jueves, 25 de agosto de 2011

Capitulo 20: Sobreprotector.


-¡Bájate del auto, ahora!- ordeno Fred mientras se acercaba un paso mas hacia nosotros. El fortachón apretó con mas fuerza el volante, a tal punto, que se produjo un quiebre en el.

No supe bien en que momento sucedió, pero en cuanto mire de nuevo hacia Fred, Edward estaba allí, delante del auto, enfocado en Fred. Y no estaba solo. Esme, Alice, Jasper e incluso la odiosa de Rosalie, se encontraban con el; todos alrededor de mi auto, formando una especie de escudo protector con sus cuerpos.

Unos aullidos resonaron entre medio de los siseos producidos por los Cullen. Y pude reconocerlos. Jacob y su manada estaban acercándose. Podía oír sus pisadas y los latires de sus corazones bombear sangre. Solo seria cuestión de unos minutos y ellos se harían presente también.

-¡No me obligues a ir por ti!- Fred estaba cada vez mas molesto y dio otro paso decidido hacia el auto. Pero fue en ese preciso momento en el que un enorme lobo color arena salto frente a el, enseñándole sus dientes e impidiendo que avanzara mas.

Aquella acción no sorprendió a los Cullen, ni muchos menos en enorme lobo que se colocaba delante de ellos. Parecían aliviados ante su llegada.

Estaba mas que segura que era la primera vez que veía aquel lobo, por lo que no supe si bien se trataba de algunos de los chicos que no haya visto en forma lupina, o si trataba de alguien a quien nunca había visto, ni siquiera en su forma humana. ¿Pero quien? ¿Quien era aquel lobo que se mostraba desafiante y agresivo ante Fred? ¿Pertenecía a la manada de Jacob? ¿O de Sam?

Pasaron unos minutos y, tal cual había predicho, Jacob se hizo presente con su manada.

Embry y Quil se colocaron a ambos lados de Fred, mientras que Jacob se posicionaba a la par del lobo color arena, el cual solo era centímetros mas bajo que el. Pero faltaba alguien. Leah. “¿Dónde esta?”, pensé mientras la buscaba en las cercanías de los árboles. Y mientras lo hacia, y trataba de averiguar que tramaban todos juntos, un dolor de cabeza –mucho mas fuerte que el anterior- me obligo a cerrar mis ojos, trayendo con el imágenes poco nítidas.

-Row ¿estas bien?- la voz de Emmett sonaba baja y lejana para mis oídos.
-Desabrocha su cinturón.- ordeno Carlisle a su hijo y, este, obedeció.

Mi respiración se corto de golpe y mis latidos disminuían. Todo se estaba volviendo más oscuro en mi mente. Las imágenes pasaban a una velocidad poco visible. Pero iban formando su concepto en si.

Podía sentir los dedos gélidos del doctor Cullen sobre mi cuello, controlando mi pulso. Las manos de Emmett estaban tratando, entre la desesperación y la concentración en Fred y su alrededor, de quitar el cinturón de seguridad, maldiciendo ante su vano intento.

-Carlisle ¿Qué le sucede? ¿Qué tiene?- la voz de Edward se oía casi como un susurro. Muy débilmente pude oír a Fred sisear más alto y dar otro paso. Pero los gruñidos lo detuvieron.
-No lo se.- contesto Carlisle mientras mantenía sus dedos en mi cuello.

Cerré con más fuerza mis ojos y lleve ambas manos hacia mi cabeza, tomándola con fuerza, en un vano intento de calmar aquel dolor. Pero todo quedo en silencio. Ya no oía nada más. Ni siseos, ni gruñidos, ni ningún sonido del exterior. Todo se callo. Como poner pause en medio de una película de acción, en su momento más ruidoso.

Lo único que rondaba en mi mente, era la imagen del presente, con cada minúsculo detalle y de forma detenida, congelada.

Podía verme a mi misma, tomándome la cabeza y con mis ojos cerrados, desde la parte de afuera de mi auto. Podía ver a todos y cada uno de los presentes, congelados y en sus posiciones de ataque frente a mi auto. E incluso, podía ver a Fred con sus ojos clavados en mí.

Todo estaba quieto y en silencio.

“¿Qué es lo que estaba sucediendo? ¿A caso había detenido el tiempo? ¿Pero como explica eso el hecho de que pueda verme a mi misma dentro de mi auto? ¿Era yo la causante de todo esto? ¿A caso estaba teniendo una visión del futuro? ¿Me había convertido en la observadora de una visión?”. Esa eran las preguntas que llenaban mi mente ante aquello que veía.

“Es eso”, pensé mientras me acercaba a Fred, congelado y sin noción de mi presencia ante la suya.

-¡Es una visión!- sonreí, mirándolo fijamente. Y, en ese momento de admiración, todo comenzó a moverse.

Fred siseaba mirando fijamente a los Cullen, y ellos a Fred. Los lobos gruñían y enseñaban sus dientes, colocándose cada vez mas a la defensiva y agresivos. Emmett y Carlisle aun luchaban por liberarme del cinturón de seguridad y así auxiliarme. Pero esa imagen cambio en cuanto vi aparecer a Leah por detrás de Fred e ir directo a su cuello, atacándolo por la espalda. Embry y Quil tomaron los brazos de Fred, Jacob y el lobo color arena –aun desconocido para mi- tomaron sus piernas y todos, con extrema fuerza y rudeza, lo desmembraron.

El sonido que produjo el desmembramiento relleno el silencio que había alrededor, haciéndolo mas escalofriante oírlo que verlo.

-¡¡¡NOO!!!- mi grito me hizo volver al la realidad, abriendo mis ojos llenos de lagrimas por aquella horrible visión, enfocándome solo en Fred. Mis manos revolotearon hacia el cinturón de seguridad que me mantenía presa en el asiento del acompañante, liberándome en un instante. Carlisle me tomo por los hombros, tratando de mantenerme quieta mientras que Emmett sostuvo con demasiada fuerza mi brazo izquierdo. –¡¡Suéltame!!- grite desesperada. –¡¡El no vino para hacerme daño!! ¡¡Suéltame!!
-¡No lo hagas Emmett! ¡No es seguro para ella!- susurro Edward sin sacarle los ojos de encima a Fred, quien apretaba sus puños con fuerza.
-Edward cree que…
-¡No me interesa lo que Edward crea, ni lo que te haya dicho!- mire a Emmett con furia. – ¡Suéltame ahora, Emmett!
-¿Cómo…?- su mirada estaba llena de confusión.
-Suéltala, Emmett- susurro tranquilo y mirando hacia el frente Carlisle.
-No es seguro, Carlisle.- murmuro desde afuera y sin voltearse Jasper. –Esta lleno de ira.
-Haz lo que…- pero no pudo terminar de hablar. Carlisle, y al igual que resto, comenzaron a sentir el don de Fred. Todos menos yo.

La mano de Emmett aun sostenía mi brazo, mientras se retorcía y siseaba por los síntomas. Los lobos se echaron al piso, lloriqueando y gruñendo.

Nadie podía enfocar su vista en el, ni siquiera mantenerse de pie. Fred estaba usando todo su don sobre ellos. Y era potente.

-¡¡Fred, no!!- grite mientras liberaba mi brazo de la mano de Emmett y abría la puerta, saliendo del auto. Pero no pude ir más allá.
-¡Quédate dentro!- Edward se posiciono delante de mi, acorralándome y evitando que fuera con Fred. –No es seguro.- murmuro mientras se retorcía por el don de Fred, quien aumento aun mas su intensidad. Pero no le hice caso. Lo aparte con cuidado y corrí hacia Fred.
-¡¡Fred, detente!! ¡¡Ya basta!!- lo mire a los ojos pero los suyos estaban fijos en sus oponentes, llenos de ira. –¡¡Detente, por favor!!- grite tomando su rostro y obligándolo a que me mirase. – ¡Estoy bien! ¡No me hicieron daño ni lo harán! ¡Ya basta!- sus ojos se cerraron, tratando de controlarse y, luego de varios segundos, se enfocaron en los míos. –Estoy bien.- le asegure sonriendo un poco. Y el suspiro, volviendo a cerrar sus ojos. Pero en cuanto Fred quito su don de todos los presentes, Leah se hizo presente, trayendo con ella parte de la visión horrorosa que había tenido. -¡¡NOO!!- en un movimiento rápido, me coloque a espaldas de Fred para protegerlo de Leah. Pero no estaba a salvo. No aun.

Los gruñidos se volvieron a oír, al igual que los siseos.

Estábamos rodeados y en el centro de la tormenta. Éramos el blanco de ataque para los lobos.

Leah no paraba de gruñirnos y de enseñarnos sus dientes. Estaba furiosa y lo demostraba con su postura. No éramos de su agrado y estaba dispuesta a dejarlo más que claro.

Sus ojos estaban clavados en mí, y los míos en ella.

No dejaría que atacaran a Fred. No lo permitiría. Pero todo cambio en cuanto vi a Jasper acercarse y posicionarse a mi costado izquierdo.

Toda esa ira que había en la atmosfera, se vio envuelta por la paz y la tranquilidad.

Leah relajo su postura, algo confundida. Y supe porque se sintió así. Jasper estaba usando su don, cambiando toda la atmosfera, dando tranquilidad a todos los presentes.

Pasados unos minutos, Jacob produjo un gruñido, y los lobos, incluso el de color arena, desaparecieron sin discutir ni dudar ante la orden de su líder, quedando solo el y los Cullen. Jasper me miro fijo y se giro hacia su familia.

-Gracias.- susurre mirándolo. El solo asintió y sonrío de lado, encaminándose para posicionarse a la par de Alice. Pude oír como Carlisle y Emmett salían del auto y se colocaban en la misma línea que habían formado el resto de su familia.

Me gire y mire a Fred, quien aun apretaba sus puños y controlaba de reojo a los Cullen. Su ceño estaba fruncido, dando a su rostro el implacable gesto de enojo.

No podía dejar de mirarlo.

Sus ojos estaban algo oscuros. Su piel seguía siendo pálida y helada. Llevaba ropa nueva, por lo que supuse que había pisado la ciudad, haciéndose pasar por un simple humano para conseguirla, o bien, había despojado de sus ropas a una de sus victimas. Aun así no podría culparlo. Esa era su naturaleza. Ser un depredador. Cazar y alimentarse.

Cazar y alimentarse.

¡Ahg!

Sentí un leve retortijón en mi estomago al pensar en la palabra cazar. Y mi garganta volvió a arder. Lo que sirvió para desviar mi mirada de el y concentrarme en el presente.

-Cambiaste tu apariencia.- murmure mirando a Jacob. Fred fijo sus ojos en mi.
-Necesitaba pasar desapercibido. Normal.- seguía mirándome fijo.
-Y funciono.- toque su pelo que ahora era negro y corto, y sonreí un poco.
-Pudiste haberme dicho que ibas a quedarte con ellos.- quito mi mano de sus cabellos y los miro de reojo. – ¿Ahora formas parte de su aquelarre?- dijo duramente y serio.
-No plañe quedarme, Fred.- mire a los Cullen. –Pero lo hice. Y por varias razones.- volví a mirarlo. –Pero la principal razón fue que quería y necesitaba saber la verdad. Verdad que tú también deberías conocer.
-¿De que hablas?
-¿Recuerdas lo que me dijiste sobre tu aquelarre y sobre tus amigos?- me gire colocándome de espaldas a los Cullen, sin dejar de mirar a Fred. El apretó con más fuerza sus puños.
-Row nos dijo que formabas parte del ejercito de neófitos de Victoria.- Carlisle dio un paso hacia mi.
-¿Victoria?- murmuro Fred, confundido.
-Tu creadora…- le dije. –Se llamaba Victoria.- Fred me miro fijo, algo asombrado ante aquello que le decía. Sus ojos brillaban de curiosidad y deseo por saber como es que sabia el nombre de su creadora.
-Bree pensó en ti hasta su ultimo aliento.- dijo Edward acercándose hacia Carlisle. Fred clavo sus ojos en el y en ellos, la curiosidad se volvió ira y enojo antes sus palabras.
-Entonces, estoy en correcto.- apretó sus puños con fuerza, sin dejar de mirar a Edward. –¡¡Ustedes la mataron!!- su voz se quebró ante la acusación, llena de ira que ahora lo dominaba y exponía, haciéndolo dar varios pasos hacia Edward, decidido a atacarlo. Pero no dejaría que le hiciera daño. Me atravesé en su camino y coloque mis manos en su pecho, frenando su andar.
-¡Fred, cálmate!- todos se tensaron al ver mi reacción. Jacob gruño en forma de desaprobación, mientras que Emmett y Jasper se movieron hacia donde se encontraba su hermano. Fred aun seguía con sus ojos clavados en Edward. – ¡Ellos no la mataron!- sentí como, casi de forma inmediata, poso sus ojos en mi, olvidándose de su oponente y victima.
-¿Qué?- murmuro serio y aun molesto.
-No fueron ellos quienes la mataron.- lo mire a los ojos. Parecía confundido.
-Encontramos a Bree en el campo de batalla, algo confundida y perdida al ver que su aquelarre fue destrozado.- intervino Carlisle. –Nuestro deseo no era matarla, por lo que le propuse que si se rendía, sobreviviría.- dio un paso mas hacia nosotros, sin dejar de mirar a Fred. –Pero no pudimos hacer nada por ella en cuanto llegaron los Vulturis.- una nota de pena se hizo presente en su voz. En ese momento, mire de reojo en su dirección y vi como Esme se acercaba a su lado y tomaba su mano.
-¿Los Vulturis?- Fred miro fijamente a Carlisle, aun serio.
- Son los que imponen leyes en nuestro mundo.- dijo Jasper secamente y con un aire de respeto ante los nombrados Vulturis. ¿Pero porque? ¿Quiénes eran esos tal Vulturis?- Leyes que si no cumples, se pagan con la muerte.- concluyo.
-Los Vulturis son vampiros poderosos.- Edward se acerco otro paso mas hacia nosotros.
-Pero no indestructibles.- dijo Emmett sonriendo ampliamente. Jacob lo miro y ladro, como si compartiera aquel pensamiento. Y no fueron los únicos, Jasper también sonrío, al igual que Edward. Las únicas que no parecían estar de acuerdo eran Esme, quien miro a Emmett seriamente con cierto aire de reproche, Alice quien fijo sus ojos en Jasper y negó con su cabeza sonriendo, y Rosalie, a quien no parecía importarle el tema.
-Es decir que ustedes no son dueños de estas tierras.- Fred parecía mas tranquilo, pero no relajaba su postura. Aun estaba a la defensiva. –Riley y sus mentiras.- susurro casi para si mismo.
-Dueños de cierta parte de estas tierras, si.- Carlisle sonrió un poco. –Pero no la gente que vive aquí.
-Ellos no se alimentan de sangre humana.- mire a Fred sonriendo. –Es por eso que llevan ese color en sus ojos.- mire a Carlisle.
-Hay algo que no entiendo.- Fred se enderezó y miro a Carlisle. –Si no era por la tierra y la gente que aquí vive ¿Por qué Victoria y Riley crearon un aquelarre para presentarles batalla? Si ustedes no son los que imponen el castigo ¿Por qué decidirse a enfrentarlos? Si esos tal Vulturis son tan fuertes como dicen ¿Por qué no fueron ellos quienes lo hicieran?- sonreí al oír que no se contaba como parte del ejercito de Victoria. Ya no era “su aquelarre”. Ahora era el aquelarre de Victoria y Riley.
-Muy buenas preguntas.- Carlisle aun era amable con el. –Victoria, tu creadora, guardaba rencor a un miembro de nuestra familia. Y nosotros protegemos a nuestra familia a cualquier precio.
-Ese miembro es… ¿la humana?- dedujo dudoso Fred.
-Así es.- contesto Carlisle. –Su nombre es Bella.
-Sigo sin entender.- susurro Fred. – ¿Por qué Victoria nos crearía a todos nosotros solo para matar a una simple humana?... a no ser que…
-Los quería a todos muertos.- susurre mirándolos. Carlisle asintió sin dejar de sonreír. –Pero ¿Y los Vulturis? ¿Por qué no hicieron nada para detenerla?
-Por dos razones.- dijo Jasper, acercándose también hacia nosotros. –La primera, los Vulturis se verían más que agradecidos si algún otro aquelarre destruye a uno tan…unido, como lo es este.- sonrió un poco. –La segunda razón, es que si eso llegara a pasar, si nuestra familia es destruida, poseerían a tres de nuestros miembros. Miembros que poseen dones únicos y muy útiles.- miro a Edward y a Alice serio. –Ofreciéndoles no matarlos a cambio de que se unan a la guardia real.- ¿me pregunte quien seria el tercer miembro al cual tomarían los Vulturis?
-Eso explica porque Riley nunca nos dijo nada.- apretó sus puños y suspiro pesadamente. –Éramos solo unos simples peones para ellos.
-Crear un ejercito de neófitos va contras las reglas. Pero son útiles en estos casos.- dijo Jasper. –Los neófitos en sus primeros años de vida son fuerte pero incontrolables. Su concentración solo se basa en una sola cosa, sangre.- nos miro a ambos fijo, sin expresión alguna en su rostro. –Victoria sabia que hacerlo seria quebrantar la ley. Pero a ella solo le importaba vengar la muerte de su compañero, sin importarle tampoco si moría en el intento.- el silencio se hizo presente por unos minutos, mientras Fred asimilaba toda la información.
-Bree me pido que, si algún día nos llegáramos a topar contigo, te contáramos la verdad de lo sucedido ese día. Pero, por sobre todo, te contaríamos las cosas que te mantendrán fuera del ojo acusador de los Vulturis y que te mantendrán a salvo.- dijo Edward. Fred negó con su cabeza y sonrió de lado.
-Supongo que tenias razón.- murmuro, mirándome fijo. –Pero…- se acerco a mí, colocándose de costado y sin dejar de mirarme. – ¿Confías en ellos?- mire a cada uno de los Cullen e incluso a Jacob. ¿Cómo no confiar en ellos después de todo lo que hicieron por mí? Arriesgaron sus vidas por alguien que solo conocían por una descripción física. Se involucraron, sin conocerme, para protegerme. Sonreí al recordar las palabras de Esme en cuanto mis ojos se posaron en ella… “Esta también es tu casa”… Y tenía razón. Parte de todo esto también me pertenecía. Parte de mi familia estaba aquí. Mi hermano, Sam, estaba aquí.
-Por supuesto.- mire de nuevo a Fred, sonriendo ampliamente. –Confío ciegamente en cada uno de ellos.
-Bien…en ese caso… también lo haré.- murmuro y se volvió para mirar a Carlisle. –Me quedare mientras ella lo haga.- oí a Jacob gruñir bajo y me gire para verlo desaparecer en el bosque.
-No te preocupes por el.- dijo Edward sonriendo. –Regresara en cuestión de minutos.- solo asentí y mire de nuevo a Fred. Sentía unas enormes ganas de abrazarlo y pedirle perdón por toda la preocupación por la cual le había hecho pasar, pero no era el momento indicado. Los Cullen nos observaban.
-Supongo que quieres saber sus nombres.- mire a los Cullen sonriendo y tome del brazo a Fred. –El es Carlisle.- lo señale con la mano. –Es medico en el hospital de Forks.- Fred extendió su mano dudoso y asombrado.
-¿Atiende humanos?- lo miro fijo.
-Humanos, hombres lobos…- miro a Jacob, quien se colocaba a la par de Emmett, cruzando sus brazos y con su mirada seria. –Y, porque no, uno que otro vampiro.- rió un poco. Fred relajo aun mas su postura y sonrió.
-Ella es su esposa… Esme.- le sonreí.
-Es un placer.- dijo Fred educadamente, tomando su mano para saludarla.
- El placer es todo mío, caballero.- dijo dulcemente Esme, regalándole a Fred una sonrisa amable y dulce.
-Y ellos son sus hijos… adoptivos, claro.- reí un poco. –Edward, Alice, Jasper, Rosalie.- agudice mi voz al nombrarla. –Y Emmett.- Fred los saludo a todos con asentimiento ligero.
-Y el es…- señalo a Jacob seriamente.
-Jacob Black.- dijo Edward sonriendo.
-El perro de la familia.- murmuro Rosalie con una sonrisa torcida y maliciosa.
-¡Rosalie!- la regaño Esme. Jacob fulmino con la mirada a la rubia odiosa y se encamino hacia mi, aun serio.
-Supongo que informaron al chupasangre nuevo de la regla que no puede romper al quedarse.- miro fijamente y desafiante a Fred. Y el hizo lo mismo.
-¿Qué regla?- lo mire fijamente.
-¿Porque no se lo dices tú?- propuso Edward, sonriendo de lado picadamente.
-¿Cuál regla, Jake?- su cuerpo estaba tenso y sus puños cerrados, posicionados a ambos lados de su torso.
-Ningún humano de Forks entra en el menú de tu chupasangre.- dijo secamente y con cierto aire de arrogancia y enojo. Era obvio que Jacob le molestaba que Fred haya decidido quedarse. Pero ¿Por qué? ¿Acaso también le tenia celos? ¿A Fred?
-Quédate tranquilo. Mi dieta es variada.- Fred también estaba tenso y serio. La nariz de ambos estaban arrugadas, señal de que el olor que el otro emanaba le desagradaba a ambos. Y ambos se miraban desafiantes.
-Ya lo escuchaste.- me coloque en el medio de ambos cuerpos. Era como estar en medio de dos muros. Uno frío y el otro caliente. Y podía sentir esa diferencia de temperatura. Y oler, gracias a una brisa pasajera, el aroma de ambos. Pero también algo más. Sangre.

Mire el brazo derecho de Jacob y, en la zona de su hombro, la vi. Roja y brillosa. Caliente y sedosa. Limpia.

Mis piernas se doblaron y caí al suelo, de rodillas, delante de Jacob, quien no pareció notarlo hasta que sintió mi mano en su abdomen desnudo.

Todo dio vueltas violentamente a mí alrededor. Estaba mareada y sin fuerzas.

-¡¡Row!!- Fred me levanto en sus brazos. – ¿Qué tienes?- débilmente oír a Carlisle acercarse a mi y colocar sus manos heladas en mi cuello de nuevo.
-Sangre.- susurre muy bajo en el oído de Fred. –Aléjalo de mi.- mis ojos se cerraba contra mi voluntad. Mi respiración se acelero y el ardor en mi garganta, se hizo presente también en mi pecho, dificultando mi respiración agitada y escasa.
-¿Qué te sucedió en el brazo Jacob?- oí como Carlisle le preguntaba.
-No lo se. Recién veo la herida.- murmuro.
-Debemos llevarla dentro.- ordeno Carlisle. –Jacob, cúrate esa herida. Alice, despeja el sofá.
-¿Se puso así por mi sangre?- pregunto Jacob preocupado. – ¿A caso le impresiona ver sangre?
-No. ¡La desea!- dijo secamente Fred mientras se movía rápidamente hacia la casa.

Una brisa me hizo estremecer y trajo con ella un dolor en mi estomago que me hizo gritar.

Aquel dolor que sentí, me hizo llorar. Nunca lo había sentido. Ni siquiera aquella vez en el bosque. Ni siquiera cuando la ponzoña recorría mi cuerpo.

Era un dolor torturante. De muerte. De sed.

Era el dolor de la sed que sentía. La cual había ocultado y reprimido por mucho tiempo. Por demasiado tiempo. Y ahora me estaba haciendo pagar con creces la demora.

Pude sentir, en medio de mi agonía, como Fred me colocaba con cuidado en el sofá. Pude también oír como Jacob entraba en la casa y como su corazón latía desenfrenado.

-¿Row? Dime…- sentí las manos de Fred en las mías. – ¿Hace cuanto no te alimentas?- susurro. Abrí mis ojos débilmente, mirando toda la habitación, mirando los rostros preocupados de Carlisle, Jacob, Edward, hasta llegar al de Fred.
-Desde…- trague saliva, tratando de ahogar el dolor y un grito que quería salir desde lo mas profundo de mi garganta. –La primera vez que nos vimos.- susurre débil, sin fuerzas ni ganas.
-Maldición, Row.- murmuro bajo Fred.
-Espera… ¿Alimentarse de que? ¿Y porque dijiste afuera que ella esta así porque desea mi sangre?- Jacob sonaba confundido.
-Porque ella es una de nosotros.- respondió Edward.
-¿Qué?- murmuro Jacob.
-No puede ser.- dijo Carlisle. – ¡Eso es imposible!
-Creí que lo sabían.- murmure y grite del dolor que aún reinaba en mi cuerpo, retorciéndome en el sofá, sujetando con ambas manos mí estomago.
-¡No lo es!- dijo, furioso y desesperado, Fred. Tomo mi mano izquierda y la coloco bajo la luz de una lámpara que estaba cerca, enseñándoles mi cicatriz. –Ahora… ¿me ayudaran o la dejaran morir?- Fred se arrodillo y tomo mis manos.
-Edward, ve por la sangre que guardamos en casos de emergencia.- le ordeno Carlisle y este desapareció. Luego se acerco a Jacob y toco su hombro. – ¿Jacob?... Jacob…- este lo miro incrédulo aun ante la situación. –Ve a mi despacho y trae mi maletín.- Jacob clavo sus ojos en mí. –Lo necesito ahora, Jacob.- tardo en reaccionar, pero obedeció la orden del doctor Cullen.
-Todo estará bien.- susurro Fred mientras aun sostenía mis manos.
-Levántala y sígueme.- le ordeno Carlisle. Fred me tomo de nuevo en sus brazos gélidos y siguió a Carlisle, sin dudar ni preguntar nada.

Mi cuerpo se iba debilitando cada vez más.

Me costaba respirar. Me costaba mantener mis ojos abiertos y así, mantenerme alerta a todo lo que sucedía a mí alrededor. Pero mas me costaba controlar el dolor, que poco a poco, iba en aumento, al igual que el fuego en mi garganta y pecho, quemando todo mi ser interno.

Carlisle guió a Fred a la misma habitación que me había designado. Despejo la enorme cama matrimonial de toda su decoración de almohadas para que Fred me colocara en ella. Y así lo hizo, con la misma delicadeza y cuidado que cuando lo hizo en el sofá.

Mi cuerpo estaba rígido en posición fetal y no paraba de retorcerme del dolor.

Fred se quedo mirándome y sosteniendo mi mano.

-Me ahogo.- susurre entre el llanto y los gritos de dolor.
-Carlisle.- oí a Edward pero no pude verlo. Mi vista iba nublándose, a causa de las lágrimas. Pero si pude oler su aroma y el de la sangre que tenia consigo. Dulce sangre. Mi cuerpo empezó a temblar y sentí las manos de Fred sostenerme.
-¡¡Jacob!!- grito Carlisle.
-Aquí esta.- lo oí a llegar y vi, borrosamente, como le entregaba su maletín.
-Será mejor que esperen afuera.
-Yo me quedare.- dijo decidido Fred.
-Yo también.- susurro Jacob.
-Y yo.- afirmo Edward.
-Solo uno. Y será Fred. Los demás, afuera.- ordeno secamente Carlisle. Y lo hicieron. Ambos salieron de la habitación poco sastifechos ante la decisión y determinación de Carlisle. Sentí sus dedos en mi muñeca. –Su pulso disminuye.- susurro. –Ten.- le entrego una pequeña bolsa de sangre.
-¿Humana?
-¡¿Qué?! ¡No!- me aleje de ellos torpemente, apegándome a la esquina del enorme cabezal de la cama. –¡¡Aléjala de mi!!- gruñí. Pero el deseo que por ella sentía hizo poco creíble mi oposición a ella. Fred se movió rápido y se coloco detrás de mí sosteniéndome por los hombros, evitando que huyera de allí. Y volví a gruñir, pero esta vez amenazante.
-¡Tranquilízate! ¡No la beberás!
-Fred tiene razón. Será por intravenosa.- Carlisle me miro fijo. –Calmara el dolor que sientes.
-¡¡Pero no podré detenerme después!! ¡¡Y no quiero ser una asesina!!- grite.
-Podrás hacerlo.- aseguro Fred. –Pudiste contenerte controlarte antes y podrás hacerlo ahora.- Estaba confundida, dudosa y sedienta. Muy sedienta. Mis ojos estaban clavados en la pequeña bolsa llena de sangre y sabia (y era conciente de ello) de que resistirme solo me producía dolor y mas sed. Un dolor y una sed incontrolable. Y tuve que rendirme ante ellos. Volví al lugar donde estaba antes y entregue mi brazo.
-Todo esta bien. Confía en mi.- susurro Carlisle mientras preparaba todo para la transfusión. –Fred, ayúdame. Sostén esto.- le entrego la sangre, ya conectada a una manguera y en su extremo una aguja. Y una vez mas, como aquella vez que también lo hizo, no sentí el pinchazo.

La sangre comenzó a correr por mi cuerpo, calmando el fuego en el, saciando la sed. Pero produjo algo más. Sueño. Un irracional y profundo sueño, que hizo que cerrara mis ojos.

Mi cuerpo dejo de temblar y volvió a su normalidad.

Ya nada dolía.

Ya nada ardía.

La sangre estaba haciendo un gran trabajo. Y controlaba la sed.

-Necesita mas sangre y…
-Shh.- lo interrumpió Fred. –Escuche…- hubo un silencio en toda la habitación.
-Su corazón se detuvo.- sentí los dedos de Carlisle, de nuevo, en mi cuello.
-Esta funcionando.- susurro, un tanto alegre y más tranquilo, Fred.

Fue lo último que escuche.

El cansancio que produjo el dolor en mi cuerpo, se apodero por completo de mí, entregándome, sin posibilidad de resistencia, al sueño mas profundo.

Lo único que deseaba ahora –mientras caía más y mas profundo en la inconciencia del sueño- era despertar y enfrentar a la nueva realidad que ahora había creado mi naturaleza revelada.

¿Qué me preparaba ahora el futuro, sabiendo los Cullen lo que era? ¿Qué otro ser creyeron que era?

Ahora me quedaba claro que cuando Carlisle y Billy hablaban de “el gen” no se referían a mi estado vampirico. Pero, entonces, ¿a que otro “gen” se referían?

Por ahora solo me quedaba esperar y despertar cuanto antes.

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