jueves, 25 de agosto de 2011

Capitulo 5: Un día normal, o al menos eso creí.


-¡¡Nooo!!- grite, incorporándome y colocándome de pie junto a la cama. Estaba gruñendo. Estaba furiosa. Despierta y furiosa. Paúl estaba ladrando a mi lado.

Me llevo casi 5 minutos darme cuenta de donde estaba, de volver a la realidad.

-Row ¿estas bien?- pregunto Billy, golpeando e intentando abrir la puerta de la habitación. Tarde en contestar.
-Si. Estoy bien. Perdona.- dije, tratando de calmarme.

Tome un espejo de mi bolso y observe mi rostro. Estaba todo sudado. Pero sin rastro de algo mas en el.

-Abre la puerta, déjame verte.- dijo Billy. Estaba preocupado, lo notaba en su voz.
-Ya Paul, cállate.- le dije a mi perro, este se calmo y se sentó.

Abrí la puerta, dejando que Billy entrara y viera que todo estaba en orden, que estaba bien.

-¿Paso algo? Te escuche gritar.- dijo, entrando al cuarto mientras yo me sentaba en la cama.
-Estoy bien. Solo fue un mal sueño.- dije sonriendo para que se quedara tranquilo.
-¿Un mal sueño? ¿Segura?- me miro a la cara, su preocupación no se iría así de fácil.
-Si. Segura. Aunque mas que un mal sueño era una pesadilla.- dije riendo. –Veo que te asuste.- lo mire.
-No solo a mi, sino a Paul también.- dijo mirándolo a el, y río.
-Lo siento, no quise asustarlos.- dije sonriendo, estirando mi mano para que Paul se acercara. Y así lo hizo. Se echo a mis pies.
-No te preocupes por mí. Solo me asuste al oír al perro ladrar.- dijo mirándonos a ambos. –Bueno… ya que estas despierta, te preparare el desayuno.- me sonrío y se giro hacia la puerta.
-Gracias. Y Billy…- paro a escucharme observándome de reojo. –Lo siento.- le sonreí.
-No hay problema.- dijo continuando su camino hacia la cocina.

Era otro día nublado. Pero esta vez sin lluvia, por suerte.

La mañana trascurrió lenta, pero tranquila y feliz.

Billy me preparo un gran desayuno de bienvenida. Puso todo lo que tenia sobre aquella pequeña mesa, literalmente lo hizo.

Al ver todo aquello, sentí hambre. Lo sentí por primera vez. Tanto, que mis tripas rugieron fuerte y Billy se río de ello. Ambos lo hicimos.

Paul también recibió su desayuno. Al parecer alguien había hecho las compras para Billy ¿o habría sido el quien las hizo? De ser así ¿tanto había dormido?

Quite esas preguntas de mi cabeza, no quería pensar. Solo quería comer. Comer mucho.

En cuanto probé el primer bocado de un tazón de cereales, que Billy puso frente a mí, no pare. Lo devoré todo en medio minuto. Y así fue con todo lo que el había preparado.

En ese momento, oí una risa; venia de atrás mío, de la sala. Eran una mujer. Podía olerla.

-¡Vaya! No me dijiste que comía igual que Jacob.- dijo esta voz nueva, sonriendo divertida al verme comer.
-¡Lo se! Eso es bueno. Quiere decir que esta sana.- dijo Billy sonriéndome.

Me gire para ver quien era.

Su rostro era bello. Había, en cada lugar de aquel rostro, algo de Billy; aunque apostaba a que era mas parecida a la esposa de Billy. Sin duda era su hija. Rachel.

Trague torpemente lo que tenia en mi boca y me puse de pie para saludarla.

-Hola. Soy Rachel.- dijo sonriendo.
-Encantada de conocerte. Soy…- ella término por mí.
-Row ¡Lo se! Mi padre me contó sobre ti. No se ha callado ni un segundo.- lo miro, riendo. –Veo que te queda bien mi ropa.- dijo mirándome de pie a cabeza.
-Lo siento. Te la entregare en cuanto tu padre me devuelva la mía.- dije.
-Esta bien, no te preocupes. Lo que necesites, es tuyo. Ropa o calzado- bajo su mirada a mis pies y río. –No dudes en pedirlo.
-Gracias. Pero no quiero incomodarte. Ahora que paro de llover, buscare mi bolso que esta en el auto.- dije.
-Primero termina tu desayuno.- dijo Billy.
-De hecho, ya termine. Si sigo comiendo explotare.- dije riendo. –Además, no quiero que pasen hambre por mi culpa.
-No te preocupes.- dijo Rachel, quien seguía divertida con el tema de mi apetito. –Ya estamos acostumbrados. Jacob come el doble de lo que tú acabas de desayunar.- rió.
-Creo, entonces, que Jacob y yo, nos llevaremos bien.- dije.
-¿No se lo has presentado?- pregunto Rachel a su padre.
-No ha venido por aquí desde que llego.- dijo Billy.
-¿Y donde anda?- Rachel seguía cuestionando a Billy, quien, al parecer, no quería contestar sus preguntas delante mío, pero ¿Por qué?
-Espero que no sea por mi culpa.- le dije, mirándolos a ambos. –Si molesto, volveré al hotel; no tengo dama de estar allí.
-No es eso, Row. Tu no eres una molestia aquí.- dijo Billy.- Tu hermano no vino por que tiene otros asuntos que arreglar primero, Rachel.- miro a Rachel de forma sentenciante, como si no tendría que haber preguntado, por que ella sabia cual era la respuesta, que al parecer, no querían compartir conmigo. Como si fuera un secreto. Y creo que lo era.
-Cierto.- dijo Rachel. –No te preocupes, lo conocerás y se llevaran bien, en especial si tienes ese auto.- rió y señalo al auto que estaba afuera estacionado. –Y mi padre tiene razón. No eres una molestia. Todo lo contrario, estoy mas tranquila sabiendo que mi padre tiene una compania en casa. Me apena dejarlo solo.- se acerco y beso la frente de Billy.
-No te apenes por mi, hija. Además he cuidado bien, de Jacob y de mí, desde que tú y tu hermana se fueron de casa.- rió y beso la mano de su hija. Me sentí fuera de lugar en ese momento, como si fuera una intrusa. –Ahora tú…- me miro. –Cámbiate. Iremos a ver al doctor, quien de seguro ya nos espera.
-Esta bien.- Hice una mueca de pocas ganas. –Solo una cosa más.- los mire a ambos. –Si de verdad llego a ser una molestia aquí, solo díganmelo. No quiero que se sientan en la obligación de tener que soportarme.- me crucé de brazos. –Por favor, prométanme que me lo dirán.- ambos se miraron por un buen tiempo, y al final, sonrieron.
-Esta bien.- dijeron a la vez. Los tres reímos.
-Bien.- dije.- Iré por mi bolso y me cambiare.

Salí de la casa, descalza, y me dirigí al auto.

Seguía nublado, pero sin atisbos de que llovería. Solo esperaba que así fuera.

Mientras caminaba hacia el auto, pude escuchar la conversación de Billy y Rachel. No podía evitarlo. Pero tampoco quería hacerlo, dado que algo ocultaban; algo grande, algo que incluía también al doctor y a Rachel ¿Pero que? ¿Qué era eso que no podía saber?

-¿Por qué la llevas a ver a un medico?- pregunto Rachel, en voz baja, a su padre.
-Su historia es complicada.- dijo Billy; pude oír como arrastraba su silla. –Su madre murió de la misma forma que tu madre, con la diferencia de que Row iba con ella en el momento del accidente.- Escuche como Rachel suspiraba por el horror de la noticia.
-¿Conocías a su madre?- le pregunto.
-Si, pero eso te lo contare en otro momento. Ahora solo quiero ayudar en lo que pueda a Row, dado que no recuerda nada de su vida antes del accidente.- Billy hablaba en un tono de dolor.
-¿Qué hay de su padre? ¿A caso el no puede ayudarla?- escuche como Billy tragaba saliva ante esa pregunta.
-Esa es la parte complicada de la historia. Su padre también murió.- otra vez ese dolor en la voz de Billy.- Su madre me pidió como ultima voluntad, que la cuidara y que la recibiera aquí. Lo dejo escrito en una carta.- Billy suspiro pesadamente. No necesitaba verlo para saber que en su cara ya perecía ese dolor, por ambas muertes, que tanto se escuchaba en su voz.
-Sabes que cuentas conmigo en lo que necesites.- dijo Rachel. –Te ayudare en lo que sea necesario.
-Gracias, hija.- Billy trataba de borrar aquel dolor ahora de su voz. –Ahora dime ¿Cómo han estado los chicos? ¿Qué han estado haciendo que no volviste a casa?- pregunto Billy.
-Los chicos están bien.- rió. – ¡Pobre Emily! Tiene que cocinar una gran cantidad para esa manada de chicos hambrientos.- rió de nuevo. –Por eso no volví; me quede ayudándola en la cocina. Sam me ofreció el otro cuarto para que me quedara a dormir, dado que el y el resto tenían una ronda de vigilancia anoche.
-¿Se han integrado bien los chicos de Jacke?- pregunto Billy.
-Si. Solo Leah se mantiene alejada del resto. Supongo que no puedo culparla.- suspiro Rachel. –Según Paul todavía no supera el hecho de que Sam y Emily estén juntos. Menos ahora que ya han puesto fecha para el casamiento.- su voz cambio de un tono serio a uno alegre.

Tenia que volver a la casa. Y mientas lo hacia, pensaba en toda esa charla. Ahora era más que evidente que había un secreto.

Esta vez memoricé los nuevos nombres que oí. Sam, Emily, Paul y Leah. Uno me llamo mas la atención, y sabia el porque.

¿Seria el mismo Sam que estaba escrito en aquel sobre, que cayo del diario de mi padre? ¿Qué relación tenia ese tal Sam Uley con mi padre y con Billy? ¿Qué había en ese diario? ¿Por qué no simplemente Billy me decía lo que allí había? ¿Qué ocultaba? ¿Por qué lo ocultaba?

Todas estas preguntas me retumbaban en mi mente, formando una cadena casi sólida y pesada; una cadena que al parecer nadie quería romper. Pero yo si lo haría.

Tengo que empezar a buscar esas respuestas y así romper la cadena.

En cuanto entre a la casa, Billy y Rachel estaban en silencio y sonriendo. Al parecer me había perdido una última parte de aquella condensación, todo por dejar a mi mente fluir con preguntas enigmáticas.

Me dirigí al cuarto de baño y me cambie; peine mi pelo, lave mis dientes y mi cara. Mientras hacia todo aquello, forcé a mi supero ido a escuchar, pero solo oí a Rachel jugar con mi perro; al parecer Billy estaba esperándome en el porche, listo para partir.

Salí y me dirigí a la habitación de Jacob, para dejar mi bolso sobre la cama.

-Paul, déjala en paz.- dije, ordenándole a mi perro y sonriendo.
-¿Paúl?- me miro Rachel y sonrío.
-Si.- dije, correspondiendo con otra sonrisa. –Ese es su nombre.- Rachel comenzó a reír.
-¡Mi novio se llama igual!- dijo entre risas.
-¿Ya estas lista?- Billy estaba en la puerta, mirándonos a ambas.
-Si, vámonos.- me dirigí a la puerta con Rachel a mi lado. -¿Por qué no vienes con nosotros? Me sentiría mejor si tengo más compañía. Detesto los médicos.- dije haciendo una mueca.
-Te lo agradezco, pero no puedo. Quede verme con ¡MI PAUL!- rió al ver a mi perro. –Nos veremos en la noche, o mañana, en caso de que tenga que quedarme; mejor dicho, que me obliguen a quedarme.- sonrío-
-Esta bien. Bueno…será mejor que salga, o sino tu padre me arrastrara hasta el auto.- reí.
-Si. Hazlo y buena suerte.- dijo.
-¡Gracias! Nos veremos luego.- me despedí y silbé a Paul para que me siguiera.
-¡Nos vemos!- se despidió con la mano en alto desde el porche.

Ayude a Billy a entrar al auto y puse la silla de ruedas en la parte de atrás, junto con Paul.

-¿Listo?- le sonreí a Billy.
-¡Si!- contesto. –Yo te guiare por donde.
-Bien, entonces, ¡vámonos!- sonreí y arranque el auto.

El viaje fue totalmente silencioso.

Billy solo abría su boca para decirme si tenía que doblar o seguir derecho.

Tenía mil preguntas que hacerle, pero no quería hacerlo en ese momento, no era el indicado.

-Estamos llegando.- dijo mirando solo hacia el frente. -¿Ves aquel buzón?- me pregunto.
-Si.- respondí, llegando hacia donde estaba el buzón. No tenia numero ni nombre. Solo era un buzón negro.
-Dobla aquí. La casa esta ubicada mas adentro.- dijo sonriendo.

En cuanto entre por el sendero, una brisa trajo un olor dulzón.

No se parecía nada al olor que había en casa de Billy, este era más delicioso aun. Estaba en todo el sendero. En cada árbol que allí había.

Billy no se equivoco. Pasando el sendero, se ubicaba la gran casa.

Esta estaba rodeada por el bosque húmedo y oscuro. Oscuro por que las nubes tapaban el sol.

El olor aun estaba allí, pero ¿de donde provenía? Nada de lo que allí había tenia ese olor. Nada. En todo caso seria como un olor como el que había en casa de Billy, un olor a tierra húmeda y a madera. Pero no era así.

Ese olor dulzón se mezclo con otro, con el mismo que había en casa de Billy. Eran tan diferente uno del otro, que supe, inmediatamente, que le pertenecía al hijo de Billy, a Jacob.

-Parece que no hay nadie.- le dije a Billy.
-Pues si lo hay.- dijo sonriendo.
-¿Estas seguro?- le pregunte mirando hacia la gran casa de 3 pisos.
-Ayúdame a bajar y veras que así es.- dijo abriendo su puerta.

No dije nada más y salí a ayudar a Billy a bajar del auto.

No deje que Paul bajara, no sabia si era bienvenido o si al doctor no le gustaban los perros; así que le ordene que se quedara adentro.

Paul parecía nervioso, como s adentro de aquella casa hubiera algo que era peligroso. Estaba muy intranquilo dentro del auto. Lloriqueaba y ladraba, al mismo tiempo que giraba en el asiento.

-¿Qué le pasa a tu perro?- pregunto Billy, arrastrando su silla hacia las escaleras de la casa.
-No lo se.- dije. –Debe de ser por el lugar o mas bien que no se quiere quedar adentro del auto.- mire a Paul y vi que estaba con su mirada clavada en un punto de la gran ventana. Algo, dentro de la casa, se movió rápido.

En ese mismo instante en que Billy llego con su silla a las escaleras, la puerta se abrió. Me quede helada mirando.

Un hombre alto salio de ella y le sonrió a Billy.

-Veo que llegaron.- dijo este. -¿Cómo estas Billy?- se acerco y tomo la mano de Billy saludándolo. –Ha pasado mucho tiempo.
-Hola Carlisle.- saludo Billy tomando su mano. –Estoy bien, gracias. Y si ha pasado mucho tiempo desde la última vez.- dijo sonriendo. –Ella es Row. Es a quien te pedí que revisaras.- dijo. Carlisle se acerco a mí y me tendió la mano.
-Mucho gusto. Soy Carlisle Cullen.- me miro a los ojos.
-El gusto es mío.- dije tomando su mano.

Su piel era fría. Pero no era lo único que llamo mi atención. Fueron sus ojos. Estos eran de un amarillo cobre, eran un color raro, únicos.

Su rostro era pálido, y bajo aquellos ojos amarillos, se dibujaban una línea oscura, como ojeras. Unas muy oscuras.

Todo en el era bello; sus ojos, su rostro pálido, su voz dulce y educada, su piel fría; todo era bello en el. Pero había más.

Ahora sabía de donde provenía aquel olor dulzón que había en el lugar. Era el.

Me quede como tonta contemplándolo, sosteniendo su mano todavía.

-Bien, creo que deberíamos entrar.- dijo Carlisle soltando mi mano. Tuve que agachar la mirada. No era de buena educación quedarse mirando, a una persona, por mucho tiempo. Pero tampoco podía evitarlo, era como ver a un ángel. Un bello ángel.

Carlisle ayudo a Billy con su silla. Yo solo los seguí.

-¿Cómo ha estado la familia?- pregunto Billy.
-Muy bien, gracias. Todos muy felices.- contesto Carlisle.
-Me alegro mucho. Espero que Jacke no haya sido una molestia.- dijo Billy disculpándose.
-No, todo lo contrario. Es un chico muy educado y muy gracioso.- Carlisle sonrió. –Se ha comportado muy bien.
-Eso espero.- ambos rieron, entrando en la casa.

Todo allí era hermoso y muy abierto.

Grandes ventanales cubrían toda la casa. Todo estaba ordenado y limpio. Y todo llevaba el mismo olor dulzón.

Todo era tan… cómodo y familiar.

Me quede observando todo el lugar desde la puerta de entrada.

-Tiene una bellísima casa, doctor Cullen.- dije mientras los seguía.
-Gracias. Mi esposa Esme fue quien la decoro.- dijo sonriendo. –Pero por favor, dime Carlisle.
-Tratare.- sonreí.
-¡Bien!.... Ahora dime, ¿Por qué crees que tengo que revisar a esta jovencita?- miro a Billy sonriendo. Conteste antes que el lo hiciera.
-Tuve un accidente automovilístico, del cual no recuerdo nada de lo que haya pasado antes del mismo.- le dije. –Billy creyó que Ud. puede ayudarme con mi memoria.
-Estuvo en coma.- dijo Billy serio.
-¿En coma?- Carlisle me miro asombrado.
-Si.- agache mi mirada ante eso. –No se cuanto tiempo lo estuve, dado que escape en cuanto recupere el conocimiento.- no levante mi mirada. Pero pude sentir la de Carlisle y Billy sobre mí.
-Puntualmente ¿Qué quieres que haga?- le pregunto a Billy.
-No lo se. Solo quiero saber si ella esta sana.- dijo Billy.
-En ese caso, tendré que hacer una revisación completa.- dijo Carlisle. –Ven Row, lo haremos en mi despacho.- me señalo con la mano la dirección. –Buscare mi portafolio, mientras tú esperas allí.

Solo asentí con mi cabeza y me dirigí al despacho de el. Estaba nerviosa, no sabia que esperar de esa revisación medica.

En cuanto entre a aquel lugar, quede más asombrada que antes.

Todo estaba lleno de libros y algunos cuadros de pinturas, que parecían de un artista muy fino. Todo era de un color marrón oscuro, los estantes del a biblioteca, que cubría todo el cuarto, y el escritorio eran de madera. El lugar era propio de un medico.

Observe, en silencio, los títulos de los libros que allí había. Al parecer, estaban organizados por temas. Los que estaba viendo eran de medicina; algunos con su nombres en latín y otros en español.

Mi súper sentido del oído no dejo escapar ni siquiera el silencio del lugar. Podía oír a Billy respirar. Pero también hablar con Carlisle.

-Dime ¿Qué buscas en esta niña? Billy.- pregunto Carlisle en voz baja.
-No creo que tengas idea de quien es ella ¿o si?- dijo Billy. -¿No la has observado bien? ¿Dime a quien es parecida? Una pista… su padre estuvo contigo en cuanto tú y familia volvieron a Forks, hace mucho años atrás.

Hubo un silencio de repente, muy largo. Hasta que Carlisle respondió.

-¿Es hija de…?- Billy contesto antes de que Carlisle terminara de hablar.
-Si.- dijo Billy.
-O sea que es hermana de…- otra vez Billy termino por el.
-Si. Pero el no lo sabe, y creo que ella tampoco.- Billy suspiro pesadamente, al igual que Carlisle.
-Dime ¿que quieres de ella?- ¿Carlisle estaba nervioso? Pero ¿Por qué?
-Solo que me confirmes si ella lleva los genes.- respondió Billy muy decidido.

No se oyó nada más. Ni una sola palabra, ni un suspiro. Nada.

Inconcientemente, me dirigí a la puerta, pensando, tratando de descifrar lo que oí.

¿Qué era todo aquello? ¿Por qué Billy quería confirmar si llevaba los genes? ¿Qué clase de genes? ¿Qué era lo que ocultaba? O mas bien ¿Qué era lo que sabia? ¿Se había enterado de lo que soy? ¿Quería confirmarlo? De ser así, ¿Cómo se entero? ¿Cómo sabia lo que era, si ni yo tenia idea? ¿Qué era?

Todas las preguntas se sumaron a la cadena de interrogantes, que antes se formo. Otras se formularon al mismo instante.

¿Qué tenia que ver con todo esto el doctor Cullen? ¿Qué tenia que ver mi padre? ¿Quién era mi padre? ¿Quién era mi hermano? Por que, con esta charla que oí, me confirmo de que si tenía un hermano, pero ¿Dónde estaba? ¿Sabia de mi existencia? ¿Me conocía? Eso era imposible, nunca lo había visto ¿o si?

Estaba tan concentrada en las preguntas que mi mente se hacia, que no oí cuando Carlisle abrió la puerta.

-¿Estas bien?- me pregunto al ver mi rostro dudoso y pensativo.
-Si, si. Lo siento.- dije, despejando todas las preguntas de mi mente en ese instante. –Es que estaba admirando su colección de libros.- sonreí a medias. –Veo que le gusta leer mucho.
-Solo es un pasatiempo. Pero si, me gusta mucho leer.- sonrió. –Pude inculcarle ese gusto a mis hijos.
-¿Tiene hijos?- lo mire sorprendida. Parecía muy joven para tener hijos. Apostaba a que no pasaba de los 35 años de edad. -¿Cuántos?- me acerque al escritorio para ver su rostro. No estaba mintiendo. Lo sabría si así fuera.
-7.- dijo seguro y algo orgulloso.
-Guauu…- quede impresionada ante el número. –Veo que es de los que le gusta tener una familia numerosa.- sonreí.
-No son hijos biológicos.- dijo aun sonriendo. –Mi esposa y yo no podemos tener hijos, así que decidimos adoptar.- sentí pena por el al oír esto.
-¡Oh!… Lo siento.- dije mirándolo a los ojos. Mi pena se noto en mi voz.
-No tienes por que sentirte apenada. Somos felices a pesar de todo.- siguió sonriéndome. –A pesar de que no llevan mi sangre, son mis hijos y los quiero como tal.- note un orgullo ante ese hecho. Yo solo me quede mirándolo; admirando ese orgullo, ese amor por sus hijos y su esposa, por su familia.

Hizo que olvidara todos mis pensamientos, mis preguntas; todo desapareció ante aquella sonrisa suya; era como si me hubiera hechizado.

Sentí ganas de querer conocer a ese hombre orgulloso de su familia. Conocer a sus hijos y su esposa. Ver el amor que el sentía por su familia.

Me quede como una tonta mirándolo, imaginándolo en su rol de padre. Me era imposible aquel hecho, pero no supe por que.

-Ahora, basta de charla y deja que te revise.- esto me hizo volver a la realidad. Aun le sonreía como una tonta.
-Si, claro.- fue lo único que pude decirle.

Hizo su trabajo de medico, mientras yo seguía admirándolo.

Solo conteste si o no ante algunas de sus preguntas.

Me revisó todo el cuerpo. Y una vez hecho esto, llego el momento en el cual las preguntas volvieron a mi mente. El momento de la muestra de sangre.

Estaba muy nerviosa.

Todo lo que leí, todo lo que busque sobre mi naturaleza, se aplicaría en ese momento. Seria el momento de la verdad.

Si bien sabía que había cosas en mí que no cerraban en cuanto a lo que era-como el llanto y el hambre humano-, no sabía si podía llegar a tener sangre en mi cuerpo; si podía una minúscula y frágil aguja atravesar mi piel. ¿Qué pasa si no lo hace? ¿Y si se rompe? ¿Qué le diría a Carlisle? ¿Sabría con esto, si se rompiera la aguja, lo que yo era? ¿Qué haría el? ¿Saldría corriendo? ¿Se lo diría a Billy? ¿Qué haría Billy? ¿Huir? ¿Matarme? No lo culparía en ninguno de los dos caso. Si esto pasaba, yo huiría. Sola.

Mi cuerpo estaba tieso, nervioso.

-¿Me sacara sangre?- le dije, viendo como preparaba una jeringa.
-Si. Solo será un poco para saber como esta tu sistema inmunológico.- sonrió. Era bueno mintiendo. Lo era. –No te preocupes, no te dolerá nada.

Preparo mi brazo para la extracción. Solo roge para que saliera sangre de el. De no ser así, tendría que huir.

Tuve que descartar esa opción al ver como se acumulaba mi sangre en la jeringa. ¿Cómo era posible?

Carlisle sonrió. Tomo todos los recaudos de no perder ni una gota de mi sangre. Luego, Tapo la pequeña herida con una bandita.

-Listo.- seguía sonriendo. –Te dije que no dolería.

No conteste. Estaba asombrada al ver mi sangre.

Sabia que había sido una mala idea buscar sobre vampiros en Internet. Todo lo que leí allí, era mentira; pero no di por descartado el hecho de que era una vampira, sino ¿Cómo explicaría mi sed? Esa sed que empezó a arder en lo más profundo de mi garganta al ver mi sangre, fresca y roja.

Deje de respirar en ese preciso momento.

-¿Puedo salir de aquí?- pregunte, híper ventilada, a Carlisle. Este solo me miro.
-¿Te descompone el ver sangre?- me pregunto, mirándome bien fijo.

No era el verla, sino el olerla. Hacia que mi garganta ardiera como fuego. Un inmenso fuego, que iba quemando todo en mi interior. Hacia que la deseara; que deseara beberla.

-Si.- dije, tratando de tragar saliva. Y sali por la puerta sin posibilidad de que me dijera nada más.

Billy me miro preocupado en cuanto me vio salir.

-¿Te sientes bien?- se acerco despacio hacia mi. –Estas pálida.
-Estoy bien. Es solo que me revuelve el estomago el ver sangre.- dije, tratando de calmar el fuego en mi interior. Estaba parada a la par de la puerta del despacho de Carlisle.
-Deberías sentarte un rato.- me dijo Billy aun preocupado.
-Mejor saldré a tomar un poco de aire.- le dije.
-Esta bien. Avísame si necesitas algo.
-OK.- y me encamine hacia la salida.

Agradecí al la brisa que entro en cuanto abrí la puerta.

Me senté en las escaleras, mirando hacia mi auto, tomando todo el aire que podía. Pero era casi imposible, el olor que allí había estaba por doquier.

Trate de no pensar en el. Deje que mi cuerpo y mi mente se relajaran. Ayudo mucho el hecho de ver a Paul, através de la ventanilla, mirándome fijo, lloriqueando por salir.

Por poco pierdo el control. No volvería a sacarme sangre nunca más.

Seguía sin entender. ¿Cómo era posible que todavía tuviera sangre dentro de mí?

Estaba claro que era una vampira, pero ¿Cómo encajaba esto, el llanto y el hambre, en todo lo que a un vampiro se refiere? ¿Qué más había en mí? ¿Qué era realmente? ¿Una vampira? ¿O que? ¿Qué otro ser podría ser?

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