jueves, 25 de agosto de 2011

Capitulo 11: Peligro al asecho.


A mitas de camino –por donde solía correr- se encontraba el olor de Fred, tal cual lo había dicho.

Me pare en frente del bosque y mire a todos lados, asegurándome de que nadie me viera entrar en el.

Cubrí mi cabeza con mi capucha, y me moví rápido, como un fantasma, hacia el bosque, siguiendo el rastro que Fred me dejo.

El día estaba tan oscuro, tan tranquilo, que parecía querer avisarme que algo estaba por pasar.

Era la primera vez, desde que llegue, que el día estaba tan oscuro, tan silencioso. No había ningún animal ni sus sonidos alrededor, todo estaba en un silencio que, de no saber que existían los vampiros y que yo era uno, me habría asustado y mucho.

Caminaba siguiendo un patrón en mi andar: lento, rápido y observar.

No estaba muy lejos de la salida, y de donde, supuestamente, debía encontrarse Fred esperándome.

Una parte de mi quería salir corriendo de aquel lugar; estaba mas que segura que esa parte de mi era mi instinto vampirico. Había algo en ese lugar, tal vez el silencio que lo cubría o tal vez lo oscuro que estaba, que no me gustaba nada. Pero la otra parte, la inconciente aventurera, le gano a mi instinto.

Odiaba esa parte.

Nunca dejaba que pensara en los peligros que me rodeaban. Ni siquiera el miedo, el instinto más coherente de todos, podía pelear con esa parte de mí.

Una brisa trajo a mí el dulce olor fresco de Fred. Fue tan fuerte, y pego tan fuerte, que al momento que lo inhale y exhale, ya me encontraba en el prado.

-¿Te siguieron?- el estaba a unos metros míos.
-No. Me asegure de que así sea.- lo mire y lo note distante, vigilante de todo lo que nos rodeaba. -¿Qué sucede? ¿Por qué me mandaste esto?- saque el sobre y se lo mostré.
-Hay algo que se me olvido contarte.- apretaba sus puños, sin mirarme. –Algo sobre el clan de ojos amarillos.
-¿Qué cosa?- estaba raro, como si aquello que se le olvido contarme le molestara.
-Debes tener cuidado cuando cases.- se encamino hacia mi, un poco a paso humano y otro a gran velocidad, tanto que lo tuve frente mío en un abrir y cerrar de ojos. –Si lo haces, si sales de casería hazlo lejos de aquí. Ve a las montañas, pero por nada del mundo cases aquí.- me tomo de los hombros con fuerza. -¿Me entendiste?- en sus ojos se veía miedo. Pero ¿a que? ¿A ellos? ¿Por qué?
-Fred, me estas asustando.- solté sus manos de mis hombros. -¿De que hablas? ¿Por qué me pides eso?- lo mire directo a los ojos.
-Ellos están aquí.- susurro en voz baja, sin dejar de mirarme. Suspire al oír eso.
-¿Los has visto?- baje mi mirada de el.
-No. Pero se que están aquí.- no paraba de vigilar todo el bosque.
-¿Cómo lo sabes?- pregunte girándome, dándole la espalda.
-Me tope con su olor en cuanto me marchaba. No están muy lejos de aquí.- seguía hablando en susurros. -¿Por qué no te sorprende?
-Por que ya lo sabía.
-¡¿Qué?!- sentí como se movía para acercarse. -¿Cómo que ya lo sabias? ¿Los viste? Contéstame ¿los viste?
-¡Solo a uno!- me gire para mirarlo. –Llevo semanas pensando en todo lo que me contaste, sobre mi conversión y todo eso.- suspire. –Lo conocí cuando llegue aquí. Es amigo de Billy y de su hijo Jacob.- me acerque sin dejar de mirarlo. –No sabia lo que era, hasta hoy que recordé la descripción que Riley les dio a uds.- Fred me miraba sin entender, como si no me escuchara, apretando sus puños. –No me hizo daño Fred.- trataba de tranquilizarlo pero era imposible, estaba sordo, ciego, y si no fuera por el hecho de que murmuraba algo –algo que no entendía- hubiera dicho que también estaba mudo. Pero no lo estaba.
-No debí dejarte que reacieras tu vida.- murmuraba, cerrando los ojos y apretando mas los puños. –Debí llevarte conmigo, lejos, enguanto despertaste. Debí protegerte.- estaba enojado, furioso. Pero ¿Por qué? –Pero no es tarde.- me miro serio.
-¿De que hablas?
-¡Debemos marcharnos ahora!- me tomo del brazo con fuerza y decidido a obligarme a ir con el, decidido a arrastrarme de ser necesario.
-¡¡¡NOOO!!!- me solté y me separe de el. -¡¡NO ME IRE DE AQUÍ!!
-Tenemos que hacerlo. Corres peligro aquí.- me miro aun serio, enojado. -¡NO PUEDO PROTEGERTE AQUÍ!- elevo su voz.
-¡NO TIENES QUE PROTEGERME! ¡NO ME HICIERON DAÑO Y NO LO HARAN!- ambos elevábamos la voz.

Era la primera vez que discutíamos de esa manera con Fred.

Era la primera vez que Fred quería obligarme a algo.

Todo esto era inútil, y el lo sabia.

No podía irme. No ahora.

Tenía que encontrar a mi hermano y advertirle sobre los Cullen. Tenia que proteger a mis amigos. Billy, Jacob, Sue y Rachel me necesitaban. No podía fallarles.

-Escúchame.- se acerco a mi aun enojado. –Hay algo mas que debes saber sobre ellos.- hizo una pausa para tratar de calmarse, pero le era imposible. –No son cualquier aquelarre, Row.- suspiro pesadamente.- Uno de ellos tiene el don de leer la mente.- me miro serio.
-¡¿Qué?!- lo mire asombrada. Sabia que el no mentía. Fred nunca mentía cuando se trataba de ellos.
-Si.- suspiro. –Y lo mas probable es que sepan a que has venido.- se acerco mas y tomo de nuevo mis hombros. –Escúchame… no puedo protegerte aquí. Estas son sus tierras y la conocen a la perfección. No podremos con ellos si nos atacan. Ellos son 7 y nosotros solo 2.- se notaba el miedo en su voz.

En mi cabeza resonaban las palabras de Fred.

“Unos de ellos tiene el don de leer la mente…”

¿Se refería a Carlisle? ¿Era el quien podía leer la mente? ¿Qué había leído en la mía? ¿Sabría ya mi secreto?

Como siempre mi cabeza no paraba de tejer una telaraña de preguntas tras preguntas, y que solo tenían su respuesta si se las hacia a el. A Carlisle.

Cerré mis ojos con fuerza para poder volver a la realidad, y así, poder tranquilizar a Fred.

-No puedo irme, Fred.- lo mire seria. –Si de verdad me hubieran querido matar, ya lo hubieran hecho.- el sabia en lo más profundo de el que así era.
-Esta bien.- sus ojos estaban clavados a los míos. Haciendo que su respuesta sonara fría, como si mis palabras fueran una orden directa e inquebrantable. Como si el estuviera bajo control, bajo cierta hipnosis.

Volví a cerrar mis ojos y pude sentir que el suspiro, como si despertara de un sueño profundo.

Para cuando los abrí, vi a Fred congelado, como en shock.

-No te muevas.- susurro muy bajo, inaudible a cualquier otro oído que no fuera el de un vampiro.
-¿Qué sucede? ¿Qué hay?- mi voz era al mismo nivel de volumen que la de el.
-Atrás mío.- me miro. –En el bosque.

Me concentre en oír.

No podía oler nada por lo que seguí concentrándome más en escuchar.

Pisadas.

Bombeos de sangre y el latir de más de 1 corazón.

Bufidos.

Gruñidos.

Fred se giro, dándome la espalda, protegiéndome detrás de el.

-Saben que estamos aquí.- susurro.
-¿Son ellos?- susurre mas bajo.
-No.

Del bosque se oyeron aullidos. Varios aullidos.

Fred siseo y se coloco en posición de ataque.

-¡Vete de aquí!- me ordeno.

Unas pisadas hicieron que olvidara mi respuesta y mi concentración en Fred.

Mire hacia el lugar del que provenían y, de las sombras del bosque, salieron 4 enormes lobos.

Mis ojos se clavaron en el lobo que guiaba, en el líder. Era más alto que los otros 3 lobos que lo flanqueaban. Su pelaje era de color negro, un negro muy oscuro; tanto que podría camuflarse con la negrura del bosque, convirtiéndose solo en una sombra mas.

-No podré retenerlos mucho tiempo.- Fred no le quitaba los ojos de encima. –Pero bastara para que te pongas a salvo.- seguía susurrando bajo. Pero no lo escuchaba.

Sabia de la existencia de los lobos, pero nunca creí que fueran tan grandes.

Los observaba de uno en uno, sin perderme ni el más mínimo movimiento de ellos.

Su enojo era más que evidente, lo demostraban con su exposición de colmillos, y por el pelaje erizado en la parte posterior de sus lomos. No éramos bienvenidos. No éramos de su agrado.

Los 3 lobos que acompañaban al líder, estaban más inquietos, más furiosos, esperando la orden o un mínimo movimiento de nuestra parte para atacar.

Unos de ellos, que se ubicaba a la derecha del lobo negro, era el mas inestable y furioso. Su pelaje era de un plateado con matices de gris oscuro. Sus ojos estaban clavados en Fred. Gruñía más que los otros 2.

Mis ojos seguían vigilando al lobo de color plateado, pero se volvieron de inmediato hacia el líder, quien emitió cierto gruñido, como una orden, hacia aquel lobo. Este se inclino un poco sin dejar de mirar a Fred. Los otros 2 lobos –uno de pelaje color café oscuro y el otro de color gris- se mostraron más cautelosos e imitaron la postura del lobo plateado.

-Vete de aquí.- susurro Fred.

Cuatro pares de ojos se concentraron en nosotros cuando Fred hablo, adelantándose un poco más hacia nosotros.

No nos dejarían escapar.

-¿Qué hay de ti?- mi voz era una milésima mas baja que la de Fred, pero lo suficientemente alta como para que me escuchara.
-Los distraeré.- seguía en posición de ataque y sin quitarles los ojos de encima a los 4 lobos, quienes se mostraron mas furiosos. –Vete de aquí.- volvió a susurrar, pero esta vez su postura cambio.

Mi corazón latía rápido. Mi respiración se agitaba más.

No quería dejar a Fred solo. No quería que pelease con esos lobos. De hacerlo el moriría.

No estaba segura de si podían ver mi rostro. Aun llevaba mi capucha que cubría mi cabeza.

Para mi suerte, Fred no podía ver mi rostro. No me hubiese gustado que lo hiciese mientras lloraba. Pero no lloraba por miedo, lo hacia por que me sentía tan inútil, tan débil en esta situación. No podía ayudarlo, no sabia como.

Los 4 lobos dieron otro paso más, mostrándose más agresivos.

Fred apretó sus puños más fuertes.

-¡¿Qué esperas?!- grito y ladeo un poco su rostro sobre su hombro. -¡¡¡CORRE!!! ¡¡¡VETE DE AQUÍ!!!- sus palabras, y en el forma que lo dijo, hicieron que reaccionara.

Sentí como su poder aumentaba, y como los lobos chillaron desorientados.

-¡¡¡CORRE!!!- volvió a gritar.

Y así lo hice.

Corrí a toda velocidad, sin mirar atrás, pues, a pesar de que ya me encontraba en la carretera, aun podía sentir el don de Fred. Y hacia que me sintiera mareada.

Me asegure de que nadie me hubiera visto salir del bosque y corrí en dirección a la casa de Billy.

No supe donde mas ir. Era el único lugar seguro. O al menos eso creía.

Para cuando llegue, no había nadie en ella.

Rachel había dejado una nota en la que decía: “FUI A LO DE EMILY. LA AYUDARE CON UNAS COSAS. ME LLEVARE A PAUL CONMIGO…RACHEL”

Estaba tan asustada y tan afligida por Fred, que en cuanto sonó el teléfono, me apegue a la pared de la cocina.

El teléfono volvió a sonar y esta vez conteste.

-¿Hola?
-¿Row? ¿Eres tú?
-¿Jacob?- mi respiración aun estaba agitada.
-Hola.- contesto. -¿Estas bien? ¿Paso algo?- pregunto preocupado. Algo en mi voz lo hizo ponerse así.
-Si, si. Estoy bien.- hice una pausa y volví a hablar, tratando de simular tranquilidad. -¿Cómo has estado?
-Bien ¿y tu?- suspiro lentamente.

Un aullido interrumpió mi contestación y solté el tubo del teléfono, cayendo este al suelo.

Me acerque a la ventana para poder observar. Pero no había nada en el bosque.

Volvió a escucharse otra vez el aullido.

Mi piel se erizo.

Estaba asustada. Preocupada. Asustada y preocupada.

No hacia más que pensar en Fred.

La voz de Jacob –aun en el teléfono- hizo que reaccionara.

-¡¿Row?! ¡Row contesta!...- tenia que calmarme para poder hablar.

Otro aullido resonó fuera de la casa. Esta vez algo más lejos.

Levante el tubo del suelo y conteste.

-¿Jacob?
-¿Estas bien? ¿Que paso?- en su voz seguía la preocupación.
-Si, estoy bien. Es solo que…- trague saliva. –me asuste al oír los aullidos.
-Iré ahora mismo para allí.
-Jacob, estoy bien. En serio…- no me dijo nada más y colgó, dejándome con la palabra en la boca. -¡Maldición!- susurre para mi misma y coloque el tubo en la base.

“Como si ya no tuviera suficiente de que preocuparme”, pensé.

No podía dejar de pensar en Fred.

Había muchas cosas de este lugar que debía saber. Y todas de algún modo extraño, estaban relacionadas con Carlisle y Billy.

Pero ¿Dónde encajaban los lobos en todo esto? ¿A caso eran aliados de Carlisle y su aquelarre? ¿Se dedicaban a lo mismo? ¿A exterminar a cualquiera que pise sus tierras? De ser así, Fred ya se encontraba… ¿muerto?

Pensar en esa palabra, en ese hecho, hizo que comenzara a llorar. No podía ser cierto.

No el.

No por mí.

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