jueves, 25 de agosto de 2011

Capitulo 17: Verdades que duelen.


 Carlisle me guió por una puerta secreta que comunicaba la sala con el garaje. Y me asombre ante la magnitud del mismo. En el, podrían caber 10 autos muy bien estacionados y con suficiente espacio para pasar entre medio de ellos.

Se dirigió velozmente, en un solo movimiento, hacia el único auto que allí había, el Mercedes Benz S55 AMG color negro y de vidrios polarizados. Supuse que Jasper y Emmett no necesitarían de un auto para llegar a Forks. Después de todo, eran vampiros.

Me encamine hacia Carlisle lentamente, quien ya tenia la puerta del lado del acompañante abierta para mi. No tenía prisa en ir a casa de Billy. A decir verdad, no tenía deseos de verlo, no aun. Pero, llegado el momento en que Carlisle me lo pidió, no pude negarme. No después de todo lo que el estaba haciendo por mi y por Fred.

Su sonrisa era amable y perfecta en cuanto me acerque a el y me subí al auto, muy a pesar de que mi lento caminar hubiera desesperado a cualquier otra persona normal. Pero no a el. En su rostro no había ni un signo de desesperación.

Se subió al auto, con su rostro aun sonriendo, mientras yo me acomodaba en el asiento, tomando mis piernas y abrazándolas suavemente.

Mientras el maniobraba el auto para salir por el camino que conducía hacia la carretera, le di un vistazo a la casa.

Si antes me había parecido silenciosa y deshabitada, ahora lo parecía más, muy a pesar de que sabía que Jasper y Emmett se encontraban en ella aun.

La carretera estaba bacía. Una espesa neblina la cubría en su totalidad, haciendo que la vista de cualquier humano no llegara muy lejos. Pero no la de un vampiro como Carlisle, o como yo.

El día se estaba dando paso entre la negra noche, haciendo que el cielo aclarara.

Mire al pasar el reloj del tablero. Y este, indicaba las 07:00 AM.

-¿Estas bien?- me miro por un segundo. Solo lo mire y asentí, tratando de sonreírle mientras volvía a fijar mi mirada hacia el frente, apoyando mi mentón en mi rodilla derecha.

El silencio se hizo largo y profundo.

Mi mente estaba creando un caos de preguntas en mi interior. Preguntas que ahora giraban en torno a los Cullen.

Era tanta la curiosidad que tenía por aquella “familia”, que apostaba lo que fuera a que mi rostro reflejaba toda esa curiosidad.

-¿Puedo preguntarle algo?- volví mi mirada hacia el. –Solo será una sola pregunta, lo prometo.- trate de sonreír.
-Puedes preguntar todo lo que desees.- sonrió amablemente y pude sentir como disminuía la velocidad del auto. Tenía razón. Mi rostro reflejaba mi curiosidad, y lo vi en sus ojos.
-Es solo simple curiosidad…- lo mire fijo. -… por el color de sus ojos. No son iguales a los de Fred. Los de el son de un rojo muy intenso mientras que los de ustedes son de un color…
-Cobrizo, casi amarillos.- me interrumpió sonriendo.
-Si.- lo mire fijo y de mi rostro se escapo una leve sonrisa sin forzar.
-Mi familia y yo llevamos una vida totalmente diferente a la de tu amigo Fred.- y allí estaba el detonador de todas las nuevas preguntas que estaba generando mi mente. La palabra “Familia”.

Simplemente no lo entendía. ¿Cómo era que una simple palabra desatara tanta curiosidad en mí? ¿Cómo era que una simple palabra cambiara mi forma de verlos, borrando cualquier miedo o temor que pude haber sentido en el paso?

La palabra “familia” era algo que no encajaba en unos seres como ellos, ¿o si podía?

Me quede mirándolo fijamente, tratando de imaginarme como seria verlo a Carlisle en rol de padre e imaginando como seria su esposa.

-Al momento de nuestra conversión, solíamos tener el mismo color de ojos que Fred.- dijo sonriente mientras estudiaba mi rostro, confundiendo mi mirada de pensativa y rápidas deducciones por una mirada de inentendibilidad absoluta. –Pero fue nuestra alimentación basada solamente en sangre de animales lo que produjo nuestro cambio, no loso en el color de nuestros ojos, sino también en nuestra forma de ser. Esto nos permite una mejor relación e interacción con los humanos.- explicó amablemente.
-¿Es por eso que puede ejercer como medico?- desvié mi mirada un momento, tratando de asimilar y seguir el hilo de la conversación.
-Es una de la razones, si.- su voz aun sonaba amable y dulce. Como la voz de un padre explicándole cosas a un hijo.
-¿Pero como lo hace?- volví a mirarlo. –Es decir…- trague saliva. –usted vive en contacto con sangre humana todo el tiempo, siente su olor todo el tiempo ¿Cómo lo hace? ¿Cómo es que controla su instinto?- mi voz estaba llena de curiosidad, tanto o mas de lo que reflejaba mi rostro.
-Años y años de práctica.- me miro sonriendo ampliamente, como si mi pregunta le causara gracia.
-No soy la única que se lo ha preguntado ¿no es así?- sonreí un poco, sintiéndome tonta.
-No.- seguía sonriendo. –Muchos de nuestra especie se sienten atraídos por la curiosidad hacia nuestra forma de vida. Y muchas de las preguntas que tu tienes en mente, ya las he respondido.- y seguía siendo amable conmigo.
-Lo que no entiendo es ¿Cómo logran manejar la sed al estar rodeados de humanos?- evite mirarlo para que no viera en mis ojos el dolor. Dolor que mi garganta sentía a causa de la sed que tenía.
-A veces el deseo y la sed por la sangre humana se ven interrumpida por los sentimientos, y esta pasa a ser solo una molestia, dándole otra oportunidad al humano y una oportunidad de cambio y autocontrol al vampiro.- me miro. –Tu deberías, mas que nadie, saberlo.- asentí y sonreí, de poca gana, ante aquellas palabras mientras volvía mi mirada hacia la ventanilla de mi costado derecho.

El tenía razón. No todo era sed.

Había un lugar, dentro de alguien como nosotros, para los sentimientos. Sentimientos que eran capases de controlar incluso la sed más dolorosa e irresistible. ¿Pero seria suficiente? ¿O habría otra razón por la cual Fred hizo lo que hizo? Por la cual los Cullen también se aferraron a su estilo de vida. ¿Cuál seria esa razón?

Fuera cual fuera esa razón, ahora era la causante de que mi mente siguiera generando mas preguntas sin respuestas, y que mi curiosidad por los Cullen creciera mas.

Fije mi vista en el bosque, que veía através de la ventanilla del auto, en un intento de controlar el hilo de mis pensamientos y evitar que las preguntas nuevas que surgían ahora, se volvieran en una misión obsesiva por encontrar sus respuestas. Pero algo en el bosque llamo mi atención, por lo que fije con fuerza mi vista en el.

Había alguien allí que nos estaba siguiendo.

Concentre mis oídos y vista para poder identificar a nuestro asechador, quien no se detuvo en ningún momento.

-¿Es Jasper quien nos esta siguiendo?- le pregunte a Carlisle sin mirarlo.
-Si.- al parecer, Carlisle no estaba de acuerdo ante la acción de su hijo. Lo note en su voz y lo comprobé en cuanto volví mi mirada hacia el.
-¿Pero porque? ¿Corremos algún peligro?- mire de nuevo hacia el bosque y pude identificar bien su cuerpo, quien evitaba cada árbol y rama con gran agilidad y gran velocidad. -¿O será que no confía en mi?- murmure. No pude evitar preguntárselo, siendo muy conciente de que era muy probable (casi un hecho) de que el pudiera oírme. Pero tenía mis motivos para hacerlo, aun sabiendo que la respuesta seria positiva. El nunca estuvo de acuerdo en que Carlisle me ayudara. Lo había notado en su mirada vigilante cuando les conté lo de Fred. El no confiaba en mí. –Es así ¿verdad? ¿Estoy en lo correcto?- mire de nuevo a Carlisle, pero, esta vez, con enfado ante aquel hecho. Carlisle se tomo unos minutos antes de contestarme.
-Al igual que Fred, Jasper también ha dependido de su don para sobrevivir.- su voz era seria, al igual que su rostro.
-¿Qué clase de don es ese?- no dejaba de mirarlo.
-Jasper puede sentir lo que sienten los que lo rodean.- sonrió levemente. –A partir de eso, el puede crear otra atmosfera a su alrededor, o, en poca palabras, manipular esos sentimientos a su antojo y beneficio.
-¿Qué tiene que ver eso en que no confía en mi?
-El no puede sentirte.- su sonrisa disminuyo ante aquello que me decía. –Por alguna extraña razón, el no puede manipular tus sentimientos, por lo que no sabe como reaccionaras. Y eso lo pone algo tenso y… molesto.- no podía entender aquello que estaba escuchando. ¿Cómo era eso posible?
-¿Hay algo mal en mi?- la pregunta salio de mi boca sin ni siquiera pensarla, y le causo gracia a Carlisle, quien rió un poco.
-No, no hay nada mal en ti.- me miro aun riendo. –Solo eres una excepción a su don.

Volví mi mirada hacia el bosque y poder ver si mi pregunta también le había causado gracia a Jasper. Pero, en cuanto lo hice, el ya no estaba. Había dejado de seguirnos.

¿Qué era lo que provocaba mi bloqueo ante los dones de Jasper y esa tal Alice? –A la cual aun no conocía ni sabia cual era su don- ¿Seria solo lo que Carlisle había dicho? ¿Una excepción? Pero, de ser así, ¿no se suponía que también lo seria ante el don de Fred? ¿O estaríamos hablando de mi don? ¿Seria ese? ¿Bloquear otros dones? ¿Pero cómo explicaba eso el grado de hipnosis que había producido en Jacob y Fred? ¿Cómo encajaban ambas cosas?

Otra vez las preguntas nuevas, que surgían con rapidez, estaban haciendo estragos en mi mente. Si mi mente seguía trabajando así, me volvería loca. Seria una vampira loca. Reí en mi interior ante aquel pensamiento estupido.

Ahora entendía porque Jasper actuaba de esa forma conmigo. No podía manipular mis sentimientos y ver si era de confianza o no.

Aunque esto me jugaba a favor, también tenía su desventaja. Y el era en si esa desventaja.

El resto del viaje fue silencioso.

No me anime a volver a preguntar. Pero sabía que, de querer hacer mis preguntas, Carlisle me las respondería con toda sinceridad y confianza, por lo que decidí guardarlas para otra ocasión. Al fin y al cabo, tenía tiempo de sobra.

Suspire al recordar que mi vida, ahora, seria eterna.

-Ya estamos cerca.- Carlisle me dedico una sonrisa y una mirada fugaz, concentrándose en la carretera.

Mi cuerpo se tenso un poco ante la confirmación de aquellas palabras. Ya nos encontrábamos en La Push.

Todo estaba tranquilo y en silencio. Tal cual lo estaba el día que sali de aquí. Parecía que hubiera pasado días, pero solo fueron unas cuantas horas. Era irónico lo que podía hacer el no tener idea del tiempo.

Mientras Carlisle conducía hacia la casa de Billy, pude ver como el resto de las casas iban apagando las luces de sus porches, a medida que el día se hacia cada vez mas presente.

Conciente de que estaba descalza, Carlisle condujo através del camino de tierra que llevaba directo a la casa de Billy. Y en ella, no había signos de que alguien esperara por mí, pero supuse que Billy ya debía encontrarse despierto. Pero ¿se encontraría solo?

Carlisle detuvo el auto a unos cuantos pasos de la casa y me miro aun sonriendo.

Apreté mis manos y desprendí el cinturón de seguridad. Y antes de que bajara del auto…

-¿Carlisle?- no lo mire.
-¿Si?
-¿Puedo pedirle un favor?- sostenía la perilla de la puerta aun sin abrir. –En realidad, dos favores.- lo mire, tratando de sonreír.
-Claro, dime.
-La verdad, es mas un pedido.- baje la mirada. –No quiero seguir poniendo a nadie más en peligro. Menos a Billy y a Rachel.- tenia bien pensado mi plan, y debía ponerlo en marcha. Necesitaba estar alejada de Billy. Necesitaba pensar y aquí, en casa de Billy, no iba a poder hacerlo. –Por lo que decidí irme un tiempo de aquí, al menos hasta que termine todo esto.- forcé un suspiro. –Pero no tengo otro lugar a donde ir.- me sentía tonta al tener que usar la lastima para mi plan, pero lo haría. Y con más razón si eso me ayudaba a conseguir lo que quería. –Y me preguntaba, si es que puedo…
-Todo el tiempo que quieras.- me interrumpió y respondió a mi pregunta sin terminar. –Pero no tienes porque preocuparte por ellos. Todo saldrá bien.- mi plan funciono. Había logrado no solo irme de la casa de Billy, sino también ingresar a la casa de los Cullen. Y allí encontraría las respuestas a mis preguntas.
-Lo se.- sonreí un poco. –Pero estaría mas tranquila si estoy lejos de ellos.
-Esta bien. Pasare a buscarte después de que termine de hablar con Jacob.- aun me miraba amablemente.
-ese es el otro favor que quiero pedirle. Jacob.- me gire del todo para mirarlo. –Quisiera ser yo quien hable con el y le explique todo lo que esta pasando.
-¿Estas segura?- aun sonreía, pero esta vez algo preocupado. ¿Su preocupación seria por mi o por Jacob?
-Si.- sonreí de lado. –No quiero ocultarle nada a el.
-Esta bien.- asintió. –Hare que te espere en la casa ¿Recuerdas como llegar o prefieres que te espere aquí?
-Recuerdo bien el camino.- sonreí.
-Ok. Te veré allí, entonces.
-Ok.- abrí la puerta. –Una cosa más.- lo mire fijo, directo a los ojos. –Gracias. Por todo lo esta haciendo y por lo que hizo por mi y por Fred.- sonreí.
-No tienes nada que agradecer.- me miro fijo y su sonrisa se amplio un poco mas. No dije nada más y baje del auto.

Camine lento hacia el porche y me gire para saludar con la mano a Carlisle, quien aun estaba allí. Y supuse que no se iría hasta que entrara a la casa.

Tuve que respirar profundo en cuanto llegue a la puerta, para que, una vez dentro y estando frente a Billy, el dolor no me controlara e hiciera que reaccionara mal.

No supe que hacer en cuanto llegue a la puerta. No sabía si abrirla o golpear. Pero antes de que pudiera decidirme, alguien la abrió lentamente…

-¡Row!- era Rachel quien había abierto la puerta. Y quien, luego de mirarme unos minutos, se acerco a mí y me abrazo. – ¡Por Dios, niña! No sabes lo preocupada que me has tenido.- me soltó para mirarme de pies a cabeza mientras me arrastraba con ella hacia dentro de la casa, cerrando la puerta tras de mi. – ¡¿Estas bien?! ¡¿Por qué llevas esa ropa?! ¡¿Y porque estas descalza?!
-¡¡Rachel!!- la regaño Billy, quien estaba a unos pasos detrás de ella. En su mirada pude notar y ver alivio. No era tan difícil causar preocupación en Billy. Solo hacia falta que uno se desapareciera por unas cuantas horas en medio de un caos reinante.
-Hola, Billy.- lo salude a la distancia, sin mucho ánimo. El solo asintió y sonrió un poco.

Luego de unos minutos de silencio y miradas que iban de mi persona a Rachel y luego a Billy –y así sucesivamente-. Me senté en una de las sillas que rodeaban la pequeña mesa.

El silencio era tan incomodo, que Rachel no lo soporto y se puso a hablar, poniéndome al día de toda su charla con Emily mientras lentamente Billy se acercaba a la mesa.

Rachel no paro de hablar en ningún momento. Y note, en su mirada que lanzaba mientras preparaba el desayuno, que quería preguntar pero que no lo hacia porque Billy la regañaría. Así que, solo se limito a contarme lo preocupada que estaba Emily y Sue ante mi desaparición repentina, y lo mucho que me extrañaba y preguntaba Claire.

Lo único que hice yo fue sonreír y asentir, sin mirar a ninguno de los dos. Pero no iba a poder sostener esa mascara, fría y poco expresiva, por mucho tiempo.

Estaba deseando con todas mis fuerzas que Rachel se fuera y me dejara a solas con Billy. Pero ella no lo hacia. Y yo no podía estallar delante de ella, ya que no sabía si ella estaba al tanto de todo lo que estaba pasando. Si conocía la verdad sobre sus amigos, sobre su novio, sobre los Cullen. Pero mas que nada, no sabía si ella estaba al tanto de que Sam era mi hermano. Por lo que no me quedaba otra que seguir sosteniendo mí mascara.

Rachel siguio parloteando sin parar, pero, esta vez, hablaba sobre los chicos –la manada-, sobre la cantidad de comida que estaba preparando últimamente junto con Emily para alimentarlos y sobre como notaba su preocupación en sus rostros.

-…incluso Seth Clearwater, el hijo menor de Sue, esta preocupado por ti, aun sin conocerte.- rió un poco e hizo una pausa. Y en cuanto volvió a hablar, su voz cambio. –Pero los que mas preocupados están, tanto como para no haber descansado ni comido nada, son Jacob y Sam.- me tense al escuchar su nombre.

Todo este tiempo había intentado mantener la mascara, pero esta cayo y se rompió en mil pedazos, dejando al descubierto el dolor y el enfado.

Mi límite fue ese. Escuchar su nombre.

Apreté mis manos con fuerza y pude sentir la mirada de Billy sobre mí.

-¿Por qué no me lo dijiste?- mi voz se quebró a causa del enfado y del dolor.
-¿Disculpa?- Rachel se giro y clavo su mirada en mi. No supe que fue lo que vio en mi rostro, pero hizo que se callase y se tensara.
- ¿Lo sabias?- murmuro Billy, quien aun me miraba. Lo mire con mis ojos llenos de lágrimas y dolor.
-Creo que los dejare solo para que hablen.- murmuro tensa Rachel. –Estaré afuera por cualquier cosa.- miro a Billy, quien asintió una sola vez, y salio de la casa.

El silencio de la casa nos envolvió a los dos por varios segundos. Unos interminables segundos.

Me quede sentada, apretando mis puños, mientras esperaba a que el hablara primero.

-¿Cómo…?
-Los escuche hablando a ti y a Carlisle.- conteste secamente, sin quitarle la vista de encima. – ¿Porque no me lo dijiste? ¿Por qué no me dijiste que Sam es mi hermano?- mi voz se quebró al nombrarlo.
-Lo siento. No pude.- estaba siendo sincero conmigo. Pero, por laguna extraña razón, no le creí. Había algo mas que el ocultaba, ¿pero que?
-¿Por qué no?- volví a preguntar secamente. Estaba mas que decidida a ser dura y fría, con tal de que el me dijera toda la verdad.
-Porque no supe como reaccionarias tu ante la noticia. Temí por tu salud.- sus ojos se encontraron con los míos. –Has pasado por muchas cosas últimamente, y fue eso lo que me acobardo.- desvíe mi mirada de el y me quede en silencio. Esta vez, le creí. Todo este tiempo le había dado la imagen de la chica débil y tonta. Y fue por ese motivo que le creí.
-¿Quién mas lo sabe?- cerré mis ojos por un momento para poder calmarme. Pero no funciono.
-Solo Carlisle, Sue y yo.- aun el me miraba fijo. Pude sentir su mirada en mí.
-¿El lo sabe?- lo mire fijo de nuevo. – ¿El sabe de mi existencia?
-No se lo he dicho aun. Pero sabe de tu existencia.- me quede mirándolo fijamente y el continuo para explicarme. –El sabia que tu padre había formado otra familia fuera de la reserva, y que era muy conciente de que hasta haya tenido hijos. Pero nunca se animo a preguntarlo y no creo que tu padre haya llegado a contarle sobre ti.- de su regazo saco el diario de mi padre y lo coloco en la mesa, empujándolo hacia mí. –Tu padre solía explicar y contar las cosas mejor de lo que yo lo hago.- sonrió un poco. –No necesito leerlo para saber que el te dejo escrito toda la verdad.- mire el diario que se encontraba en medio de nosotros dos.
-Yo tampoco necesito leerlo para saber toda la verdad.- sonreí irónicamente y lo mire. –Porque se toda la verdad, Billy.- me puse de pie, sin dejar de mirarlo. –Además, no tengo tiempo para leer la historia de mi padre.- me encamine hacia la habitación de Jacob. –Tengo que evitar que Fred se enfrente con Jacob y… con Sam.- me forcé a nombrarlo.
-¿De que hablas? ¿Quién es Fred?- oí como giro su silla y me siguió hasta la habitación de su hijo.
-Fred es el vampiro a quien están cazando.- saque de mi bolso el último par de zapatillas que tenia, me senté en la cama y me las coloque.
-¿Sabes sobre vampiros?- sus ojos seguían cada movimiento mío.
-Se sobre todo. Se que los Cullen son vampiros al igual que Fred, y se que Sam, Jacob y el resto de los chicos son Hombres lobos.- lo mire al pasar mientras guardaba mi reproductor en el bolso.
-¿Qué es lo que harás para evitarlo?- su voz se lleno de preocupación, al igual que su rostro.
-Hablare con Jacob. Le contare y explicare todo sobre Fred.- dije secamente mientras ataba mi pelo en una coleta y tomaba mi bolso con mi mano derecha.
-¿A dónde vas?
-A la casa de los Cullen.- me encamine hacia la puerta, pasando por la par de Billy. –Estaré allí hasta arreglar todo esto y asegurarme de que nadie salga herido ¡No puedo quedarme aquí, de brazos cruzados, sin hacer nada!- hablaba con desesperación por salir de una vez de allí. Tome al pasar el diario de mi padre.
-¡Espera!- me detuve ante la puerta.
-Prométeme una cosa Billy.- me gire para mirarlo fijo. –Prométeme que no le dirás nada a Sam. Al menos no hasta que yo lo haya decidido.
-Pero…
-Por favor.- lo interrumpí. –Por favor, Billy.- el me miro fijo durante varios minutos, sopesando aquello que le estaba pidiendo. Y solo asintió una vez, sin nada mas que decirme, siendo conciente de que no podría detenerme.
-Gracias.- murmure y salí de la casa, encaminándome hacia el garaje, sin mirar hacia la ubicación de Rachel, ni hacia la casa. Pero pude oír que Rachel entro, preocupada, sin saber lo que estaba ocurriendo.

Mientras Billy le explicaba a Rachel el motivo de mi partida, me subí al mi auto, lo encendí y salí de allí a toda velocidad.

Para mi suerte, la carretera estaba aun bacía. Por lo que no produje ningún accidente ante la gran velocidad a la que conducía.

Mis manos apretaban con fuerza el volante, tratando de contener las lágrimas que me estaban ahogando. Tratando de contener un llanto innecesario.

Desee llegar pronto a la casa de los Cullen. Pero el camino se hizo largo, al igual que el viaje hasta allí. Y mientras conducía, no pude evitar pensar en Sam.

El sabia de mi existencia. Pero ¿Por qué no mi busco? ¿Por qué no intento localizarme y así conocerme? ¿A caso no me consideraba su hermana? ¿No quería saber de mí? ¿Me consideraba una bastarda, una intrusa?

Para el, debía serlo. Estaba segura que el me veía como la culpable de la separación de sus padres, y como la culpable de haberle robado tiempo y cariño con su padre. Nuestro padre.

El debía odiarme. Y estaba más que claro, que no tenía interés de conocerme. Después de todo, tuvo bastante tiempo para buscarme, y no lo hizo.

Abrí la ventanilla para dejar entrar el aire fresco, evitando que el llanto y el dolor, que tanto estaba reprimiendo en mi interior, salieran a la superficie.

Respire profundamente, llenado mis pulmones de aire hasta que dolieran. Pero no solo dolieron por el exceso de aire, sino también por el olor dulzón que se coló, mezclándose y haciéndose uno con el aire fresco. El distintivo olor dulzón de un vampiro. Olor que índico que estaba cerca de mi destino.

La paz y la tranquilidad aun rodeaban la zona residencial de los Cullen.

La neblina, un poco más liviana ahora, aun cubría parte del camino y la casa, dándole al lugar un toque misterioso, pero extrañamente hermoso.

Aparque mi auto en frente de aquella casa, que aun daba la impresión de deshabitada. Cerré la ventanilla y, en cuanto baje del auto, vi a Carlisle en la puerta, esperándome con una sonrisa amble.

“Debió haberme escuchado llegar”, pensé mientras caminaba hacia el.

-Espero que no hayas tenido problemas para encontrar el camino.- tomo mi bolso mientras me dejaba pasar primero.
-Puede que no recuerde del todo mi pasado, pero si recuerdo mi presente.- dije sonriéndole.
-Bien dicho.- murmuro a mi lado y me guío hasta el living.
-Siéntete como en tu casa.- deposito el bolso en el enorme sofá. –Tu habitación será la misma de esta mañana ¿espero que no te moleste?- no pude contestarle. Mi mirada se clavo en la pequeña mesa adornada, que estaba a unos pocos pasos de donde yo me encontraba parada. En ella, había infinidad de variedades de frutas, quesos, dulces, un juego de porselana fina de te y un pequeño cesto con distintos tipos de panes, galletas y diferentes tipos de masitas. También había una jarra de leche fresca y cereales. Me acerque hacia la mesa asombrada ante tanta comida y por la presentación de la misma.
-¿Y esto?- lo mire sonriendo.
-Oh…esto.- sonrió. –Supuse que no te quedarías mucho tiempo en casa de Billy como para que te alimentaras. Así que, le pedí a Alice que te preparara el desayuno.- me miro. –Espero que sea de tu agrado.- me invito a sentarme en el sofá. Pero, antes de que pudiera hacerlo, vi aparecer a Jacob por detrás de Carlisle. Su sola presencia hizo que me tensara un poco, y el doctor Cullen noto esa reacción.
-Creo que los dejare solo para que hablen.- no hizo falta que se girara para saber que se trataba de el. Su simple olor lo delataba. Pero lo hizo. –Tienes la casa a tu entera disposición.- me miro y luego a Jacob. –Pueden hablar tranquilos.
-¿Te iras?- en mi voz brillo algo el nerviosismo. Pero supuse que mi rostro también lo reflejaba, dado que Jacob sonrió y miro a Carlisle, quien copio su gesto, pero de modo más cortes y amable.
-Jasper, Emmett y yo iremos de casería.- explico. –Solo serán unas cuantas horas.- asentí una vez y desvíe mi mirada de ambos. Jacob se cruzo de brazos y miro al piso, aun sonriendo.

Me sentía tan tonta ante mi reacción. Y tan… ¿nerviosa? ¿Pero porque? Confiaba en Jacob y sabia que podía contarle toda la verdad ¿Por qué me sentía así? ¿Por qué Jacob me ponía nerviosa?

Carlisle desapareció de la casa, sin decir nada mas, dejándonos a Jacob y a mi, solos.

-Suelen exagerar un poco con la comida.- señalo con la cabeza la pequeña mesa repleta de cosas. – ¿No has desayunado aun?- se acerco un poco y bajo sus manos, colocándolas en los bolsillos de su shorts corto de jing.
-No, aun no.- sonreí ante aquella cantidad de comida.
-Si quieres te puedo acompañar.- su gesto de chico amable me causo gracia y deje escapar una risilla tonta mientras asentía y me sentaba en el sofá.

Se sentó a mi lado y preparo dos tazones de cereales con leche, corto rodajas de pan y las unto con mermelada de durazno. Todo para los dos por igual.

Mientras ambos devorábamos los cereales y las rodajas de pan, no pude evitar sentirme asombrada ante el calor y cuan cerca estaba su torso desnudo del mío.

Su olor era mas agradable ahora, y su piel, cobriza y perfecta, no mostraba signos de sentir frío alguno.

-Carlisle me dijo que querías hablar conmigo de algo importante.- interrumpió mis pensamientos. –Bien. Aquí estoy. ¿Qué es eso tan importante que tienes que hablar conmigo?- giro un poco su torso para mirarme a la cara mientras devoraba una rodaja de pan.

El momento había llegado. Y ya no podía huir de la situación.

Le contaría todo a Jacob. Se lo debía, al menos a el.

Confiaba en el. Pero ¿y el en mi?

-Es…sobre el vampiro que están dando caza tú y Sam.- deposite mi tazón con cereales sobre la mesa, sin mirarlo. Pude sentir como su cuerpo se tenso al escucharme.
-¿Qué?- murmuro sin dejar de mirarme. – ¿Lo conoces? ¿Cómo?
-Su nombre en Fred…- comencé a relatarle toda la historia, mi historia.

Mi voz estaba algo tensa. Sin saber que reacción esperar por parte de el, sin saber que diría. Pero no dijo nada. Me dejo hablar y contarle todo.

Se puso de pie la momento que llegue al punto de la historia donde nos habíamos encontrado con Sam, Embry, Paul y Jared, poniéndose mas tenso y furioso. Por lo que tuve que decirle y repetir que si estaba viva y a salvo era gracias a Fred. Pero continúe con mi relato, revelando como era que había descubierto quienes eran los Cullen y que es lo que ellos eran…

-¿Cómo es que sabes de Sam, Paul, Embry y Jared?- me miro serio y enfadado.
-Porque los seguí a ti y a Sam cuando fueron a encontrarse con Carlisle.- apreté mis manos. –Y fue allí cuando confirme aun más lo de Carlisle.
-¿Es decir que sabes lo que Sam y el resto de los chicos son, y lo que soy yo?
-¿Tu también lo eres?- lo mire fijo. – ¿También eres un hombre lobo?- el asintió una sola vez y se cruzo de brazos. –Lo sabia.- susurre bajo. Y nos quedamos mirándonos.
-¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué no confiaste en mi y me lo dijiste?- se acerco a mi. Cualquier signo de furia, enojo y tensión ya no estaban en el. Su cambio fue tan repentino, que casi me causo gracia.
-Me habrías catalogado de loca.- sonreí de lado y desvíe mi mirada de el. –Además, tú tampoco confiaste en mí como para contarme lo que realmente eres.- lo mire de nuevo.
-Tienes razón.- me sonrió y se encamino para volver a sentarse a mi lado. Suspiro profundamente y se giro un poco para mirarme. –Así que tu amigo solo quiere protegerte.- no estaba preguntando.
-Así es.- asegure sin dejar de mirarlo. –Es lo que ha hecho durante todo este tiempo.- el asintió repetida veces.
-¿Confías en el?
-Si.- dije segura de mi respuesta. –Se que Fred nunca me haría daño.- lo mire aun mas seria. –De haberlo querido hacer, ya lo hubiera hecho hace tiempo.- volvió a asentir repetidas veces y suspiro.
-Bien. Entonces hablare con Sam y le explicare todo. Carlisle lo sabe ¿no es así?- sonrió de lado mientras me miraba fijo.
-Si.- le sonreí. –Tuve que contarle ya que me descubrió vagando por el bosque después de su charla.- mentí. Quería evitar contarle lo de mi desmayo. Evitar preocuparlo.
-Ok…- me miro como poco dudoso ante lo que le dije, pero evito hacerme pregunta alguna. – ¿Algo mas que quieras decirme?
-Si.- asentí y suspire. –Y es uno de los motivos por lo que decidí irme de tu casa.- trague saliva, nerviosa y dudosa de no saber si haría o no bien en decirle sobre Sam.
-Sea lo que sea, puedes confiar en mí.- me miro a los ojos y en ellos pude ver que era totalmente sincero en lo que me decía.

Me levante del sofá, camine unos cuantos pasos hacia el gran ventanal que mostraba como fondo el bosque y suspire. Podía sentir su mirada clavada en mí todo el tiempo, controlando toda reacción de mi parte.

Luego de unos minutos de deliberación interna, me gire y lo mire. Y su mirada se encontró con la mía.

-Sam Uley…- hice una pausa y volví a tragar saliva. -…es mi hermano.
-¡¿Qué?!

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