jueves, 25 de agosto de 2011

Capitulo 7: Vigilada.


Tal y como lo había predicho, Billy llamo 2 veces. En la primera no conteste, fue en el momento en que conocí a Jared y Embry; por lo que llamo una segunda vez, debía de estar muy preocupado.

-¿Diga?
-Row, soy yo, Billy.- dijo, ¿Quién mas podría ser sino el? Sonreí. -¿Por qué no contestaste el teléfono?- en su voz era obvia la preocupación.
-Lo siento, Billy. Estaba en el garaje y con música. No oí el teléfono sonar.- dije, limpiando mis manos con un trapo para no ensuciar todo. –Lo lamento.
-Esta bien. Solo llamaba para saber como estas ¿Te sientes mejor? ¿Necesitas que vuelva? Solo dilo, y me tendrás allí en unos minutos.- su preocupación no desaparecería fácilmente.
-Estoy mejor. No debes preocuparte. Ya estoy bien.- sonreí.
-¿Estas segura?
-Si. No te preocupes tanto por mí. Estaré aquí para cuando vuelvas.- bromee. Billy rió un poco, pero sabia que seguía preocupado.
-Esta bien. Entonces…- hizo un silencio corto, como deliberando algo. –Creo que podría quedarme un rato más aquí y ver el partido con Seth.- podía sentir en su voz que la preocupación por mi salud lo estaba haciendo deliberar si era una buena idea o no. –Solo si no me necesitas.
-Quédate allí todo el tiempo que quieras. Yo estaré bien.- sonreí para que mi voz sonara mas convincente, como si sirviera de algo eso. –De hecho, estoy tan bien que iré a caminar con Paúl.
-Es una buena idea. Solo trata de no adentrarte mucho en el bosque. No quiero que te pierdas.- dijo riendo.
-Ok… nos veremos mas tarde. Saluda a Sue de mi parte.
-Ok, se lo diré.- y colgó.

Necesitaba salir de casería, la sed estaba ardiendo cada vez con más fuerza en mi garganta.

Me dirigí al cuarto de baño, lave mis manos y un poco mi cara, tome una chaqueta y salí de la casa, dejando a Paúl allí adentro.

Camine con tranquilidad hacia la entrada del bosque, solo para aparentar ser una simple y normal chica humana.

Una vez dentro del bosque y que hube caminado unos buenos 30 metros, dejando atrás la casa de Billy, empecé a correr. Mientras lo hacia, subí mi capucha para cubrir mi cabeza, no por que estuviera lloviendo, -de hecho parecía que lo haría, pero eso no me preocupaba-, sino mas bien para ocultar mi rostro. Era una tonta y estupida idea, ya que estaba en medio del bosque, sola.

Sola. Este hecho hizo que aumentara mi velocidad.

Me sentía libre.

Todo alrededor mío era como un borrón de color verde y marrón. La brisa era fresca, limpia. La tierra bajo mis pies se sentía liza, muy a pesar que tenia que saltar varios troncos tirados.

Todo estaba tranquilo. En paz.

Corría con una sonrisa en mi rostro.

Podía oler todo. Incluso aquello que se encontraba más lejos de donde estaba.

Fue en entonces que percibí un olor que hizo que mi garganta ardiera de nuevo. Se encontraba al otro lado del rio que allí había.

Frene mi andar ante aquel rio. La lluvia que había caído estos días, hizo que llevara agua por montón.

Sabía que podía saltarlo. Así que así lo hice. Lo salte y caí bien parada del otro lado, sin ni siquiera hacer ruido ante mi aterrizaje. Me incorpore y volví a olfatear el delicioso aroma.

Camine hasta los arbustos, buscando la fuente de aquel olor, pero no pude ver nada; por lo que tuve que treparme en la rama de un árbol para poder ver.

Y allí estaba. Un enorme ciervo macho, herido en unas de sus patas. Era su sangre la que me había guiado hasta el.

Sonreí en cuanto lo vi. El calmaría mi sed.

Salte a otra rama. Poniéndome detrás del ciervo, solo así no se me escaparía. Y sobre todo, seria un ataque limpio.

Corrí con suerte, el viento venia en dirección contraria, por lo que no sabría de mi presencia. Esto haría el ataque más sencillo aun.

Y así fue.

Salte justo detrás de el, sin que advirtiera mi presencia; lo agarre por sus enormes ornamentas y gire su cabeza, rompiendo su cuello de inmediato. Una vez que el cuerpo, sin vida, callo al suelo, me acuclille y mordí su garganta.

Drene toda su sangre. Su fresca sangre.

Era la primera vez que cazaba. Y lo hice bien para no haber tenido quien me enseñara.

El fuego en mi garganta se había apagado antes de terminar con toda aquella sangre. Esta vez no llevaría sangre conmigo. Era inutil. Una perdida.

Sentí como todo dentro de mí se calmaba. La irritación, la sed, todo, desaparecía.

Solo esperaba que durara tanto como duro anteriormente.

No quería volver todavía. Tenia el tiempo a mi favor, por lo que decidí seguir corriendo. Conocer el lugar.

Llegue a una velocidad aproximadamente de unos 130 Km. /h mientras corría.

Empezaba a gustarme cada vez más lo que era.

La vida eterna tenía mas cosas a favor que en contra.

Decidí para un rato, no para descansar, -de hecho, no lo necesitaba-, era mas bien para admirar el lugar.

Todo era tan bello y tranquilo.

Había perdido la razón del tiempo al admirar todo aquel bello y tranquilo lugar. Tanto, que no me di cuenta de que estaba oscureciendo. Así que, me puse de pie y comencé a caminar. Esta vez lo tomaría con calma, por lo menos algunos metros, o hasta llegar al rio, donde tendría que saltarlo de nuevo.

Mientras caminaba, pensaba en todas esas preguntas que mi cabeza, todavía, guardaba.

Tantas cosas que tenia que averiguar. Tantas preguntas que necesitaba que me respondan. Y todas dirigidas a una sola persona. Una persona que sabía las respuestas a todas mis preguntas.

-Billy.- dije en voz alta. –Solo el puede contestar mis preguntas.

Comenzó a llover en cuanto termine de hablar conmigo misma.

Llegue hasta el rio, lo salte y aterrice sin problemas, de nuevo. Mire hacia delante, para saber si no había olvidado por donde había salido. Por suerte, el olor que había, el de Billy, se lo podía oler a una distancia mas larga de donde yo me encontraba. Eso fue lo q me ayudo a encontrar el sendero exacto por donde había salido. Pero fue en ese preciso momento en q me sentí observada.

Podía sentir su mirada en mí. Pero no sabía en donde se encontraban aquellos ojos fisgones que me vigilaban.

Instintivamente me gire. Mire detrás de mí a los costados y de vuelta hacia delante, y nada.

-¿Quién anda ahí?- dije en voz alta.

Nada contesto mi pregunta. Solo hubo silencio.

Seguí mi camino, sin mirar nada más que el camino por el cual anduve.

Camine a paso humano rápido. Llegue hasta corre, o mas bien trotar, -por que era así como yo lo sentía-, mirando hacia todos lados.

Podía sentir esa mirada en mi persona todo el tiempo. Incluso en cuanto sali del bosque. Observando cada movimiento mío.

No me gire para ver si podía divisar al que me observaba. Me pare en el porche de la casa y solo observe de reojo sobre mi hombro izquierdo, en dirección al bosque, y pude ver que algo se movió rápido. Esto hizo que me asustara.

Entre en la casa y cerré la puerta. Estaba asustada. Sea lo que sea que hubiera allí afuera era veloz, muy veloz. Y no era humano.

¿Seria alguien como yo? ¿Un vampiro, talvez?

Observe por la ventana y no vi a nadie allí afuera. Solo la lluvia.

De seguro noto que me asuste y decidió alejarse. O tal vez solo era mi estupida mente que estaba jugando conmigo, haciéndome imaginar cosas.

Tenia que calmarme. Y cambiarme de ropa. Si Billy llegaba y me veía toda mojada, se preocuparía de nuevo. Y obviamente, no quería eso.

Estaba calmando mi respiración y en cuanto gire, me lleve otra sorpresa.

-¿Quién eres?- me dijo, mirándome fijo y serio.
-¡Maldición!- me sobresalte al verlo parado allí, cerca mío. Era la segunda vez que me sorprendía con la guardia baja. “Genial”, pensé. -¿Quién eres tu? ¿Otro amigo de Jacob? ¿Sabe Billy que todos los amigos de su hijo entran y salen de esta casa como si fueran dueños de ella?- estaba empezando a fastidiarme que no hubiera un poco de privacidad aquí.
-De hecho, yo soy Jacob.- dijo. Debí imaginarlo. Su olor era igual al de Billy y al de los chicos de esta tarde.

Me quede mirándolo como tonta.

“Dios ¿Qué tienen los chicos de aquí?”, pensé. Era como ver al mismísimo Dios Griego Adonis. Era guapísimo, musculoso, y con un bronceado típico del lugar.

Su olor me hechizaba. Al igual que su rostro y sus ojos. Estaba empapado de la cabeza a los pies, al igual que yo. Y al igual que sus 2 amigos, solo llevaba unos shorts y zapatillas.

Tuve que desviar mi mirada para poder contestarle. Pero me era difícil.

-Ammm…- tuve q tragar saliva antes de hablar. –Soy Row. Row Mc'Filson.- me saque la chaqueta mojada colocándola en una silla. –Así que tu eres el hijo de Billy.- no lo mire, por miedo a volver a caer en su belleza. Sin duda era bello.
-Si. Lo soy. Y tu eres…- miraba todo lo que hacia.
-Solo una amiga de Billy.- sonreí.
-Ahh…- fue lo único que dijo. Tenía su mirada sobre mí. Observando todo lo que hacia. Cada movimiento.

Me ponía nerviosa que me mirara fijo.

Antes de seguir con tu interrogatorio, el teléfono sonó, y como yo estaba mas cerca de el, conteste. Era Billy.

-¿Otra vez verificando que no haya escapado?- reí.
-Solo quería saber si estas bien.- rio ante mi broma. -¿Necesitas algo?
-No, gracias.- reí.
-Esta bien ¿Rachel volvió?- pregunto. De fondo podía oír unos gritos de “Vamos, vamos”; de seguro era ese tal Seth con quien Billy estaba viendo el partido.
-No, pero no estoy sola.- hice una pausa. –Jacob esta aquí.- lo mire y sonreí.
-¿Jacob?- pude notar felicidad en su voz.
-Si.- reí. –Te pasare con el.- extendí el teléfono hacia el, y el lo tomo sonriendo.
-Hey, pa. Volví.- dijo mirándome.

No quise escuchar su conversación, por lo que me coloque los audífonos y escuche mi música preferida. Ellos necesitaban privacidad. Esto era privado. Solo entre padre e hijo.

Me recosté sobre el sofá, aun escuchando música, y me dormí viendo como Jacob gesticulizaba mientras seguía hablando con su padre.

¡¡Dios!!

¿Por qué me atraía tanto Jacob?

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