señalo mis costillas. Su rostro estaba serio y mojado, al igual que todo su torso desnudo, a causa de la lluvia. Sus rasgos físicos resaltaban bajo aquella humedad. Su pelo corto y negro, hacían relucir más su piel cobriza. Y sus ojos marrones oscuros, mostraban la preocupación que su rostro no lo hacia. –Por favor.- dijo, cortando mi admiración hacia el. Me quede mirándolo por varios minutos más y, luego y lentamente, levante mi remera para dejar al descubierto mi costado derecho. Sus ojos se clavaron en el morado violáceo que mostraba mi piel en aquella zona. Su asombro lo hizo acercarse y colocar sus dedos, húmedos y calientes en el, haciendo que mi piel se erizara. Pero en cuanto presiono, me queje y grite, sintiendo como mis costillas se acomodaban.
-¡¡Aaahh!!
-Llamare a Carlisle.- dijo preocupado.
-¡No!- tome su mano, deteniéndolo y el me miro. –Por favor, no.- dije dejando escapar unas lágrimas. –Estaré bien. Solo…- respire mientras el seguía mirándome. –Se están acomodando.- susurre. –Por favor, no lo llames. No tienen que saber que estoy aquí. Por favor.- suplique sollozando, sin soltar su mano. El solo asintió y soltó mi mano, colocando otra frazada en mi cuerpo.
-Lamento haberte atacado.- dijo apenado. –No pude reconocerte bajo la lluvia. Ni tampoco percibir tu olor.
-¿Fuiste tu?- susurre. El volvió a asentir.
-Lo siento.- volvió a disculparse.
-Tranquilo.- sonrei un poco. –No es tu culpa. Nadie puede percibir  mi olor.- me acomode y cerré mis ojos. –Así que estas perdonado, Seth.- oí como trataba de contener una risa.
-Será mejor que te deje descansar.
-Si.- susurre, quedándome casi dormida.
-Estaré afuera por si necesitas algo.- su voz se oía lejana, como un susurro débil.
-Seth…- los abrí a la fuerza y lo mire, saliendo de la pequeña habitación. El se giro para mirarme.
-Tranquila. No le diré a nadie que estas aquí.- me regalo una sonrisa y salio de la habitación. –Descansa, Row.- fue lo último que dijo. Y así lo hice.

Caí rendida y sin fuerzas, ante la inconciencia del sueño, gracias al cansancio y el dolor que mi cuerpo sentía. Y este ultimo, el dolor, trajo en sueños las imágenes de mi ataque de la noche anterior.

Podía distinguir cada rostro, cada palabra y aun así, sentirlo como si estuviera pasando otra vez.  Las palabras de Rosalie resonaban con más fuerza. Con más rudeza y frialdad.

“¡Ella es un peligro!”… “¡Nos matara a todos!”… “¡Hay que destruirla!”

La imagen de ella, acercándose a mí para matarme, hizo que reaccionara y despertara.

-¡No!- grite, al tiempo que me sentaba y miraba toda la habitación, exaltada. Y mientras lo hacia, cayendo en la cuenta de que solo se habia tratado de un sueño, trataba de controlar mi agitada respiración.

Mis ojos volvieron a revolotear en la habitación, esta vez algo mas tranquila.

Un haz de luz dorada que atravesaba por una ventana, de diámetros normales, llamo mi atención, lo que hizo que me levantara de la cama y caminara hasta ella. Y en cuanto lo hice, note que aquel dolor, causado por mis costillas rotas, ya no estaba. Lo que llevo a mi curiosidad miras por debajo de mi remera y dar con que el morado violáceo de aquella zona, ya no estaba, y que mis costillas, al simple tacto de mis dedos, se habían acomodado perfectamente, volviendo a su lugar de origen.

No pude evitar sonreír ante aquel hecho y, mientras lo hacia, oí ruidos de una motocicleta afuera.

Al salir de la pequeña habitación, la luz del día hizo que cerrara mis ojos, dificultando un poco mi visión.

Toda la casa estaba iluminada con aquella luz dorada y brillante. Fuera, el día estaba soleado y calido. Extraño, considerando que habia llovido toda la noche y que hacia frío.

El ruido de la motocicleta, seguía rellenando el tranquilo y silencioso lugar. Pero en cuanto me encamine hacia la salida, mis ojos se posaron en la pequeña mesa redonda, ubicada en el centro de la cocina.

Estaba adornada para un desayuno de dos personas, con algunos platos repletos de cosas dulces y otros de cosas saladas, dos tazas, dos tazones, dos cucharas y dos vasos con jugo. Si bien no era abundante, -y exagerado como el que habían preparado una vez los Cullen para mi- este, era agradable a la vista. Te hacia sentir como si estuvieras en tu propia casa.

Mientras admiraba aquella mesa preparada tiernamente, y sin poder resistirme a sonreír, oí como el ruido de la motocicleta de detuvo y era suplantado por el de un motor de una… ¿camioneta?

Me encamine hacia una de las ventanas que daba hacia el frente de la casa, y vi a Seth sentado en el suelo, y sostener en sus manos un casco de motocicleta, que la parecer estaba reparando mientras la camioneta se acercaba hacia la entrada.

Reconocí de inmediato aquella camioneta. Pertenecía a Sue Clearwater, la madre de Leah.

-Hola hijo.- “¿Hijo?”, me escondí en uno de los costados, para evitar que me viera.
-Hola, ma. ¿Qué haces por aquí?
-Vine a traerte esto.- me estire un poco y espíe. Sue le entregaba una bolsa de papel grande, las típicas que te dan en tiendas de supermercados.
-¿Qué es?- Seth miro dentro de ella, curioso.
- Solo algunas cosas para que desayunes y almuerces.- sacudió el pelo de Seth dulcemente.
-Gracias.- sonrío un poco y la abrazo. –Pero ya desayune.- mintió.
-Bien, ese caso, puedes guardarlo para mas tarde, por si te agarrad hambre.- Sue se quedo mirándolo mientras el asintió lentamente. “¿Por qué le mentía? ¿Y porque no le decía que yo estaba aquí? ¿O ya se lo habia dicho?”. Sacudí mi cabeza y volví a espiarlos. – ¿Por qué no regresas a casa? Charlie y yo te extrañamos. Y…
-Sabes bien porque no lo hago.- interrumpió Seth secamente. –Estoy bien aquí.- Sue asintió una sola vez y bajo su mirada.
-Esta bien.- susurro y su voz se lleno de tristeza y pena ante las palabras de su hijo. Seth coloco la bolsa en el capo de la camioneta y abrazo a su madre tiernamente, y esta hizo lo mismo.
-Iré a visitarte pronto.- le susurro sin soltarla.
-¿Lo prometes?- ella lo miro tiernamente.
-Lo prometo.- el le sonrío y beso su mejilla. Sue se giro sonriente y más tranquila, metiéndose en la camioneta. –Dile a Charlie que lo veré para el juego del súper tazón.- tomo la bolsa mientras su madre ponía en marcha el motor.
-Lo haré.- le sonrío, mientras arrancaba y daba marcha atrás. Seth camino un poco viéndola y saludandola con la mano, hasta que su madre se alejo tocando la bocina.

Al tiempo que salía de mi escondite y me paraba en la entrada del porche, sin que el se diera cuenta, lo vi quitarse su camisa a cuadros. Era la primera vez que veía a unos de los Quileute usar algo de ropa en ese torso musculoso y bien marcado. Y eso me hizo sonreír.

-¿Necesitas ayuda con eso?- le pregunte mientras el se giraba a mirarme.
-No.- me sonrío ampliamente. – ¿Cómo te sientes?- se acerco y subió al improvisado porche de un salto.
-Mucho mejor, gracias.- coloco la bolsa en una silla de madera que habia cerca de nosotros. –Así que eres hijo de Sue Clearwater.- pase por su costado y me senté en el único escalón. El me miro y rió un poco.
- Y hermano de Leah, si.- se sentó a mi lado y me miro. – ¿No lo sabias?
-Nop.- acomode mi pelo hacia un costado y lo mire. – ¿Por qué no le dijiste que estaba aquí?
-Me pediste que no lo hiciera, ¿recuerdas?- sonrió de lado.
-Oh, ¡cierto!- reí tontamente al haberme olvidado de que así fue. Nos quedamos en silencio por unos minutos.
-¿Por qué huiste de la casa de los Cullen?- aun me miraba fijamente.
-¿Cómo sabes que huí?
-Por lo que me pediste.- sus ojos estaban clavados en los míos. –Y porque, esta mañana, Jacob nos reunió a todos para decirnos que habías huido. Y que si te encontrábamos le informáramos.- desvíe mi mirada de el.
-Formas parte de su manada.- susurre. –Eres aquel lobo color arena que vi en…- volví a mirarlo al tiempo que el me interrumpió.
-Si.- sonrió. –Y tranquila, que el ni nadie sabe que estas aquí.- se puso de pie y me miro. – ¿Quieres desayunar?- asentí al tiempo que lo vi entrar. ¿Por qué hacia aquello? ¿Por qué no delatarme con Jacob y los Cullen en cuanto mi paradero? ¿Por qué sentía mi pecho agitarse cuando el me sonreía? –Y… ¿Row?- me detuve al tiempo que el se detuvo y me miro por sobre de su hombro, aun sonriendo. –Puedes quedarte el tiempo que quieras aquí. Aquí estas a salvo. Nadie sabrá que estas aquí. Lo juro.