domingo, 30 de octubre de 2011

Capitulo 23: Hibrida.




Aquel vampiro llamado Eleazar, no paraba de mirarme fijamente.

Aquellos ojos amarillos, reflejaban horror, susto… y miedo. ¿Pero porque? ¿Qué podía saber el de mí? ¿Qué vio en mí para temerme?


Todo el salón estaba en silencio, esperando a que aquel extraño –al menos para mi- hablara. ¿Pero que podía decir que no fuera tan evidente como el hecho de que no era de su agrado y que por alguna extraña razón, me temía?


-“Carlisle no sabe en lo se esta metiendo esta vez”- sus pensamientos eran furiosos. Sus ojos se posaron en Edward y los de el en Eleazar. Ambos estaban tensos, tanto, que Jasper lo sintió también. –“¡Ella no debería existir! ¡No puede existir!”- la voz de aquellos pensamientos, gritaban con desaprobación y horror. Los ojos de Eleazar me miraban fijamente, llenos de furia. Y conocía esa mirada, y la conocía bien. Ya la había visto antes. Me tense, quedándome inmóvil en mi lugar, mirando como Eleazar abría y cerraba sus puños, al momento que bajaba de las escaleras pausadamente. Y en cuanto lo hizo, Jasper se coloco delante de mi, Emmett y Alice a mis costados y Edward a mis espaldas, junto con Esme y Rosalie. -¡Es una hibrida!- gruño al tiempo que los miraba a todos, sin entender la reacción de los Cullen.

-¡¿Hibrida?!- aquella mujer que acompañaba a Eleazar, me miro con el mismo horror y temor, pero también asombrada. Y fue ese asombro la que le hizo bajar de las escaleras velozmente. Pero su esposo la tomo por el brazo, deteniéndola, cuando quiso acercarse a mí y a mi escudo.
-Si. Y una muy poderosa.- su mano arrastro a su esposa hasta su costado, sin dejar de mirarme, como si esperara algún tipo de reacción por mi parte. –“Y peligrosa”- pensó.
-¡Eso es imposible, Eleazar!- los ojos de aquella mujer iba de Eleazar a mi, una y otra vez. –Es solo una niña.- susurro la mujer apenada.
-Me llamaste por información.- dijo seriamente a Carlisle, mirándolo de reojo. –Bien… ¿Qué quieres saber sobre ella?
-Todo.- conteste por Carlisle, sin darle la posibilidad de que hablara. El me miro y sonrío un poco. –Quiero saber todo sobre mi.- toque el hombro de Jasper y, este, me miro, algo dudoso, asintiendo una sola vez y moviéndose un paso, hasta quedar junto a Alice. –Pero mas que nada, quiero saber porque me considera un peligro.- camine hasta el lado de Carlisle, sin dejar de mirar a Eleazar. Este, bajo las escaleras, sonriendo de lado irónicamente.
-No tienes ni la mas minima idea de lo que eres ¿no es así?- se coloco delante de mi, a una distancia que considero prudente y segura, aun tenso. Note de reojo como Jasper se tensaba y miraba a Eleazar fijamente, atento a cada uno de sus movimientos. Y no era el único. Edward también lo hacia.
-Si lo supiera, no estaría aquí.- dije desafiante. –Los Cullen creen que usted puede darme la información que necesito sobre lo que soy.- Carlisle toco mi hombro, sin dejar de sonreír. –Si usted tiene esa información, se lo agradecería que me lo dijera. Si no lo hace por mí, al menos hágalo por ellos.- suspire y mire de reojo a Rosalie. –No quiero volver a atacarlos.- susurre bajo.
-¿Qué?- farfullo Eleazar, mirando horrorizado a Carlisle, quien coloco su brazo en mis hombros.
-Debes sacar esa idea de tu cabeza, Row.- susurro Carlisle tiernamente. –Nada nos paso. Y solo lo hiciste por defender tu postura. No debimos obligarte a beber sangre humana.- dijo apenado.
-¿La obligaron a beber sangre humana?- musito Eleazar asombrado.
-Tratamos.- contesto Carlisle sin dejar de sonreír. –Pero su fuerza de voluntad, ante su postura de no hacerlo, fue más fuerte. Aun cuando ella estaba sufriendo.- Carlisle me miro y en sus ojos note cierto brillo de orgullo y respeto, y eso me hizo reír un poco.
-Eso es imposible.- susurro incrédulo, y mas asombrado aun, Eleazar.
-No lo es.- Fred se hizo presente en aquel salón. –Desde que despertó, Row solo se ha alimentado de sangre de animal.- se acerco, colocándose al lado de Edward, con su postura seria y de brazos cruzados, mirando a Eleazar seriamente, casi con enojo y odio. –Lo se porque yo mismo la he estado vigilando.- volvió su mirada hacia mi y sonrío de lado.
-¿Tu la convertiste?- prejuzgo Eleazar, mirándolo fijamente y haciéndole frente.
-No.- me coloque delante de Fred, utilizando mi cuerpo como escudo, en caso de un posible ataque hacia mi salvador. –El solo me salvo la vida.- dije firmemente, sin dejar de mirar a Eleazar.
-Te contaremos todo lo que quieras saber, Eleazar. Sabes bien que no hay secretos entre nuestras familia, y que aun te debemos el que te hayas involucrado en el pasado para defender a Nessie.- dijo Carlisle, colocando su mano derecha en el hombro de Eleazar y este lo miro.- Pero necesitamos que nos digas que es lo que sabes sobre los híbridos. Necesitamos saber que podemos hacer para ayudar a Row.
-Carlisle, sabes que res mi amigo y parte de mi familia, y que no me debes nada con lo sucedido en el pasado. Era nuestro deber también proteger a una niña inocente, libre de culpa de venir a nacer en nuestro mundo.- miro de reojo a Edward y este sonrió. –Pero en cuanto a ella…- se giro y me miro fijo a los ojos. Y pude verlo claramente. –…debo decirte que nada puedes hacer.- y allí estaba, la tan odiada lastima y pena. Las odiaba a ambas. –“Morirás dentro de poco”.- pensó.
-No puede ser cierto.- susurro Edward y todos lo miraron sin saber que sucedía. Mis piernas temblaron ante aquella revelación.
-“Me lo merezco”.- pensé, sin el suficiente valor para mirar a Edward, pero siendo conciente de que estaba atento a mis pensamientos tanto como a los de Eleazar.
-¿Qué sucede? ¿Qué leíste en su cabeza?- pregunto Fred, mirando a Edward. Y al ver que nadie le contestaba grito. – ¡¿Qué esta sucediendo?!
-¿Eleazar?- susurro la mujer, cuyo nombre aun no sabia, tomando la mano de su esposo. Este la miro con la misma pena.
-Lamentablemente, el periodo de vida de los de su especie, es corto.- volvió a mirarme fijamente a los ojos. –Solo de unos meses, como mucho y con suerte, un año.- suspiro. –“Lamento ser el portador de esta noticia”.- pensó. Sonreí de lado, secando una lagrima que se me había escapado sin que nadie lo notara.
-Alguien como yo no debería existir ¿no es así?- lo mire fijamente.
-Debe haber algo que podamos hacer por ella.- susurro la mujer, que no paraba de mirarme. Como si la noticia, de mi proximidad a la muerte, le afectara realmente.
-Lamentablemente no podemos hacer nada.- suspiro pesadamente. –Una mordida de nuestra especie a la suya, a un metaformos, como a cualquier humano, es letal.- soltó la mano de la mujer y se encamino hacia mi, sin dejar de mirarme. –En ambos casos, nuestra ponzoña los convierte. En el caso de un humano en alguien como nosotros, un vampiro. Pero en ellos…
-Los convierte en híbridos.- murmuro Carlisle pensativamente.
-Asi es.- respondió Eleazar.- Ambos también comparten factores en común.- comenzó a caminar a mi alrededor, como si me examinara. –La muerte en el proceso de transformación, es uno de esos factores. Ambos cuerpos son débiles para nuestra ponzoña.- podía sentir su respiración en mi nuca, muy a pesar de que me rondaba a una distancia en la cual no me tocaba. –El otro factor, es que pueden o no desarrollar dones a ambas especies. Aunque, en el caso de los metaformos, solo hace que disminuya su probabilidad de existencia.- se detuvo frente a mí, notando, una vez más, en sus ojos amarillos, su pena y lastima que aun me tenía. Incluso podía sentirlas, haciendo desaparecer ese odio que en un principio sintió por mí. Aunque sabia que no era hacia mi realmente, sino hacia lo que era.
-Entonces ella no entra en esa descripción.- farfullo Edward. –O…
-Entraría como humana.- termino Carlisle.
-¿Disculpa?- murmuro Eleazar, mirando sobre su hombro izquierdo a Carlisle.
-Cuando Row fue mordida, no estaba en fase de transformación.- explico.
-Pero creí que me habías dicho…
-Si Eleazar, Row es una metaformos, lleva los genes en su sangre.- sonrió de lado. –Pero, al momento que la atacaron, ella aun era humana.
-Explícate mejor, querido Carlisle.- volvió a mirarme.
-Mejor que lo haga quien la ha cuidado todo este tiempo.- Carlisle miro a Fred. Este se tenso, mientras todos lo miraban, y clavo sus ojos negros en mí. Fred llevaba días sin alimentarse y sus ojos reflejaban aquella sed que sentía.

Mientras Fred explicaba y contaba con detalles todo lo sucedido – desde mi ultimo día como humana, hasta el día que desperté y llegue aquí- afuera de la casa, los lobos no paraban de gruñir y hablar sobre lo que estaba ocurriendo, sintiéndose algo excluidos del tema.


Podía oírlos a todos. A Jacob con sus pensamientos serios y tratando de mantener el control en su manada, atento y en la espera de que yo hablara, mientras que se preguntaba -una y mil veces- si había hecho bien en quedarse afuera. A Leah, con sus pensamientos llenos de furia, tratando de convencer a Jake en que seria mejor informarle a Sam y a los del Consejo, mientras que Quil y Embry debatían en quien le daría el mordisco para que ella dejara en paz a Jacob y se callara de una vez.


Podía oírlos a todos ellos, pero no a Seth. Lo cual llamo mi atención, olvidándome, por unos minutos, de la charla que mantenían Fred y Eleazar.


¿Dónde podría estar? ¿Qué sucedió entre el y Jacob? ¿Sabría ya Jake que todo este tiempo estuve oculta en casa de Seth? ¿Lo habría castigado? Esa eran las preguntas que surgieron y rondaban en mi mente al notar la ausencia de pensamientos por parte de Seth.


Suspire pesadamente, y mientras lo hacia, mis ojos se perdieron en los enormes ventanales del salón, mostrándome un hermoso atardecer con el bosque de escenario.


-“Tranquila”.- pensó Edward. Me gire para mirarlo. –“Jacob le ordeno a Seth ir con Sam para averiguar si saben lo que esta pasando”.- me regalo una sonrisa. –“Y no sabe nada de tu complicidad con el”.- reí internamente, mirando al suelo.

-“Gracias”- pensé y mire a Carlisle, quien estaba serio y concentrado. –“¿Qué le sucede a Carlisle?”
-“Nada malo. Solo esta tratando de averiguar como es que una transfusión detiene mas rápido tus dolores que el beber directamente la sangre”.- volvió a mirarme. –“No quiere darse por vencido contigo”.- sonrió de lado. Saber eso solo me hizo sentir culpa y gran admiración hacia Carlisle. Se estaba jugando su existencia y todo su conocimiento, como medico, en salvar mi vida.
-“¿Estas bien?”- pensó Jasper, mirándome fijo, sin soltar la mano de Alice, quien también fijo sus ojos en mi. Lo mire asombrada, mientras asentía una sola vez, regalándole una sonrisa. –“No me mientas”.- sonrió de lado, y mire a Edward.
-“¿Puede sentirme?”- Edward rió un poco y miro a Jasper.
-“Gracias a tu mordisco”- miro a su hermano, intercambiando miradas y sonrisas picaras. Era por esto que Jasper no me odiaba. Ahora podía sentirme y sacar, por el mismo, las conclusiones de cuan peligrosa era para el y su familia.
-Creo que deberian hablar de esto en tu despacho, Carlisle.- dijo Esme cordialmente. –Allí estarán más tranquilos y no pondrán tan nerviosa a Row.- me miro y sonrió. –La pobre ya ha pasado por mucho.- se encamino hacia mi y tomo mis manos.
-Estoy de acuerdo con Esme.- dijo la mujer, saliendo de atrás de la protección a la cual Eleazar la mantenía.
-Y yo.- dijo Jasper. –Necesitas un poco de aire fresco.- me miro, aun sonriendo.
-Estoy de acuerdo con Jasper.- intervino Emmett, con su postura de brazos cruzados sobre su pecho, todo sonriente y con sus ojos picarones sobre mi. –“Aunque lo que realmente necesita, es una buena distracción. Una pelea, por ejemplo.”- pensó. Edward y yo reímos.
-“No le gusta perder ¿no es así?”
-“No. Su orgullo se lo impide.”- contesto Edd, sin dejar de reír.
-¿Qué?- farfullo Emmett, mirándonos, sin entender el porque de las risas.
-Eleazar, Fred.- susurro Carlisle cordialmente y señalo el camino hacia su despacho. –Por aquí, por favor.- Eleazar me miro una vez más y siguió a Carlisle seriamente. Fred me regalo una sonrisa torcida, de esas que tanto me gusta ver, y guiño un ojo, desapareciendo tras Carlisle y Eleazar.
-Disculpa a Eleazar.- dijo la mujer extraña aun para mí. –Suele ser algo… cerrado y excéntrico ante lo que somos y de lo que somos capases.- sonrío. –Pero es una buena persona.- se encamino hacia mi pausadamente, como si dudara de mi y mi tranquilidad; extendió su mano, algo temblorosa ante mi, y se presento. –Soy Carmen Denali.
-Es un placer.- tome su mano y, esta, se sorprendió al notar el calor en la mía, mirándola fijamente. Esme se coloco a mi costado y coloco su brazo en mis hombros.
-¿Deseas algo de comer o beber?- susurro dulcemente. –Puedes pedir lo que desees y lo preparare con gusto.- me giro guiándome al sofá.
-No, gracias.- la mire sonriendo.
-Ella ya se alimento, Esme.- dijo Edward, mirándonos a ambas sonriendo.
-Oh.- Esme miro a Edward y luego a mí. –Bueno, si llegas a tener hambre, solo avísame ¿si?
-Lo haré, gracias.- Aquella amabilidad de Esme, sin importarle si corría o no peligro conmigo, me hacia recordar a mi madre. Siempre predispuesta a ayudar, a dar amor por sobre todo. Y fue ese amor el que me lleno de angustia y dolor por recordar a mi difunta madre. –Si me disculpan, creo que seguiré el consejo de Jasper.- lo mire, mientras liberaba mis hombros del brazo de Esme con delicadeza y sin lastimar sus sentimientos con mi acción. –Necesito tomar un poco de aire fresco.- Jasper sonrió y asintió. –Permiso.- susurre mirándolos a todos. Pero al girarme hacia la puerta, Rosalie impedía que avanzara, colocándose tensa ante mi.
-Rosalie.- murmuro Edward, borrando de su perfecto rostro aquella sonrisa que había mostrado todo el tiempo, para fulminar con la mirada a su hermana. Esta, luego de un momento de mirarme desafiante, se movió a un costado, dejándome el camino libre.
-Gracias.- susurre. Ros movió su rostro hacia un costado, chistando y arrugando su nariz como si yo apestara. No le preste atención y salí por la puerta, aferrando el diario de mi padre a mi pecho, tomando exageradamente aire, una y otra vez, fuera de la casa.

Comencé a caminar hacia el bosque, sin mirar hacia atrás.


Necesitaba estar un tiempo, unos minutos, sola y sin que nadie se sintiera en peligro ante mi presencia. Porque era así como ellos se sentían, en peligro.


A unos cuantos metros –no muy lejos de la casa Cullen- me detuve. Y como si el destino se burlara de mí, un tronco en medio del camino impedía que avanzara más allá.


Reí ante la ironía de aquella situación y me encamine hacia el tronco, sentándome en el y sintiendo mis lagrimas amenazar, con su exposición, mi rostro.


Aquella noticia que Eleazar había traído, me estaba absorbiendo. Y a aquella absorción, se le sumaba el cansancio y la tristeza. Cansancio por tener que huir de lo que era, por tener que enfrentar siempre una nueva realidad, una nueva situación. Mi muerte. Y tristeza por no haber llegado a disfrutar de mi nueva familia, por no tener el valor de decirle a Sam que el era mi hermano y que lo estuve buscando desde que puse un pie fuera del hospital; tristeza por saber que la noticia –una vez que se volviera realidad- le rompería el corazón a Billy, a Emily, a Sue, a Jacob…


Suspire mientras acariciaba la tapa del diario, sintiéndome incapaz de seguir nombrando a todos aquellos que se verían afectados por mi muerte. En especial, pensar en… Baje mi mirada hacia el diario, ubicado en mi regazo.


Aquel diario, que tanto protegía y había llevado todo este tiempo conmigo, parecía tener las respuestas a lo que era mi otra mitad, a lo que eran Sam y el resto de los chicos. Y había llegado el momento de leerlo y, así, descubrir mi lado Quileute.


Tire del fino cordón de cuero –que al parecer Billy había colocado- y desate el nudo. Tome con temor el diario en mis manos y comencé a pasar las hojas –amarillentas por el paso del tiempo- moviendo en un solo movimiento, de izquierda a derecha, el diario. Pero al hacerlo, estas se detuvieron a la mirad del trayecto, donde una fotografía servia de señalador. Era la fotografía donde estábamos Billy, mi madre y yo.


“Billy”, pensé mientras sostenía la foto, observando solo a mi madre, y suspirando ante el dolor que causaba saber que era lo único que tenia de ella.


Luego de unos segundos de observar aquella fotografía, la aparte y, debajo de esta, se encontraba el sobre blanco que llevaba el nombre de Sam Uley. Lo tome en mis manos, girándolo, dudando en si era lo correcto o no abrirlo.


“¡No, Row! No es de tu incumbencia abrirlo. No te pertenece. Es de Sam y solo el puede abrirlo”, pensé mientras colocaba el sobre junto a la fotografía. “Además… ¿Qué puede decir que no sepas ya?”


Al tiempo que volvía mi vista, decidida a solo concentrarme en saber que decía el diario, una palabra en aquellas hojas amarillentas resaltaba en letra grande y oscura. La palabra “IMPRIMACION”. Bajo de esta, decía:


<<La imprimación es la unión mas fuerte que podemos llegar a sentir, los Quileutes, por un humano.


Si llevas el gen, no podrás escapar de ella. Y solo podrás imprimar a una sola persona, una vez que hayas pasado por el proceso de transformación…>>


La letra reflejaba seriedad ante el tema. Y cada vez que la palabra imprimación aparecía, esta, estaba escrita en mayúscula, como dándole importancia a aquella palabra.


<<Cuando sea el momento, y ya hayas imprimado, notaras ciertos cambios en ti. No te asustes, es parte del suceso. Y si ya estabas en pareja, lamento decirte que, por más que no quieras, tendrás que dejarla.


Tu unión hacia quien imprimas, será de por vida.


La continuidad de la manda Quileute depende de esto. Forma parte del proceso de ser quier eres. Y lamentablemente, no tienes elección…>>


Mi respiración se acelero ante lo que leía y comprendía.


¿A caso formaba parte de un perverso estilo de equilibrio sobrenatural de preservación del gen Quileute? De un gen que, lamentablemente, llevaba y que no solo estaba matándome, dado a mi otra parte – mi parte vampiriza-, sino que también ¿me uniría a una persona de la cual no podría separarme nunca?


-Impresionante ¿no es así?- murmuro a mi costado derecho Edward, haciendo que me sobresaltara. Estaba sentado a mi lado, con sus ojos puestos en mí.

-¡Maldición!- susurre y aferre el diario con fuerza sobre mis piernas, cerrándolo. –Me asustaste, Edward.- lo mire, aun sobresaltada.
-Lo lamento.- sonrió divertido al ver mi rostro y oír como latía desenfrenadamente mi corazón. –No fue mi intención asustarte.
-¿Qué haces aquí, Edward?- desvíe mi mirada de el.
-Vine a asegurarme de que estuvieras bien.- dijo aun sonriendo.
-¿A asegurarte de que estuviera bien?- lo mire y me coloque de pie, caminando varios pasos. – ¿O a controlar de que no haya escapado de nuevo?- sonreí un poco.
-En realidad, fue Esme quien me pidió que viniera a verte.- me gire para mirarlo. El aun se encontraba sentado en el tronco, mirándome fijamente.
-Oh.- asentí y ambos reímos un poco, quedándonos luego en silencio por varios segundos.
-Veo que has decidido leerlo.- señalo sonriente el diario.
-Sip.- suspire. –Creo que llego la hora de saber sobre mi gen.- mire el diario en mi mano izquierda. –Además, estoy un poco harta de quedarme de brazos cruzados y ver que otros se llevan la diversión.- volví a mirarlo, mientras sonreía de costado. El volvió a reír un poco.
-Y vaya que has empezado por un gran tema.- se puso de pie y cruzó sus brazos sobre su pecho. –La imprimación es un suceso extraño pero fascinante.- dijo misteriosamente.
-¿Fascinante?- repetí algo incrédula. – ¿Has visto que le haya pasado a algunos de la manada?- di un paso hacia el.
-“No hace falta que este en el lugar y en el momento en el que suceda”.- pensó mientras señalaba su sien con su dedo índice, sin dejar de sonreír. –Por lo visto Jacob no te lo ha contado aun.
-¿Contarme que?- di otro paso mas hacia el.
-Lo de Sam y Emily, el porque Leah dejo la manada de Sam para unirse a el, el porque nunca va a su casa cuando están Paul y Rachel, el porque Quil esta todo el tiempo con Claire…- avanzó un paso hacia mi. –Es por la imprimación.
-¡Woow, woow, woow, woow!- hice señas con mi mano para que se detuviera. –Espera… ¡¿Quil imprimo a Claire?!- dije al recordar a la pequeña Claire, inocente y juguetona. –Pero es solo una niña.- murmure. Edward rió un poco.
-Creo que será mejor que siguas leyendo el diario.- dijo sin dejar de reí. –Me sorprende que Jacob no te haya contado sobre esto.- lo mire fijamente, tratando de leer sus pensamientos, pero ocultaba muy bien aquello que no quería decirme. Ambos nos quedamos mirándonos en silencio y, antes de que pudiera preguntarle por aquello que ocultaba, Alice se hizo presente.
-“¿Interrumpo algo?”- pensó mientras se detenía a varios metros de nosotros. Y en cuanto la mire, note en sus ojos la proximidad a la que nos encontrábamos Edward y yo.
-No, Alice.- dijo Edward en voz alta mientras giraba su rostro un poco para mirarla y dedicarle una sonrisa. – ¿Qué necesitas?
-De ti, nada.- dijo sonriente y se encamino hacia mí. –Carlisle y Eleazar desean hablar contigo.- tomo mi brazo derecho, colocándose en medio de Edward y yo. Miro a su hermano al pasar y comenzó a caminar, arrastrándome con ella a su paso. Edward volvió a reír, pero esta vez ante algún pensamiento de su hermana, que no pude captar, dado a que mi concentración estaba en los pensamientos del divertido Edward. Y estos, no estaban diciendo nada.

El trayecto de regreso a la enorme casa, fue silencioso. Salvo por los pensamientos de Alice, quien no paraba de planificar días enteros de compras y salidas, mientras que los de Edward seguían en silencio. ¿Qué podría estar ocultando?


Llegados a unos metros de la entrada principal, Alice soltó mi brazo y se adelanto para anunciarme. Edward se quedo a mi lado, caminando a mi paso y, en cuanto llegamos a la puerta, la sostuvo para que pasara.


Una vez dentro y en el salón, y mientras mí nerviosismo crecía, todos se quedaron mirándome fijamente. Y todos estaban sonriendo, como si fuera que la nueva noticia que fueran a darme Carlisle y Eleazar los hiciera feliz. A todos, excepto a Rosalie, quien me miraba furiosa y seria.


Carlisle, Eleazar y Fred, salieron del despacho, seguidos, para mi gran sorpresa, por Jacob. Con tantos vampiros en el salón, era obvio que no pudiera percibir su olor.


-“¿Qué hace Jacob aquí?”- pensé mientras miraba a Edward.

-“Tranquila. Carlisle lo llamo para que le contara a Eleazar sobre lo que produce el gen Quileute.”- pensó y sonrió. -¿Y bien, Carlisle?- pregunto mirando a su padre. Todos miraron a Carlisle, esperando a que este hablara, pero el solo miro a Eleazar y asintió hacia el. Y este copio su gesto, concentrando su mirada en mí.
-Lamento si mi noticia anterior produjo algún sentimiento erróneo.- se encamino hacia mí, sin dejar de mirarme. –Mi reacción fue ante lo que eres y no ante quien eres. Veras…- suspiro. –los híbridos son seres despiadados, sin sentimientos. Temibles para cualquier vampiro de antaño como yo, quien los ha visto destruir aquelarres completos sin piedad ni misericordia. Incluso, en ocasiones, humanos inocentes.
-Entiendo.- susurre. –Pero yo no soy así.
-Lo se.- sonrió y se acerco otro paso mas hacia mi. –Cuentas con buenos amigos que te conocen mejor de lo que crees.- miro a Fred, quien estaba apartado de todos, pero atento a la charla. Lo mire y sonreí. Jacob lo fulmino con la mirada, mientras que Jasper y Edward reían bajo. –Eres un ser único Row Mcfilson.- Eleazar volvió a mirarme. –Y con la ayuda de Carlisle llegaras a controlar y manejar lo que eres.
-¿Disculpe?- susurre.
-Los dolores que has estado sintiendo…- intervino Carlisle. –se deben a que has estado atrasando tu transformación.
-¿Mi transformación?- lo mire.
-Si.- aseguro Jacob. –Tu transformación a lobo.
-¿Qué?- lo mire.
-Por laguna extraña razón, te rehúsas a convertirte. –Carlisle se coloco a la par de Eleazar. –Creemos saber el porque.- miro de reojo a Jasper.
-¿Jasper? ¿El?- mire a Jasper, quien estaba con sus brazos hacia atrás.
-No, no yo.- dijo el, mirándome. –Se debe a lo que te causa el proceso.- susurro el. –Tu cuerpo no soporta la transformación. Fue por eso que no llegaste a huir aquel día. Te agotas en el proceso.- sonrió de lado.
-¿Qué?- seguía sin entender nada de lo que hablaban.
-¿Recuerdas el día que te encontraron Jasper, Emmett y Leah?- me pregunto Carlisle. Negué con mi cabeza.
-Solo hasta el momento que empecé a sentir dolor.- dije. –Jasper le ordeno a Leah marcharse, mientras que Emmett me arrastraba lejos de ellos.- farfulle rápidamente, mientras mi respiración se agitaba en mis vanos intentos de recordar el después. –Luego el dolor se intensifico y me costaba respirar.
-Ese día entraste en el proceso de transformación. Te convertiste en lobo, pero tu cuerpo no resistió y consumió toda tu energía.- dijo Carlisle. –Cuando llegue, te encontré desnuda y semiinconsciente en el suelo.- tomo mis manos. –Fue tu lado vampirico y ese autocontrol sobre el lo que impidió que te transformes. Llegaste al punto de adaptar ambos seres en ti.- sonrió. –Tu lado Quileute humaniza a tu lado vampirico, mientras que tu lado vampiro detiene tus dolores.
-Eso lo explica todo.- murmuro Edward. –Cuando siente sed, su lado Quileute se encarga de controlarla y calmarla através de transfusiones. Y cuando la bebe…
-Retraso mi transformación.- concluí mirándolo. –Es decir ¿qué creo la necesidad de beber sangre por miedo a transformarme?- mire a Carlisle y a Eleazar, una y otra vez.
-No solo por miedo.- contesto Jasper mirándome fijamente. –Lo haces para no sentir dolor. Es tu cuerpo el creo la necesidad de beber sangre como mecanismo de defensa ante tu transformación.
-Y ese mecanismo es el que te esta produciendo los desmayos.- Carlisle soltó delicadamente mi mano y sonrió.
-Entonces… ¿es eso lo que me esta matando?- mire a Eleazar una vez mas. El rió un poco.
-No.- dijo mirándome. Es lo que trataba de decirte al principio de esta charla.
-¿Row no esta muriendo?- pregunto Esme, con cierto aire de alivio, colocándose rápidamente a mí costado derecho, volviendo a colocar su brazo en mis hombros y sonriendo.
-No, no lo esta.- hablo Fred, sonriendo de lado y acercándose al grupo. –Pero deberá dejar que salga su lado lupino si no quiere seguir preocupándonos con sus desmayos.- suspire aliviada ante aquella nueva noticia, sintiendo la necesidad de llorar de felicidad. Pero contuve esa parte.
-¿Y como lo hará?- pregunto Alice mirando a Eleazar.
-Con mi ayuda.- contesto Jacob seriamente. Lo mire y luego mire a Carlisle.
-Solo el y su manada saben como hacerlo.- dijo. –A no ser que quieras llegar al punto limite en que la sed te domine.- negué con mi cabeza fervientemente, decidida a no tener que pasar otra vez por aquello. –Eso pensé.- susurro Carlisle.
-¿Qué hay de su don?- pregunto Edward a Eleazar. Y este, a mí.
-En mis años que llevo como vampiro he visto a alguien tan poderoso como ella.- me miro. –Incluso los mismísimos Vulturis le temerían.- todos se quedaron en silencio, mirándome fijamente.
-¿Por qué?- pregunto Carmen. – ¿Qué don posee esta niña?- se acerco, colocándose a mi otro costado y sonriendo.
-Ese es el problema, mi querida esposa.- contesto Eleazar. –No hay palabra que describa su don.- sonrío. –Si bien, todos dirían que su don es el autocontrol, no es el único que posee en estos momentos… ¿o me equivoco?
-No lo hace.- conteste.
-Aprendes rápido de sus dones.- se acerco a mi un paso mas. –Y los utilizas para mantenerte a salvo y alerta. Pero al hacerlo creas una especie de control sobre ellos, que con practica podrías hacer incluso mas nítidas y duraderas las visiones de Alice, por ejemplo, quien podría ver incluso a los lobos.- miro a Alice y esta sonrió ampliamente.
-¿Qué hay de ese instinto de protegerla a ella que nos hace sentir a todos?- pregunto furiosa Rosalie. –Porque se que todos lo han sentido, incluso tu Eleazar.
-Así es.- dijo Eleazar, aun sin dejar de mirarme. –Lamentablemente no tengo explicación para eso.- se giro y camino hacia Rosalie, colocando su mano derecha en su hombro. –Lo único que puedo decirte Rosalie, es que ella no te hará daño con eso.- mire a Rosalie y esta bufo rindiéndose.
-Entonces…- mire a Carlisle. – ¿Cuándo empiezo mi entrenamiento?- Jacob se acerco a mi sonriendo ampliamente.
-Por mi, hoy mismo.- dijo.
-Creo que Row debería descansar por hoy.- intervino Fred.
-Estoy de acuerdo con el.- coincidió Jasper. –Demasiadas emociones juntas.- me miro y sonrió de lado. Jacob borro su sonrisa y se cruzo de brazos, mirándolo. Sabía que solo lo estaban haciendo para molestar a Jacob.
-Y deberías alimentarte.- dijo Alice. Todos, a excepción de Edward y yo, la miraron seriamente. –Hablo de alimentarse como humana.- Edward y yo comenzamos a reír bajo.
-Alice tiene razón.- dijo Esme. –Te preparare algo para cenar.- susurro mientras me abrazaba. –Me alegra saber que estarás bien.- murmuro dulcemente.
-Gracias.- murmure al tiempo que la soltaba y la miraba.
-Te ayudare en la cocina.- se ofreció Carmen. Y ambas se giraron hacia la cocina, seguidas por Rosalie, quien no quería estar en el mismo lugar que yo.

El resto, se acomodaron en el salón, ocupando el sofá y algunas sillas.


Edward se coloco en el piano y comenzó a tocar mi canción. Y no pude evitar sonreír al escucharla.


Afuera la noche se iba haciendo presente y, con ella, la finalización de un día de muchas revelaciones y secretos. Secretos por parte de Jacob y Edward.


Abordada por la emoción que reflejaba mi canción –interpretada en manos de Edward- no pude evitar pensar en aquellos tan temibles y renombrados Vulturis.


-¿Qué pasara cuando los Vulturis vengan aquí?- mire a Carlisle. –Porque los oí decir que vendrán.- busque con mi mirada a Edward, quien dejo de tocar el piano, y miro a Jasper. Pude sentir como crecía el odio en Jacob, gracias al don de Jasper. Y no era el único que lo sentía.

-Llegado el momento sabremos que hacer.- dijo seriamente Carlisle. Emmett sonrió ampliamente, mientras hacia tronar sus dedos de ambas manos y su cuello, como si estuviera precalentando para una pelea.
-¿Y si no me aceptan? ¿Si creen que no debo existir?- mis ojos se clavaron en Eleazar, recordando su reacción al verme. Y sus palabras retumbaban en mi mente… “¡Ella no debe existir!”… “¡Ella no puede existir!”

Ninguno contesto mis preguntas.


Todos los presentes se quedaron en silencio, agachando sus cabezas, llenando el lugar de pura tensión. Y sabía porque era. Incluso la postura divertida de Emmett lo indicaba.


Si no me aceptaban, librarían batalla para defenderme.